Con el horizonte de la Pascua, vivamos en profundidad la Cuaresma.
28 febrero 2013
27 febrero 2013
La verdad
Benedicto XVI
Está a
la vista que el concepto de verdad ha caído bajo sospecha. Por supuesto, es
cierto que se ha abusado mucho de él. En nombre de la verdad se ha llegado a la
intolerancia y a la crueldad. En tal sentido se tiene temor cuando alguien dice
que tal cosa es la verdad o hasta afirma poseer la verdad. Nunca la poseemos;
en el mejor de los casos, ella nos posee a nosotros. Nadie discutirá que es
preciso ser cuidadoso o cauteloso al reivindicar la verdad. Pero descartarla sin
más como inalcanzable ejerce directamente una acción destructiva.
Gran
parte de la filosofía actual consiste realmente en decir que el hombre no es
capaz de la verdad. Pero, visto de este modo, tampoco sería capaz de la ética.
No tendría parámetro alguno. En tal caso habría que cuidar del modo en que uno
más o menos se las arregla, y el único criterio que contaría sería, en todo
caso, la opinión de la mayoría. Pero qué destructivas pueden ser las mayorías
nos lo ha demostrado la historia reciente, por ejemplo, en sistemas como el
nazismo y el marxismo, los cuales han estado particularmente en contra también
de la verdad […] es preciso tener la osadía de decir: sí, el hombre debe buscar
la verdad, es capaz de la verdad. Es evidente que la verdad necesita criterios
para ser verificada y falsada. También ha de ir acompañada de tolerancia. Pero
la verdad nos muestra entonces aquellos valores constantes que han hecho grande
a la humanidad. Por eso hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de
reconocer la verdad y de permitirle constituirse en parámetro.
El
contenido central de Evangelio de Juan consiste en que la verdad no puede
imponer su dominio mediante la violencia, sino por su propio poder: Jesús
atestigua ante Pilato que es la Verdad
y el testigo de la verdad. Defiende la verdad no mediante legiones, sino que, a
través de su pasión, la hace visible y la pone también en vigencia.
BENEDICTO
XVI, Luz del mundo. Una conversación con
Peter Seewald. Barcelona, Herder, 2010, p. 63-64.
26 febrero 2013
25 febrero 2013
Estoy en ello
Con la publicación de este documental elaborado por Cáritas, nosotros también queremos lanzar un mensaje de ánimo a todos los que están en ello.
24 febrero 2013
El sueño de la razón
Francisco Javier Bernad Morales
En el retrato
que le hiciera Goya en 1798 vemos a un Jovellanos pensativo y fatigado. No lee
el papel que, con gesto desmayado, sostiene en la mano derecha, su cabeza
reposa sobre el brazo izquierdo, y su mirada se dirige hacia el espectador como
si quisiera comunicarle la causa de su cansancio y de su pesadumbre. Algo en el
cuadro, quizá las ropas, quizá los muebles, recuerda el Capricho 43, cuyo dibujo preparatorio es de 1797. En éste el
personaje, incómodamente recostado, parece vencido por el agotamiento, ajeno al
animal de aspecto gatuno que le contempla y a los seres alados con apariencia
de búhos y murciélagos que se aproximan amenazadores. Podemos imaginar que en
el grabado se materializan los motivos de la preocupación que embarga a
Jovellanos y que su mirada no alcanza a transmitir. Puede que los monstruos
sean deseos oscuros e inconfesables mantenidos a raya durante la vigilia, pero
que, tan pronto como se relaja el control de la conciencia, afloran prestos a
derramarse por el mundo como los males encerrados en la caja de Pandora; pero
es también posible que no sean sino el producto de una razón que,
olvidada de
todo límite, se sueña omnipotente. Jovellanos y Goya han sido testigos de los
extravíos de una razón deificada, de los crímenes cometidos por idealistas
embriagados de virtud y dispuestos a sacrificarlo todo por el bien del género
humano. En el año terrible de 1794, Jovellanos había escrito a Alexander
Jardine:
Jamás concurriré a sacrificar la generación presente por mejorar
las futuras [...] Alabo a los que tienen valor para decir la verdad, a los que
se sacrifican por ella; pero no a los que sacrifican otros entes inocentes a
sus opiniones, que por lo común no son más que sus deseos personales, buenos o
malos [1].
Nobles y hermosas palabras que todos deberíamos grabar en nuestro
corazón. Jovellanos supo hacerles honor.
Por amor a la verdad arrostró la indigna y cruel persecución del Príncipe de la
Paz, y rechazó con ejemplar dignidad los requerimientos que, en nombre de José
I, le hicieran viejos amigos, ministros del último monarca ilustrado:
La causa de mi país, como la de otras provincias, puede ser temeraria;
pero es a lo menos honrada, y nunca puede estar bien a un hombre que ha sufrido
tanto por conservar su opinión, arriesgarla tan abiertamente cuando se va
acercando el término de su vida [2].
