27 febrero 2013

La verdad

Benedicto XVI

Está a la vista que el concepto de verdad ha caído bajo sospecha. Por supuesto, es cierto que se ha abusado mucho de él. En nombre de la verdad se ha llegado a la intolerancia y a la crueldad. En tal sentido se tiene temor cuando alguien dice que tal cosa es la verdad o hasta afirma poseer la verdad. Nunca la poseemos; en el mejor de los casos, ella nos posee a nosotros. Nadie discutirá que es preciso ser cuidadoso o cauteloso al reivindicar la verdad. Pero descartarla sin más como inalcanzable ejerce directamente una acción destructiva.

Gran parte de la filosofía actual consiste realmente en decir que el hombre no es capaz de la verdad. Pero, visto de este modo, tampoco sería capaz de la ética. No tendría parámetro alguno. En tal caso habría que cuidar del modo en que uno más o menos se las arregla, y el único criterio que contaría sería, en todo caso, la opinión de la mayoría. Pero qué destructivas pueden ser las mayorías nos lo ha demostrado la historia reciente, por ejemplo, en sistemas como el nazismo y el marxismo, los cuales han estado particularmente en contra también de la verdad […] es preciso tener la osadía de decir: sí, el hombre debe buscar la verdad, es capaz de la verdad. Es evidente que la verdad necesita criterios para ser verificada y falsada. También ha de ir acompañada de tolerancia. Pero la verdad nos muestra entonces aquellos valores constantes que han hecho grande a la humanidad. Por eso hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de reconocer la verdad y de permitirle constituirse en parámetro.

El contenido central de Evangelio de Juan consiste en que la verdad no puede imponer su dominio mediante la violencia, sino por su propio poder: Jesús atestigua ante Pilato que es la Verdad y el testigo de la verdad. Defiende la verdad no mediante legiones, sino que, a través de su pasión, la hace visible y la pone también en vigencia.

BENEDICTO XVI, Luz del mundo. Una conversación con Peter Seewald. Barcelona, Herder, 2010, p. 63-64.

25 febrero 2013

Estoy en ello

Con la publicación de este documental elaborado por Cáritas, nosotros también queremos lanzar un mensaje de ánimo a todos los que están en ello.

24 febrero 2013

El sueño de la razón

Francisco Javier Bernad Morales

En el retrato que le hiciera Goya en 1798 vemos a un Jovellanos pensativo y fatigado. No lee el papel que, con gesto desmayado, sostiene en la mano derecha, su cabeza reposa sobre el brazo izquierdo, y su mirada se dirige hacia el espectador como si quisiera comunicarle la causa de su cansancio y de su pesadumbre. Algo en el cuadro, quizá las ropas, quizá los muebles, recuerda el Capricho 43, cuyo dibujo preparatorio es de 1797. En éste el personaje, incómodamente recostado, parece vencido por el agotamiento, ajeno al animal de aspecto gatuno que le contempla y a los seres alados con apariencia de búhos y murciélagos que se aproximan amenazadores. Podemos imaginar que en el grabado se materializan los motivos de la preocupación que embarga a Jovellanos y que su mirada no alcanza a transmitir. Puede que los monstruos sean deseos oscuros e inconfesables mantenidos a raya durante la vigilia, pero que, tan pronto como se relaja el control de la conciencia, afloran prestos a derramarse por el mundo como los males encerrados en la caja de Pandora; pero es también posible que no sean sino el producto de una razón que, 
olvidada de todo límite, se sueña omnipotente. Jovellanos y Goya han sido testigos de los extravíos de una razón deificada, de los crímenes cometidos por idealistas embriagados de virtud y dispuestos a sacrificarlo todo por el bien del género humano. En el año terrible de 1794, Jovellanos había escrito a Alexander Jardine:

Jamás concurriré a sacrificar la generación presente por mejorar las futuras [...] Alabo a los que tienen valor para decir la verdad, a los que se sacrifican por ella; pero no a los que sacrifican otros entes inocentes a sus opiniones, que por lo común no son más que sus deseos personales, buenos o malos [1].

Nobles y hermosas palabras que todos deberíamos grabar en nuestro corazón.  Jovellanos supo hacerles honor. Por amor a la verdad arrostró la indigna y cruel persecución del Príncipe de la Paz, y rechazó con ejemplar dignidad los requerimientos que, en nombre de José I, le hicieran viejos amigos, ministros del último monarca ilustrado:

La causa de mi país, como la de otras provincias, puede ser temeraria; pero es a lo menos honrada, y nunca puede estar bien a un hombre que ha sufrido tanto por conservar su opinión, arriesgarla tan abiertamente cuando se va acercando el término de su vida [2].

