29 noviembre 2011
Habemus Papam. Nanni Moretti
26 noviembre 2011
Dios es amor (II)
24 noviembre 2011
Santa Rita y nuestra vivencia cristiana
21 noviembre 2011
Dios es amor (I)
19 noviembre 2011
Los maniqueos (III)
Francisco Javier Bernad Morales
El contraataque de la Luz se presenta en forma de una compleja lucha cosmológica en cuyo desarrollo no voy a entrar a fin de no alargarme en exceso. Me limitaré, pues, a exponer sucintamente cómo los seres humanos pueden contribuir a la separación entre ambos elementos primordiales. Para luchar contra la Tiniebla y lograr la salvación, deben transformarse interiormente, de tal manera que el “hombre viejo”, dominado por los elementos corporales, a los que corresponden los vicios, dé paso al “hombre nuevo”, asentado sobre cinco miembros: intelecto, pensamiento, discernimiento, intención y razonamiento, cuya manifestación externa son las virtudes1. Ahora bien, no se trata de una distinción que separe a los seguidores de Mani de quienes profesan otras religiones, pues la adhesión al maniqueísmo es tan solo un primer paso en el camino de la salvación. La diferenciación fundamental se encuentra dentro de las propias comunidades maniqueas: es la que se da entre electi (elegidos o perfectos) y auditores (oyentes).
Los electi han de abstenerse de las relaciones sexuales, de la carne, del vino e incluso de hacer mal a las plantas (Mani en una de sus revelaciones había percibido el dolor de las verduras al ser arrancadas por el hortelano2). Su vida exige tales condiciones de pureza y una ética tan rigurosa, que de hecho solo pueden subsistir gracias a la ayuda de los auditores, quienes deben mantenerlos con sus dones. Así, los electi pueden alimentarse con vegetales cultivados y recolectados por auditores, ya que de este modo no dañan personalmente el alma, es decir el elemento de Luz, presente en las plantas. Para los auditores queda la esperanza de reencarnarse, tras la muerte, en electi si cumplen adecuadamente con sus obligaciones.
No debemos, sin embargo, pensar en los electi como en unos aprovechados que vivían a costa de los auditores. Sin duda estos, aunque ocasionalmente pudieran sufrir ciertos abusos, ejercían una constante vigilancia sobre la conducta de los primeros, que debía regirse por unas normas estrictas de virtud, y que además no podían residir en ningún lugar de manera fija, sino que estaban obligados a viajar continuamente predicando. Como muestra el ejemplo de Agustín, los auditores no eran gentes iletradas presa fácil de embaucadores.
Mani, además de profeta, escritor, misionero y canonista, fue un organizador concienzudo, que dotó a su iglesia de una estructura jerarquizada, constituida por doce maestros (a semejanza de los apóstoles), setenta y dos obispos (recordemos los setenta y dos discípulos mencionados en Lc 10) y trescientos sesenta presbíteros3. La religión creada por Mani no solo se mantuvo en Asia Central hasta su conquista por los mongoles, sino que algunos de sus rasgos aparecen en movimientos heréticos medievales, especialmente en el de los cátaros o albigenses, quienes alcanzaron sigular relevancia en el Languedoc durante el siglo XII, aunque en este caso resulta, pese a las semejanzas doctrinales, difícil establecer relaciones de filiación con el maniqueísmo.
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1BERMEJO RUBIO, Fernando, El maniqueísmo, Madrid, Trotta, 2008, p. 144
16 noviembre 2011
Pastoral y Eucaristía
13 noviembre 2011
Encuentro pastoral agustiniano 2011
El lema en esta ocasión ha sido “Hacia una pastoral juvenil significativa”. Después de una documentada exposición sobre la “Pastoral juvenil en clave agustiniana” a cargo del P. Pablo Tirado, tuvo lugar un diálogo con los jóvenes, en el que ellos tuvieron la oportunidad de expresar sus inquietudes y ansias de renovación dentro de la Iglesia, desde su experiencia de fe cristiana y los adultos pudimos contrastar opiniones, también desde nuestro ser cristiano.