Después, nuevos sinsabores. Los
patriotas españoles afilaban contra los franceses los cuchillos con que pronto
se degollarían entre sí, y ya nadie podía escuchar, cegado el entendimiento por
llamaradas de odio, los prudentes consejos del valeroso pensador asturiano.
Napoleón, legítimo vástago de la Revolución, conducía hacia la muerte a los
jóvenes franceses por los caminos de Europa y escarnecía la nueva idea de
soberanía nacional, al repartir cetros y coronas entre hermanos y cuñados. La
libertad y la igualdad, fervorosa y esperanzadamente invocadas en 1789, han devenido
en uno de esos gigantescos potlatchs
destructivos a que intermitentemente nos entregamos los europeos. Goya, de
nuevo, nos muestra el horror de la matanza, el abismo de crueldad por el que
los humanos parecemos siempre dispuestos a despeñarnos. Su testimonio es el de
un sufrimiento concreto y a la vez eterno, el que padecen los seres humanos
cuyas vidas, truncadas para siempre, se ofrecen en el altar insaciable de la
felicidad pública. Años antes, Thomas Paine había defendido la Revolución
francesa ante las críticas de Burke:
Las revoluciones que han ocurrido en otros países europeos se han
visto impulsadas por el odio personal. La ira se dirigía contra el hombre, que
se convertía en la
víctima. Pero en el caso de Francia asistimos a una revolución
regenerada en la contemplación racional de los derechos del hombre, y que
distingue desde el comienzo entre las personas y los principios [3].
Es realmente lamentable que los principios y las ideas carezcan de
cuello, debió pensar el débil y bondadoso Luis XVI camino del cadalso, aunque
quizá le confortara el pensamiento de que a sus verdugos no les guiaba ningún
resentimiento personal, y que se limitaban a aplicar de manera rigurosa los
dictados de la razón y a defender los derechos del hombre.
Por aquellas mismas fechas el abate Marchena, arrastrado quizá por
la emoción, quizá llevado por la incontinencia retórica, había proclamado:
el gobierno del Pueblo es la verdadera teocracia, el verdadero
gobierno de Dios [4].
El pueblo ocupa en la mente de estos
revolucionarios empapados en Rousseau el lugar que antaño correspondiera a Dios
en el delirio de los anabaptistas de Münster. Rubín de Celis se refiere al
pueblo en términos que parecen reservados a la divinidad:
Sí, ciudadanos, el pueblo es siempre el dueño, siempre el
poderoso, siempre el justo, siempre infalible cuando decide por sí mismo [...] [5]
En el momento en que con énfasis un
tanto grandilocuente se afirman los derechos de los individuos, surgen el
pueblo y la nación como entes colectivos a los que toda individualidad debe
sacrificarse. Los franceses, recién creados libres e iguales, corren a dar la
vida no ya para liberar de la tiranía al resto de los hombres, sino para mayor
gloria de Napoleón. La energía con que España se opone a la agresión
napoleónica es del mismo tipo que la que sacudió a Francia contra la
intervención extranjera en tiempos de la Convención. Recordemos
una vez más a Jovellanos:
España no lidia por los Borbones ni por Fernando; lidia por sus
propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores y
independientes de toda familia o dinastía. España lidia por su religión, por su
Constitución, por sus leyes, sus costumbres, sus usos, en una palabra por su
libertad, que es la hipoteca de tantos y tan sagrados derechos [6].
La Revolución ha desencadenado una
fuerza poderosa e incontrolable. Sus pretensiones de universalidad han echado
la simiente del odio entre las naciones europeas. Si en las palabras de
Marchena o de Rubín de Celis aun alienta el espíritu cosmopolita de la
Ilustración, y el pueblo, ese pueblo sacralizado y revestido de atributos
divinos, aun puede representar al conjunto de la Humanidad; pronto pasará a
hablarse de pueblo francés o español o alemán, concebidos cada uno de ellos en
oposición a los demás. Si los revolucionarios de la primera hora hallaron su
inspiración en la Grecia clásica y en la República Romana ,
sus epígonos la buscarán en los tiempos medievales e incluso prerromanos, y
así, mientras que los primeros crearon un pasado universal, los segundos
inventarán uno particular; cada cual a la medida del futuro deseado. El sujeto
de la historia no serán los seres humanos, tampoco la Humanidad, sino las
naciones, las patrias, un nuevo ídolo ávido de sangre.
La visión ha cambiado, se ha hecho
más estrecha, pero la enajenación persiste inalterada: el individuo, tal como
lo expresa Rousseau, queda en todo sometido a la colectividad:
Así como la naturaleza ha dado al hombre un poder absoluto sobre
todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder absoluto
sobre todos los suyos [7].
Este poder alcanza a privarle de la vida:
El que quiere conservar su vida a expensas de los demás, debe
también exponerse por ellos cuando sea necesario. En consecuencia, el ciudadano
no es el juez del peligro a que la ley lo expone, y cuando el soberano le dice:
‘es conveniente para el Estado que tú mueras’, debe morir, ya que bajo esa
condición ha vivido en seguridad hasta entonces, y su vida no es ya solamente
un beneficio de la naturaleza, sino un don condicional del Estado [8].