            Después, nuevos sinsabores. Los patriotas españoles afilaban contra los franceses los cuchillos con que pronto se degollarían entre sí, y ya nadie podía escuchar, cegado el entendimiento por llamaradas de odio, los prudentes consejos del valeroso pensador asturiano. Napoleón, legítimo vástago de la Revolución, conducía hacia la muerte a los jóvenes franceses por los caminos de Europa y escarnecía la nueva idea de soberanía nacional, al repartir cetros y coronas entre hermanos y cuñados. La libertad y la igualdad, fervorosa y esperanzadamente invocadas en 1789, han devenido en uno de esos gigantescos potlatchs destructivos a que intermitentemente nos entregamos los europeos. Goya, de nuevo, nos muestra el horror de la matanza, el abismo de crueldad por el que los humanos parecemos siempre dispuestos a despeñarnos. Su testimonio es el de un sufrimiento concreto y a la vez eterno, el que padecen los seres humanos cuyas vidas, truncadas para siempre, se ofrecen en el altar insaciable de la felicidad pública. Años antes, Thomas Paine había defendido la Revolución francesa ante las críticas de Burke:

Las revoluciones que han ocurrido en otros países europeos se han visto impulsadas por el odio personal. La ira se dirigía contra el hombre, que se convertía en la víctima. Pero en el caso de Francia asistimos a una revolución regenerada en la contemplación racional de los derechos del hombre, y que distingue desde el comienzo entre las personas y los principios [3].

Es realmente lamentable que los principios y las ideas carezcan de cuello, debió pensar el débil y bondadoso Luis XVI camino del cadalso, aunque quizá le confortara el pensamiento de que a sus verdugos no les guiaba ningún resentimiento personal, y que se limitaban a aplicar de manera rigurosa los dictados de la razón y a defender los derechos del hombre. 

Por aquellas mismas fechas el abate Marchena, arrastrado quizá por la emoción, quizá llevado por la incontinencia retórica, había proclamado:

el gobierno del Pueblo es la verdadera teocracia, el verdadero gobierno de Dios [4].        

            El pueblo ocupa en la mente de estos revolucionarios empapados en Rousseau el lugar que antaño correspondiera a Dios en el delirio de los anabaptistas de Münster. Rubín de Celis se refiere al pueblo en términos que parecen reservados a la divinidad:

Sí, ciudadanos, el pueblo es siempre el dueño, siempre el poderoso, siempre el justo, siempre infalible cuando decide por sí mismo [...] [5]

            En el momento en que con énfasis un tanto grandilocuente se afirman los derechos de los individuos, surgen el pueblo y la nación como entes colectivos a los que toda individualidad debe sacrificarse. Los franceses, recién creados libres e iguales, corren a dar la vida no ya para liberar de la tiranía al resto de los hombres, sino para mayor gloria de Napoleón. La energía con que España se opone a la agresión napoleónica es del mismo tipo que la que sacudió a Francia contra la intervención extranjera en tiempos de la Convención. Recordemos una vez más a Jovellanos:

España no lidia por los Borbones ni por Fernando; lidia por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores y independientes de toda familia o dinastía. España lidia por su religión, por su Constitución, por sus leyes, sus costumbres, sus usos, en una palabra por su libertad, que es la hipoteca de tantos y tan sagrados derechos [6].

            La Revolución ha desencadenado una fuerza poderosa e incontrolable. Sus pretensiones de universalidad han echado la simiente del odio entre las naciones europeas. Si en las palabras de Marchena o de Rubín de Celis aun alienta el espíritu cosmopolita de la Ilustración, y el pueblo, ese pueblo sacralizado y revestido de atributos divinos, aun puede representar al conjunto de la Humanidad; pronto pasará a hablarse de pueblo francés o español o alemán, concebidos cada uno de ellos en oposición a los demás. Si los revolucionarios de la primera hora hallaron su inspiración en la Grecia clásica y en la República Romana, sus epígonos la buscarán en los tiempos medievales e incluso prerromanos, y así, mientras que los primeros crearon un pasado universal, los segundos inventarán uno particular; cada cual a la medida del futuro deseado. El sujeto de la historia no serán los seres humanos, tampoco la Humanidad, sino las naciones, las patrias, un nuevo ídolo ávido de sangre.