En todo momento se sintió la ilusión de quienes quieren afianzarse en la fe recibida, pero no sin hacer notar sus propias aportaciones de carácter innovador, fruto de los signos de los tiempos. También estaba en el ambiente una actitud de escucha y de intercambio de sensibilidades y pareceres. Todo ello, santificado con una liturgia común: Eucaristías, laudes, oración de la tarde, dando a las celebraciones la frescura de lo nuevo, pero respetando siempre la tradición.
Pulsa aquí para ver fotografías del encuentro
11 noviembre 2011
Fe nueva
10 noviembre 2011
Armonía entre fe y razón
06 noviembre 2011
Los maniqueos (II)
Francisco Javier Bernad Morales
Según Hans Jonas (1), Mani fusionó en su doctrina elementos cristianos, zoroastrianos y budistas, a los que cabría sumar, según otros autores, quizá cierta influencia jainista (2). No obstante, no debemos considerar su religión como una amalgama de elementos diversos. Se trata, al contrario, de un conjunto original y bien articulado. El profeta babilonio se consideraba a sí mismo como la culminación de una revelación de la que en menor medida habían participado los patriarcas, Zoroastro, Buda, Jesús y Pablo. En este sentido, vendría a ser el sello de los profetas, un concepto que, referido a Mahoma, pasó más tarde al islam. Al contrario que sus predecesores y su continuador, Mani fue plenamente consciente de que debía dejar escritas sus enseñanzas, si quería evitar que estas fueran alteradas por sus seguidores. Se mostró, pues, no solo como un infatigable misionero, sino como un escritor prolífico y también como un compilador del canon de las escrituras sagradas. En este incluyó no solo sus propios libros, sino también parcialmente los evangelios de Mateo y de Lucas, así como las epístolas de Pablo. En la estela de Marción (3), rechazó el carácter inspirado del Tanaj (Antiguo Testamento).
Como se ha señalado más arriba, Mani no pensaba ser el creador de una doctrina, sino el vehículo a través del cual se había expresado en plenitud la revelación. Esta le habría sido comunicada por su gemelo celestial, un ser de naturaleza angélica, que representaría la dimensión de Mani no vinculada al cuerpo (4).
Ahora bien ¿en qué consistía este culmen de la revelación? La doctrina expuesta por Mani es radicalmente dualista. Ante el problema del mal que, desde el libro de Job, tanto ha desconcertado a los seres humanos, su respuesta es simple. Desde la eternidad han existido dos principios antagónicos: la Luz y la Tiniebla, cada uno de los cuales tiene su ámbito en el universo. Uno y otro se ignoraban, pero en un momento dado entraron en contacto. La Tiniebla atisbó el mundo de la Luz y sus fuerzas maléficas, hasta entonces en continua discordia entre sí, se unieron para atacarlo. El resultado fue que partículas de Luz quedaron atrapadas en medio de la Tiniebla. Por eso en el mundo se dan el bien y el mal mezclados. En este esquema, que no se concibe como mito, sino como relato de algo realmente ocurrido, la tarea de salvación consiste en liberar a la Luz y contribuir, por tanto, a restablecer la radical separación entre ambos principios.
En la próxima entrega examinaremos qué acciones deben realizar los seres humanos para que el Universo retorne a la situación original.
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1 JONAS, Hans, The Gnostic Religion, cap. 9.
http://es.scribd.com/doc/17043821/Hans-Jonas-Gnostic-Religion
2 El jainismo es una religión surgida en la India. Lo que Mani pudiera haber tomado de él se refiere sobre todo a ciertas normas de conducta, tales como el vegetarianismo, pero este pudiera haberse adoptado de manera independiente. BERMEJO RUBIO, Fernando, El maniqueísmo, Madrid, Trotta, 2008, p. 47.
3 Marción fue un gnóstico del siglo II.
4 BERMEJO RUBIO, Fernando, El maniqueísmo, Madrid, Trotta, 2008, p. 48.
03 noviembre 2011
Al final de la vida
SIMÓN PARDO, J. Al final de la vida. Verdades eternas. Ed. Palabra. Madrid, 2008, 19 x 12, 292 pp.