La voluntad general, que encuentra
su forma de expresión en el Estado, es diferente de las voluntades individuales
en tanto que éstas se refieren a intereses particulares y aquélla al interés
común[9]. Como señala María José
Villaverde:
El poder absoluto de la colectividad se ejerce así sin
misericordia contra aquél que disiente, contra todo aquél que no acepte la
voluntad general, que no es la voluntad de todos ni la voluntad de la mayoría,
sino un ente abstracto y metafísico que se sitúa por encima de los individuos
reales y que decide por ellos [10].
Abre así Rousseau, aunque seguramente sin ser consciente de ello,
una perspectiva inquietante. Aunque para él parezca que la única manera de
determinar cuáles sean las necesidades y deseos colectivos consiste en la
deliberación libre de todos los componentes del cuerpo político y en la
sumisión a lo decidido por la mayoría, no quedan claramente establecidos los
derechos de las minorías y sobre todo de los individuos. Es más, cabe pensar
que no todos los seres humanos son igualmente conscientes del interés general,
e incluso que algunos no lo son en absoluto, en tanto que otros, por su
ciencia, intuición o algún tipo de genialidad, están especialmente capacitados
para percibirlo, lo que les convierte en naturales guías de los demás. En nada
de esto pensaba el filósofo ginebrino, pero eso no obsta para que sus ideas
abrieran el camino a los caudillos carismáticos de tan funesto recuerdo. En
ellos se ha encarnado en algún momento la voluntad general, en ellos han tomado
cuerpo las aspiraciones de las masas, ese deseo de todos al que confusamente se
refería Campanella. La frase “L’État
c’est moi”, atribuida a Luis XIV, no alcanza pleno significado más que si
la suponemos en boca de Hitler, Mussolini, Stalin o algún otro de los
dictadores totalitarios de nuestro siglo.
A la postre, el totalitarismo se revela como un efecto secundario de la democracia Así lo percibió Ortega en
el momento en que la barbarie lanzaba su más feroz asalto contra la
civilización europea, cuando la libertad parecía ahogarse en un desprestigio
casi universal, relegada al triste papel de instrumento oxidado e inservible,
años después de que Lenin espetara a Fernando de los Ríos el célebre exabrupto
“libertad ¿para qué?”:
La vieja democracia vivía templada por una abundante dosis de
liberalismo y de entusiasmo por la
ley. Al servir a estos principios, el individuo se obligaba a
sostener en sí mismo una disciplina difícil. Al amparo del principio liberal y
de la norma jurídica podían actuar y vivir las minorías. Democracia y ley,
convivencia legal, eran sinónimos. Hoy asistimos al triunfo de una
hiperdemocracia en que la masa actúa directamente sin ley, por medio de
materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos. Es falso
interpretar las situaciones nuevas como si la masa se hubiese cansado de la
política y encargase a personas especiales su ejercicio. Todo lo contrario. Eso
era lo que antes acontecía, eso era la democracia liberal. La masa presumía
que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías de los
políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. Ahora, en
cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a sus
tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que la
muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo. Por eso
hablo de hiperdemocracia [11]
En una intrascendente película de la Disney, un chimpancé es el
infalible indicador de las preferencias del telespectador medio. Hitler,
Stalin, Mussolini, Franco o Pétain, con su mediocridad, su grosería, sus
prejuicios, su estrechez de miras y su crueldad fueron los depositarios de las
inquietudes y deseos de las masas que creyeron dirigir. Durante algún tiempo en
ellos se expresó de la manera más inequívoca la voluntad general.
[1] JOVELLANOS, Gaspar
Melchor. Carta a Alexander Jardine. Epistolario. Barcelona. Labor. 1970.
p. 90.
[2] JOVELLANOS, Gaspar
Melchor. Carta a José Mª. Mazarredo.
Ibidem. p 170.
[3] PAINE, Thomas. Derechos del
Hombre. Madrid. Alianza Editorial. 1984. p. 44. Es preciso hacer notar que Paine se opuso a la ejecución de Luis XVI.
[4] MARCHENA, Abate. Improvisación de un español, admitido por
aclamación y con unanimidad, en el Club de los Amigos de la Constitución de
Bayona. En Pan
y toros y otros papeles sediciosos del siglo XVIII. De. Antonio ELORZA. Madrid. Ayuso. 1971. p. 36.
[5] RUBÍN DE CELIS, M. Discurso sobre los principios de una
constitución libre. Ibidem. p. 54.
[6] JOVELLANOS, Gaspar Melchor. Carta
a Francisco Cabarrús. Op. cit. p.
175.
[7] ROUSSEAU, J. J. El contrato
social. Libro II, Capítulo IV. Madrid. Edaf. 1981. p. 74.
[8] Ibidem. Libro II.
Capítulo V. p. 79 - 80.
[9] “lo que generaliza la
voluntad no es tanto el número de votos como el interés común que los une”. Ibidem. Libro II. Capítulo IV.
p. 76.
