Carmen Sáez Gutiérrez
Entre las
múltiples rutas viajeras que podemos hacer en cualquier periodo de descanso,
quiero destacar una, que no por corta y cercana, es menos interesante, pues
además nos permite un acercamiento tanto al patrimonio cultural como a la
naturaleza.
Salimos de
Móstoles, camino de Almazán, Soria.
Allí nos encontramos con una de las maravillas del románico español, la Iglesia
de San Miguel. Al entrar en ella lo que más impresiona es la cúpula central,
uno de los pocos ejemplos de bóveda nervada de influencia islámica, en la que
los arcos se cruzan de manera que forman una estrella de ocho puntas. Se trata
de un templo construido hacia la mitad del siglo XII , de planta irregular,
pues la cabecera se inclina hacia la plaza en que está ubicada —algunos dicen
que representa la cabeza ladeada de Cristo después de expirar—. Sin duda alguna, vale la pena detenerse un
rato y contemplar la belleza de esta iglesia.
Desde aquí
podemos continuar hasta Ágreda,
también perteneciente a la provincia de Soria, comer, y visitar la ciudad que vio nacer a Sor M.ª de Jesús de Ágreda, uno de los personajes de
mayor talla espiritual e intelectual del siglo XVII, gran escritora mística del
barroco español que influyó notablemente en la corte como consejera de Felipe
IV. En la villa hay huellas imborrables del paso de tres culturas: árabe, judía
y cristiana. Entre los monumentos, destacamos la iglesia de San Miguel, gótica,
aunque de planta románica, la sinagoga, la iglesia de Nª Sª de la Peña, de
traza románica, considerada la más antigua de Ágreda y el Palacio de los
Castejón, de estilo herreriano y de grandes proporciones. Según el tiempo de
que dispongamos, también podemos visitar N.ª S.ª de los Milagros y San Juan
Bautista.
El día puede
terminar cenando y durmiendo en Tarazona.
La jornada siguiente puede destinarse a la visita por la mañana del Monasterio de Veruela y por la tarde, de la catedral de Tarazona y
terminar dando un paseo por la ciudad.
En un pequeño
valle formado por el río Huecha, a los pies del Moncayo, se sitúa el Monasterio
de Veruela, primer cenobio cisterciense de Aragón. Se amuralló para la
protección de los monjes y su trazado es hexagonal, de forma irregular.
Declarado Monumento Nacional, está totalmente restaurado. Además de haber sido
un importante centro religioso y núcleo de repoblamiento rural con importante
actividad agrícola, es famoso también porque, después de la Desamortización de
Mendizábal en 1835, se convirtió en lugar romántico y sitio
de verano de personajes famosos. El poeta Gustavo Adolfo Bécquer y su
hermano, el pintor Valeriano, disfrutaron junto a sus familias de una larga
estancia. Allí escribió el poeta las cartas Desde
mi celda para el diario madrileño El
Contemporáneo.
Antes de realizar
la visita a Tarazona, se puede ir a comer a Borja, que tiene un excelente establecimiento de restauración en la
plaza del Mercado, y pasear por la ciudad, ver la colegiata de Santa María, el
convento de la Concepción, el Palacio de Sánchez del Río….
Tarazona, ciudad situada a las faldas del
Moncayo y artravesada por el río Queiles es uno de los lugares más emblemáticos
de Aragón. Son muchos los monumentos a visitar: plaza de toros vieja, iglesia y
exconvento de San Francisco, Palacio Episcopal…, pero, a buen seguro, el que
destaca por su majestuosidad es la Catedral, asentada sobre una iglesia
hispanovisigótica, quedó sustituida por un proyecto gótico que desde entonces y
hasta nuestros días ha experimentado múltiples transformaciones. Hoy día,
totalmente restaurada tanto en su exterior como en su interior, luce con todo
su esplendor.
De Tarazona
tampoco debemos marcharnos sin dar un paseo por la judería y por la morería.
Podemos finalizar el día cenando en Tarazona y
descansando para aprovechar el día siguiente, subir al Moncayo
y caminar por una de las sendas del Parque Natural.
El viaje es
apasionante, puede dilatarse en el tiempo cuanto se quiera, pero tres días son
suficientes para empaparse de historia, arte, gastronomía, naturaleza y cómo
no, espiritualidad. Además en tiempos de crisis puede resultar una alternativa
económica para disfrutar unas vacaciones, si bien al escribir estas líneas,
viene a mi memoria la redacción de aquel niño rico, que escribía: … Era una familia tan pobre, tan pobre, que
hasta el mayordomo era pobre. Pues eso, que si podemos hacernos un
viajecito de tres días, con la terrible situación que estamos padeciendo, démos
gracias a Dios y seamos solidarios.
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