15 agosto 2012

A la Asunción de Nuestra Señora


Gerardo Diego

¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿A dónde sube, se disuelve airosa, 
hélice, rosa y sueño de la rama?
A donde va la llama, ¿quién la llama?
A la rosa en escorzo, ¿quién la acosa?
¿Qué regazo, que esfera deleitosa, 
qué amor de padre la alza y la reclama?
¿A dónde va, cuando se va escondiendo, 
y el aire, el cielo queda ardiendo, oliendo 
a olor, ardor, amor de rosa hurtada?
¿A dónde va el que queda, el que aquí abajo, 
ciego del resplandor se asoma al tajo 
de la sombra transida, enamorada?
No se nos pierde, no. Se va y se queda.
Coronada de los cielos, tierra añora 
y baja en descensión de Mediadora, 
rampa de amor, dulcísima vereda.
Recados del favor nos desenreda 
la mensajera, la reveladora, 
la paloma de paz. Heridla ahora.
Ya se acabó el suplicio de la veda.
Hoy sobre todo, que es la fiesta en Roma 
y se ha visto volar otra Paloma 
y posarse en la nieve de una tiara.
La Asunción de María –vítor, cielos-, 
corazonada ayer de mis abuelos, 
en luz, luz de dogma se declara.


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