[10] VILLAVERDE, Mª. José. “Cosmopolitismo y patriotismo”. Claves de razón práctica. Nº 90.
Marzo de 1999. p. 74.
[11] ORTEGA Y GASSET, José. La rebelión de las masas. Madrid. Espasa
Calpe. 1995. p. 79.
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23 febrero 2013
La Pasión, su último secreto
Carmen Sáez Gutiérrez
Ayer, un grupo de feligresas nos
animamos a asistir a la representación de La
Pasión, su último secreto en el Teatro Auditorio de la Casa de Campo de
Madrid, una producción de la Compañía Narea, dirigida por César Alcázar, que
escenifica con lealtad y respeto a los Evangelios, distintos momentos de la
vida adulta de Cristo: Las Bienaventuranzas, el encuentro con la Samaritana,
con la Magdalena, Getsemaní, La Última Cena… hasta llegar a la Cruz, que no es
el final sino el principio de la Vida,
el Cristo Resucitado que sale a escena.
El acto se inicia con la
presentación de unos audiovisuales que lanzan distintas noticias que nos
bombardean y nos impiden detenernos a reflexionar sobre el sentido último de la
existencia. Así pues, se nos ofrece una invitación a parar, a detenernos y
pensar, a adentrarnos en la Historia de la Salvación y a emocionarnos con ella.
Dentro de un estilo sencillo, los
decorados van cambiando y conformando los distintos escenarios de la obra, con
gran plasticidad y muy pocos elementos. El vestuario es fiel a la situación y
la interpretación hace creíble el mensaje, al tiempo que sugiere una relación
empática por la cercanía que genera.
La obra cuenta con la
colaboración de la Cadena Cope y de 13 tv. Se representará hasta el 31 de
marzo.
22 febrero 2013
Santa María loei
De nuevo una cantiga de Alfonso X el Sabio.
21 febrero 2013
Fe y razón
"La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre "los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, "para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (DV 5). Así, según el adagio de S. Agustín (serm. 43,7,9), "creo para comprender y comprendo para creer mejor".
Fe y ciencia. "A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero" (Cc. Vaticano I: DS 3017). "Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nuca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son" (GS 36,2).
Catecismo de la Iglesia Católica (158 y 159)
20 febrero 2013
Marxismo y teología
Jospeh
Ratzinger recuerda en este texto la época de finales de los años sesenta,
cuando él enseñaba en la universidad de Tubinga. Son los años del mitificado
mayo del 68, un tiempo de protesta y de ilusiones, que dejó tras de sí, como lamentable
herencia, un sinfín de grupúsculos izquierdistas, muchos de los cuales
terminaron por recurrir al terrorismo o al menos simpatizaron con él. Aquella
famosa primavera, tan ensalzada por tantos que no la conocieron, no fue sino la
antesala de los años de plomo, los de las Brigadas Rojas, el IRA Provisional, ETA, el FRAP o los GRAPO, los del asesinato de
Aldo Moro y los atentados contra policías, militares, empresarios o simples
trabajadores que pasaban por allí; cuyas muertes, como siglos antes las de los
pecadores en el Münster enloquecido de Jan Bockelson, no eran sino un
sacrificio necesario, un paso adelante en el camino de Utopía (Francisco Javier
Bernad Morales).
La acogida del existencialismo en la
teología, tal y como había llevado a cabo Bultmann, no había dejado incólume la
teología. Como he recordado ya, en mi curso de cristología había intentado
reaccionar a la reducción existencialista y aquí y allá -sobre todo, en el curso sobre Dios que había impartido inmediatamente después- había intentado
ponerle contrapesos extraídos del pensamiento marxista que, precisamente por
sus orígenes judeo-mesiánicos, conserva elementos cristianos. Pero la
destrucción de la teología que tenía lugar a través de su politización en
dirección al mesianismo marxista era incomparablemente más radical, justamente
porque se basaba en la esperanza bíblica, pero la destrozaba porque conservaba
el fervor religioso eliminando, sin embargo, a Dios y sustituyéndolo por la
acción política del hombre. Queda la esperanza, pero el puesto de Dios es
reemplazado por el partido y, por tanto, el totalitarismo de un culto ateo que
está dispuesto a sacrificar toda humanidad a su falso Dios. He visto sin velos
el rostro cruel de esta devoción atea, el terror psicológico, el desenfreno con
que se llegaba a renunciar a cualquier reflexión moral, considerada como un
residuo burgués, allí donde la cuestión era el fin ideológico. Todo esto es de
por sí suficientemente alarmante, pero llega a ser un reto inevitable para los
teólogos cuando se lleva adelante la ideología en nombre de la fe y se usa la
Iglesia como su instrumento.
RATZINGER,
Joseph. Mi vida. Madrid, Encuentro,
2005.p. 136-137.