            La visión ha cambiado, se ha hecho más estrecha, pero la enajenación persiste inalterada: el individuo, tal como lo expresa Rousseau, queda en todo sometido a la colectividad:

Así como la naturaleza ha dado al hombre un poder absoluto sobre todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los suyos [7].

            Este poder alcanza a privarle de la vida:

El que quiere conservar su vida a expensas de los demás, debe también exponerse por ellos cuando sea necesario. En consecuencia, el ciudadano no es el juez del peligro a que la ley lo expone, y cuando el soberano le dice: ‘es conveniente para el Estado que tú mueras’, debe morir, ya que bajo esa condición ha vivido en seguridad hasta entonces, y su vida no es ya solamente un beneficio de la naturaleza, sino un don condicional del Estado [8].

            La voluntad general, que encuentra su forma de expresión en el Estado, es diferente de las voluntades individuales en tanto que éstas se refieren a intereses particulares y aquélla al interés común[9]. Como señala María José Villaverde:

El poder absoluto de la colectividad se ejerce así sin misericordia contra aquél que disiente, contra todo aquél que no acepte la voluntad general, que no es la voluntad de todos ni la voluntad de la mayoría, sino un ente abstracto y metafísico que se sitúa por encima de los individuos reales y que decide por ellos [10].

Abre así Rousseau, aunque seguramente sin ser consciente de ello, una perspectiva inquietante. Aunque para él parezca que la única manera de determinar cuáles sean las necesidades y deseos colectivos consiste en la deliberación libre de todos los componentes del cuerpo político y en la sumisión a lo decidido por la mayoría, no quedan claramente establecidos los derechos de las minorías y sobre todo de los individuos. Es más, cabe pensar que no todos los seres humanos son igualmente conscientes del interés general, e incluso que algunos no lo son en absoluto, en tanto que otros, por su ciencia, intuición o algún tipo de genialidad, están especialmente capacitados para percibirlo, lo que les convierte en naturales guías de los demás. En nada de esto pensaba el filósofo ginebrino, pero eso no obsta para que sus ideas abrieran el camino a los caudillos carismáticos de tan funesto recuerdo. En ellos se ha encarnado en algún momento la voluntad general, en ellos han tomado cuerpo las aspiraciones de las masas, ese deseo de todos al que confusamente se refería Campanella. La frase “L’État c’est moi”, atribuida a Luis XIV, no alcanza pleno significado más que si la suponemos en boca de Hitler, Mussolini, Stalin o algún otro de los dictadores totalitarios de nuestro siglo.  A la postre, el totalitarismo se revela como un efecto secundario de la democracia  Así lo percibió Ortega en el momento en que la barbarie lanzaba su más feroz asalto contra la civilización europea, cuando la libertad parecía ahogarse en un desprestigio casi universal, relegada al triste papel de instrumento oxidado e inservible, años después de que Lenin espetara a Fernando de los Ríos el célebre exabrupto “libertad ¿para qué?”:

La vieja democracia vivía templada por una abundante dosis de liberalismo y de entusiasmo por la ley. Al servir a estos principios, el individuo se obligaba a sostener en sí mismo una disciplina difícil. Al amparo del principio liberal y de la norma jurídica podían actuar y vivir las minorías. Democracia y ley, convivencia legal, eran sinónimos. Hoy asistimos al triunfo de una hiperdemocracia en que la masa actúa directamente sin ley, por medio de materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos. Es falso interpretar las situaciones nuevas como si la masa se hubiese cansado de la política y encargase a personas especiales su ejercicio. Todo lo contrario. Eso era lo que antes acontecía, eso era la democracia liberal. La masa presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. Ahora, en cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a sus tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo. Por eso hablo de hiperdemocracia [11]

En una intrascendente película de la Disney, un chimpancé es el infalible indicador de las preferencias del telespectador medio. Hitler, Stalin, Mussolini, Franco o Pétain, con su mediocridad, su grosería, sus prejuicios, su estrechez de miras y su crueldad fueron los depositarios de las inquietudes y deseos de las masas que creyeron dirigir. Durante algún tiempo en ellos se expresó de la manera más inequívoca la voluntad general.




