27 agosto 2012

La última conversación de Santa Mónica


Santa Mónica falleció en  Ostia en el año 387, cuando se preparaba para regresar a África en compañía de su hijo. Este nos ha dejado en Las confesiones (IX, 10) el conmovedor relato de una conversación entre ambos, pocos días antes de que ella enfermara mortalmente. Madre e hijo trataban de imaginar cuál sería la dicha de los santos, tras la muerte, entregados a la contemplación del Señor:

Tales cosas decía yo, aunque no de este modo ni con estas palabras. Pero tú sabes, Señor, que en aquel día, mientras hablábamos de estas cosas -y a medida que hablábamos nos parecía más vil este mundo con todos sus deleites-, díjome ella: “Hijo, por lo que a mí toca, nada me deleita ya en esta vida. No sé ya qué hago en ella ni por qué estoy aquí, muerta a toda esperanza del siglo. Una sola cosa había por la que deseaba detenerme un poco esta vida, y era verte cristiano católico antes de morir: superabundantemente me ha concedido esto mi dios, puesto que, despreciada la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago, pues, aquí?”

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