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19 febrero 2013
Chaikovski: Bendito el que viene en el nombre del Señor
18 febrero 2013
Agustina Misionera
Presentamos hoy esta canción dedicada a las agustinas misioneras. En el video clip podemos reconocer a sor Laurentina, religiosa que, durante varios años, nos ha acompañado en la parroquia. Con la exhibición de la grabación queremos reconocer la labor que estas hermanas hacen en nuestra parroquia y en todos sus lugares de misión.
17 febrero 2013
Nadie fue ayer...
León Felipe
Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para
cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
16 febrero 2013
En la renuncia de Benedicto XVI
Francisco Javier Bernad Morales
El
Santo Padre nos ha sorprendido con una decisión totalmente desacostumbrada. Son
muy pocos los papas que han renunciado a su puesto. El último, Gregorio XII, lo
hizo en 1415, en un intento de poner fin al Cisma de Occidente, un conflicto
que había desgarrado a la cristiandad católica. Se trataba en aquellos
momentos de devolver la unidad a una
iglesia dividida por tres obediencias distintas. Entonces, el concilio de
Constanza, el mismo que condenó como hereje a Jan Hus, acordó pedir la renuncia
a Juan XXIII, Benedicto XIII (ambos considerados antipapas) y Gregorio XII, el
único elegido canónicamente y, por tanto, verdadero papa. Tan solo este aceptó.
Nada tienen que ver con aquello las circunstancias actuales.
Ahora nos encontramos ante un abandono motivado por la debilidad física, que no
intelectual, de un hombre de edad avanzada que, tras profunda reflexión, ha
llegado al convencimiento de que por el bien de la Iglesia es preciso ceder el
puesto. No se trata de una decisión repentina, producto de un momento de
desánimo, sino de algo madurado lentamente en el interior de una conciencia
entregada a la oración.
No
faltan, como es habitual cuando se trata de asuntos relacionados con el
Vaticano, quienes hablan de enfrentamientos en la curia, de un papa vencido por
un entorno hostil o incluso de oscuras conspiraciones. No debemos los católicos
dejarnos seducir por lucubraciones de ignorantes. ¿Acaso no tiene Benedicto XVI
una larga experiencia en el Vaticano? ¿No fue el más estrecho colaborador de
Juan Pablo II? ¿No era denostado por todos los sedicentes progresistas como un
riguroso defensor de una ortodoxia pretendidamente rancia? Se ha comparado su
renuncia a la de Celestino V en 1294, pero esta fue la de un ermitaño que, tras
tan solo seis meses de pontificado, se reconoce incapaz para el puesto. Joseph
Ratizinger, en cambio, llegó al pontificado tras largos años como Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ningún parecido, pues, con un
eremita supuestamente ingenuo.
Lo
llamativo, más allá de lo inesperado del anuncio, es el contraste que su
decisión establece con la figura de su antecesor, quien había elegido dar a un
mundo que, dominado por el hedonismo, pretende ocultar el sufrimiento y la
muerte, el testimonio heroico de su propio padecimiento. Nos hizo así recordar,
a menudo a nuestro pesar, cuál es nuestro destino en este mundo, y de ese modo
nos obligó a mirar cara a cara a los ancianos y enfermos, y reconocer en ellos
a nuestro prójimo. ¿Significa esto que Benedicto XVI critica implícitamente con
su renuncia la opción adoptada por Juan Pablo II? No lo estimo así. Ambas
posturas, más allá de una apariencia superficial, no son contradictorias, sino
complementarias. Karol Wojtyla eligió mostrar públicamente su dolor y su
decadencia, convirtiendo sus últimos años de vida en un llamamiento público a
una conciencias romas embrutecidas por el afán de gozar del instante, que,
incapaces de mirar sin horror el final de vida, prefieren engañarse fingiendo
creer que esta ha de durar siempre. Ratzinger ha preferido, en cambio,
retirarse a un discreto segundo plano, y entregarse de lleno a la oración y al
recogimiento. Su renuncia se convierte en un ejemplo vivo para todos aquellos
que disfrutan de posiciones de poder. Si hubiera continuado en el puesto nos
habría acostumbrado a la imagen del papa como alguien decrépito a quien sería
muy fácil achacarle ignorancia del mundo. Se trata, como antes decía, de dos
testimonios que no se oponen, sino que nos muestran facetas distintas del ser
humano y que constituyen un supremo ejemplo de dignidad. ¿No se precisa acaso
un enorme valor para romper con una tradición firmemente establecida?
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15 febrero 2013
La cuaresma
Fray José Souto, agustino
La Liturgia de la Iglesia alimenta nuestra vida cristiana desplegando en el tiempo el misterio de la salvación. Posibilita la evangelización, la santificación de los fieles, la edificación de la comunidad cristiana. Es marco de adoración, acción de gracias, escucha de la palabra, conversión, encuentro, motivaciones piedad. Hace cercano e inteligible el misterio de la fe.
La Liturgia de la Iglesia alimenta nuestra vida cristiana desplegando en el tiempo el misterio de la salvación. Posibilita la evangelización, la santificación de los fieles, la edificación de la comunidad cristiana. Es marco de adoración, acción de gracias, escucha de la palabra, conversión, encuentro, motivaciones piedad. Hace cercano e inteligible el misterio de la fe.
La Cuaresma es un
tiempo privilegiado del Año Litúrgico. Su meta es la preparación de la vivencia
de la Pascua, a través de la conversión,
de la renovación espiritual. Durante cuarenta días, desde el Miércoles de
Ceniza hasta el Domingo de Ramos, acompañamos al Señor en su subida a
Jerusalén, participando en su voluntad de entrega salvadora.
El Tiempo de Cuaresma
es rico en sus manifestaciones:
Es tiempo de oración,
comunitaria y personal: vivencia de la liturgia, práctica de los sacramentos,
especialmente de la eucaristía y de la penitencia, escucha de la palabra de
Dios leída o proclamada, interioridad y reflexión, prácticas de piedad…
Tiempo de fraternidad,
caridad y comunión, expresada en la limosna y en el cumplimiento del mandato de
amor y en la acogida de los hijos de Dios más débiles, conforme al mandato
explícito del Señor de amor a Dios y al prójimo.
Tiempo de ascesis
penitencial, dolor de nuestras culpas, confesión sacramental, ayuno,
abstinencia; intento de purificación para acompañar al Señor en su entrega.
Tiempo de prácticas
tradicionales herencia de la historia de la piedad del pasado: viacrucis,
retiros, charlas cuaresmales...
“el Año de la fe es
una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador
de mundo”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 6.
Cuarenta días de
persistencia en el intento de mejorar nuestra vida cristiana, de convertirnos
para participar en el misterio pascual que desplegaremos en la Semana Santa,
coronándolo con la alegría pascual.
Cuaresma en el
contexto del Año de la Fe:
La vida cristiana es respuesta a la llamada de Dios que es
Amor y nos anima a la conversión, al esfuerzo, asistido por su gracia, para
vivir el ideal que Cristo nos ofrece en el Evangelio.
«Hemos conocido el
amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16).
El cristiano, y la misma comunidad, creyente están siempre,
necesitados de conversión, de asumir el reto que encierra el “sed perfectos como vuestro Padre
celestial…”
Benedicto XVI,
nos ofrece pautas para vivir la fe en este tiempo de Cuaresma. Seleccionamos
algunas para nuestro empeño de mejora y conversión:
Profundizar en los
contenidos y la naturaleza de la fe. Al hablar de la fe nos referimos
preferentemente al conjunto de verdades y creencias (credo), pero dejamos en
penumbra el acto mismo por el que creemos. El Papa nos recuerda:
“Redescubrir los
contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre
el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de
hacer propio”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
Ambas dimensiones son necesarias, pero la esencia de la fe
reside en la adhesión personal a la persona de Cristo:
«no se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado
primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sóoo un
"mandamiento'', sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene
a nuestro encuentro». Benedicto XVI, Deus caritas est, 1.
Además de Credo, la fides
es encuentro, adhesión, fidelidad, vivencia de amistad, confianza, respuesta a
la iniciativa de Dios:
“el conocimiento de
los contenidos que se han de creer no es suficiente si el corazón, auténtico
sagrario de la persona, no está abierto por la gracia… ”. Benedicto XVI, Porta
Fidei, 10.
“Existe unidad
profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos… El apóstol Pablo
escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» El corazón indica que el primer acto con el
que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y
transforma a la persona hasta en lo más íntimo”. Benedicto XVI, Porta
Fidei, 10.
Vivir, confesar, y
celebrar la fe. La fe no puede ser algo implícito, un “presupuesto obvio de la vida común”. Ha de ser pensada, vivida y
celebrada, para que sea salvífica:
“intensificar la
celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía…”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
“confesar la fe con
plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”. Benedicto
XVI, Porta Fidei, 9.
Testimoniar la fe. Evangelizar
con el testimonio:
«Caritas Christi urget
nos»: es el amor de Cristo el que
llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos
envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos
de la tierra”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.
“que el testimonio de
vida de los creyentes sea cada vez más creíble”. Benedicto XVI, Porta
Fidei, 9.
Unir fe y caridad. El
Dios en quien creemos es Padre de todos y en Cristo. todos somos hermanos:
“La existencia
cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para
después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, para
servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
“Es importante
recordar que la mayor obra de caridad es la evangelización, el «servicio de la
Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, caritativa hacia el prójimo que
partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva…, la
evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
Fortalecer la fe. Nos
recuerda el Papá que la fe
“la fe sólo crece y
se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza… que
abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que… tiene su
origen en Dios. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.
Que, desde la fe renovada, profesada, celebrada, vivida,
rezada y testimoniada, podamos aprovechar este tiempo de gracia. Que la
Cuaresma propicie nuestra conversión interior y la edificación de la comunidad
parroquial. ¡Nos espera la alegría luminosa de la Pascua, caminemos ahora con
al Señor!
14 febrero 2013
13 febrero 2013
Cursos Alpha
Cursos Alpha
El próximo 18 de febrero tendrá lugar el XIV curso Alpha en la parroquia agustina Sor Ángela de la Cruz de Madrid.
Presentamos la información que ofrece la parroquia sobre dicho curso.
¿Qué es Alpha?
El curso Alpha es una oportunidad para que
cualquiera pueda explorar la fe cristiana
Tiene lugar en un
ambiente relajado, amistoso, y divertido.
Se empieza con
una cena antes de cada charla, dando a los participantes la oportunidad de
conocerse unos a otros.
Se escucha, aprende, discute, y descubre. Cualquier pregunta es válida. En Alpha ninguna pregunta es demasiado
sencilla u hostil.
¿Qué implica?
El curso Alpha consiste en una
serie de charlas sobre temas como, “¿Quién
es Jesús?” y “¿Cómo nos guía Dios?”
¿Para quién es Alpha?
Alpha es para todos,
especialmente:
¨ Para los que quieren explorar la fe cristiana
¨ Para los que tienen inquietudes espirituales
¨ Para los que quieren renovar su fe
¿Cuánto cuesta?
El curso Alpha
es totalmente gratuito.
¿Cuándo?
A partir del 18 de febrero de 2013, todos los lunes de 20:00 a 22:15, durante
sólo 10 semanas
¿Dónde?
Parroquia Santa Ángela de la Cruz
C/ César Manrique, 7 - MADRID
12 febrero 2013
11 febrero 2013
La caridad como vida en la fe
Benedicto XVI
Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).
Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).
Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).
Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).
La fe es conocer la verdad y adherirse a ella
(cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la
verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la
amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el
mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en
práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos engendrados
como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar
concretamente en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga5,22). La fe nos lleva a
reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad
hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30).
Mensaje del Santo Padre Benedicto
XVI para la Cuaresma 2013
10 febrero 2013
Porta fidei (II)
Ayer, 9 de febrero, procedimos en al parroquia a la lectura comunitaria de los puntos 6, 7 y 8 de la carta apostólica Porta fidei.
08 febrero 2013
¿Cómo actuar como verdaderos cristianos?
¿Cómo actuar como verdaderos cristianos?
De manera que el Señor pueda decir de nosotros:
Cuando tuve hambre, me diste de comer.
Cuando tuve sed, me diste de beber.
Cuando no tenía vivienda, me abriste tus puertas.
Cuando estaba desnudo, me diste tu manto.
Cuando estaba cansado, me ofreciste reposo.
Cuando estaba intranquilo, me calmaste.
Cuando era niño, me enseñaste a leer.
Cuando estaba solo, me trajiste el amor.
Cuando estaba en la cárcel, viniste a mi celda.
Cuando estaba enfermo, me cuidaste.
En país extranjero, me diste buena acogida.
Herido en combate, vendaste mis heridas.
En negro, amarillo o blanco y llevaste mi cruz.
Era anciano y me ofreciste una sonrisa.
Estaba preocupado y compartiste mi pena.
Y cuando era feliz, compartías mi alegría.
Lo que hicisteis al más pequeño de los míos, a mí
me lo hicisteis. Ahora, entrad en la casa de mi Padre"
De manera que el Señor pueda decir de nosotros:
Cuando tuve hambre, me diste de comer.
Cuando tuve sed, me diste de beber.
Cuando no tenía vivienda, me abriste tus puertas.
Cuando estaba desnudo, me diste tu manto.
Cuando estaba cansado, me ofreciste reposo.
Cuando estaba intranquilo, me calmaste.
Cuando era niño, me enseñaste a leer.
Cuando estaba solo, me trajiste el amor.
Cuando estaba en la cárcel, viniste a mi celda.
Cuando estaba enfermo, me cuidaste.
En país extranjero, me diste buena acogida.
Herido en combate, vendaste mis heridas.
En negro, amarillo o blanco y llevaste mi cruz.
Era anciano y me ofreciste una sonrisa.
Estaba preocupado y compartiste mi pena.
Y cuando era feliz, compartías mi alegría.
Lo que hicisteis al más pequeño de los míos, a mí
me lo hicisteis. Ahora, entrad en la casa de mi Padre"
Madre Teresa de Calcuta
Actividad solidaria de la parroquia
Fray José
Souto OSA
Entre Navidad y Cuaresma aminora un poco la presión y el trabajo, es
tiempo oportuno para una información más puntual y sosegada sobre la acción
social de la Comunidad parroquial: tu solidaridad, la solidaridad de todos.
Cuatro son las dimensiones de la pastoral parroquial:
evangelización, vida cristiana, edificación de la comunidad y relaciones con el
entorno. En este comunicado nos centramos en la cuarta, en las relaciones
solidarias: Cáritas, Colectas, Campañas, Atención a enfermos…
“El Año de
la fe será una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la
caridad”. Benedicto XVI.
Cáritas
Parroquial
Las prioridades de Cáritas en nuestra parroquia son: acogida,
alimentos y ropa. Para solventarlas hay varios equipos de atención, integrados
por un total de más de 35 voluntarios. Se atiende el martes, miércoles y jueves
por la mañana y el jueves por la tarde. La afluencia promedio suele ser de dieciocho
personas por sesión, unas doce para ropa y alimentos y unas cuatro solo para
ropa (algunas parroquias de Móstoles no
tienen ropero y derivan a la nuestra a su gente). A la semana se atiende un
promedio de 65 familias; al mes, unas 250.
«Cada vez
que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hicisteis» (Mt
25, 40).
Nos abastecemos del Banco de Alimentos de la Comunidad de Madrid,
del que recogemos, una vez al mes, alimentos perecederos y del FEGA, del que
traemos cuatro veces al año, alimentos no perecederos. Compramos alimentos que
no recibimos o que son insuficientes, con las donaciones de los fieles. En 2012,
el aporte de los fieles ha llegado a 25.768,84 €. Periódicamente damos
información de las colectas y donativos.
“¿De qué
le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?”. Santiago
Apóstol.
Solidaridad
externa
A lo largo del año realizamos colectas y actividades varias para necesidades
ajenas a la comunidad parroquial. El resultado lo publicamos a lo largo del
año, en las carteleras de información. En 2012, fue de 21.280, 47 €, como
sigue:
Migraciones
(1.074,48), Manos Unidas (3.284,99), Infancia Misionera (354,00), Seminario (1.815,00),
Cáritas: Campaña de Empleo (1.456,34), Santos Lugares (540,00), Misiones
agustinianas (1.763,41), Cáritas diocesana: Corpus (3.515,25), DOMUND
(3.048,00), Iglesia diocesana (1.631,50), Mercadillo Solidario (2.412,50) y
donativos a favor de las Misiones Agustinianas (385,00).
“La fe sin
la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente
a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una
permite a la otra seguir su camino”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 14.
Campaña de
Navidad: Alimentos
Se seleccionaron, este año, ochenta y tres familias para la
Campaña de Navidad, pero se prepararon alimentos para ochenta y ocho, por un
total de 3.342 kilos. Como todos los años, hubo otras donaciones de alimentos
de Cáritas, durante este tiempo de Navidad, que no se recogen en esta
información básica. La cantidad de alimentos donados a cada familia fue
proporcional al número de miembros, como se muestra es este cuadro:
Nº Miembros
por familia Nº de Familias Kilos asignados Total
de Kilos
1 7 25 175
2 19 30 570
3 28 35 980
4 15 40 600
5 12 45 540
6 6 52 312
9 1 65 65
Total: 88 3.342
aprox.
“Gracias a
la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor
resucitado. Estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y
una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros”. Benedicto
XVI, Porta Fidei, 14.
Campaña de
Navidad: Donativos
Se recibieron 4.405 € en donativos, que se destinaron a:
Compra de alimentos
|
440,56 €
|
||
Ayudas, aguinaldo… con cestas
|
4.200, 00 €
|
||
Limosnas, ayudas varias
|
444,00 €
|
||
Para envolver juguetes, pilas…
|
146,65 €
|
||
Billete falso, otros gastos
|
48,85 €
|
||
Total gastado
|
5.280.06 €
|
El faltante se tomó de Cáritas: 875,06
€
“Es la fe
la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a
socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida”. (ídem)
Campaña de
Navidad: Juguetes
El 5 de enero, se entregaron los juguetes de la Campaña de
Navidad. Se atendió a ciento cincuenta y tres niños de setenta familias. Además
de los quinientos cuarenta y nueve juguetes que los voluntarios seleccionaron,
pusieron a punto, limpiaron y envolvieron; hubo, aproximadamente otros
seiscientos que se dieron “al natural”. Los niños recibieron de los Reyes, en
la Iglesia, los juguetes asignados (hasta cinco en algunos casos) y a
continuación bajaron los salones a escoger otros cuatro o cinco. A medida que avanzaba
la mañana, se fueron acercando a la Iglesia niños y padres que no estaban
seleccionados. Se les encaminaba al aula 10 y allí, ellos mismos escogían sus
juguetes. Fue una fiesta de ilusión hecha posible por la generosidad de todos
los fieles, por los voluntarios que se dieron un “atracón de horas”
preparándolos y por los tres Reyes magos que hicieron las delicias de pequeños
y grandes. Es poco decir gracias a todos.
“Sostenidos
por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando
«unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia”. (2 P 3,
13).
El amor de Dios fundamenta nuestro amor a Él y al prójimo y es
mandamiento que nos recomendó el Señor Jesús. No hay vida cristiana ni
comunidad de amigos de Jesús, sin el ejercicio de la caridad que el Espíritu
depositó en nuestros corazones en el bautismo.
La nuestra es una comunidad solidaria, pero queda mucho por hacer
en este mundo maltratado por la crisis, los egoísmos, las desigualdades, la
corrupción que perjudica a los más débiles. Anhelemos la justicia, vivamos la
fraternidad y amamos la solidaridad, porque Dios la quiere para sus hijos.
Gracias a todos, especialmente a los voluntarios por vivir así la fe y la
caridad
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