[1]  JOVELLANOS, Gaspar Melchor. Carta a Alexander Jardine. Epistolario. Barcelona. Labor. 1970. p. 90.
[2]  JOVELLANOS, Gaspar Melchor. Carta a José Mª. Mazarredo. Ibidem. p 170.
[3] PAINE, Thomas. Derechos del Hombre. Madrid. Alianza Editorial. 1984. p. 44. Es preciso hacer notar que Paine se opuso a la ejecución de Luis XVI.
[4]  MARCHENA, Abate. Improvisación de un español, admitido por aclamación y con unanimidad, en el Club de los Amigos de la Constitución de Bayona. En Pan y toros y otros papeles sediciosos del siglo XVIII. De. Antonio ELORZA. Madrid. Ayuso. 1971. p. 36.
[5]  RUBÍN DE CELIS, M. Discurso sobre los principios de una constitución libre. Ibidem. p. 54.
[6] JOVELLANOS, Gaspar Melchor. Carta a Francisco Cabarrús. Op. cit. p. 175.
[7] ROUSSEAU, J. J. El contrato social. Libro II, Capítulo IV. Madrid. Edaf. 1981. p. 74.
[8] Ibidem. Libro II. Capítulo V. p. 79 - 80.
[9]  “lo que generaliza la voluntad no es tanto el número de votos como el interés común que los une”. Ibidem. Libro II. Capítulo IV. p. 76.
[10] VILLAVERDE, Mª. José. “Cosmopolitismo y patriotismo”. Claves de razón práctica. Nº 90. Marzo de 1999. p. 74.
[11]  ORTEGA Y GASSET, José. La rebelión de las masas. Madrid. Espasa Calpe. 1995. p. 79.

23 febrero 2013

La Pasión, su último secreto

Carmen Sáez Gutiérrez

Ayer, un grupo de feligresas nos animamos a asistir a la representación de La Pasión, su último secreto en el Teatro Auditorio de la Casa de Campo de Madrid, una producción de la Compañía Narea, dirigida por César Alcázar, que escenifica con lealtad y respeto a los Evangelios, distintos momentos de la vida adulta de Cristo: Las Bienaventuranzas, el encuentro con la Samaritana, con la Magdalena, Getsemaní, La Última Cena… hasta llegar a la Cruz, que no es el final sino el principio  de la Vida, el Cristo Resucitado que sale a escena.
El acto se inicia con la presentación de unos audiovisuales que lanzan distintas noticias que nos bombardean y nos impiden detenernos a reflexionar sobre el sentido último de la existencia. Así pues, se nos ofrece una invitación a parar, a detenernos y pensar, a adentrarnos en la Historia de la Salvación y a emocionarnos con ella.
Dentro de un estilo sencillo, los decorados van cambiando y conformando los distintos escenarios de la obra, con gran plasticidad y muy pocos elementos. El vestuario es fiel a la situación y la interpretación hace creíble el mensaje, al tiempo que sugiere una relación empática por la cercanía que genera.
La obra cuenta con la colaboración de la Cadena Cope y de 13 tv. Se representará hasta el 31 de marzo.

22 febrero 2013

21 febrero 2013

Fe y razón

 "La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre "los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, "para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (DV 5). Así, según el adagio de S. Agustín (serm. 43,7,9), "creo para comprender y comprendo para creer mejor". 
Fe y ciencia. "A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero" (Cc. Vaticano I: DS 3017). "Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nuca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son" (GS 36,2).

Catecismo de la Iglesia Católica (158 y 159)

20 febrero 2013

Marxismo y teología

Jospeh Ratzinger recuerda en este texto la época de finales de los años sesenta, cuando él enseñaba en la universidad de Tubinga. Son los años del mitificado mayo del 68, un tiempo de protesta y de ilusiones, que dejó tras de sí, como lamentable herencia, un sinfín de grupúsculos izquierdistas, muchos de los cuales terminaron por recurrir al terrorismo o al menos simpatizaron con él. Aquella famosa primavera, tan ensalzada por tantos que no la conocieron, no fue sino la antesala de los años de plomo, los de las Brigadas Rojas, el IRA Provisional,  ETA, el FRAP o los GRAPO, los del asesinato de Aldo Moro y los atentados contra policías, militares, empresarios o simples trabajadores que pasaban por allí; cuyas muertes, como siglos antes las de los pecadores en el Münster enloquecido de Jan Bockelson, no eran sino un sacrificio necesario, un paso adelante en el camino de Utopía (Francisco Javier Bernad Morales).

La acogida del existencialismo en la teología, tal y como había llevado a cabo Bultmann, no había dejado incólume la teología. Como he recordado ya, en mi curso de cristología había intentado reaccionar a la reducción existencialista y aquí y allá -sobre todo, en el curso sobre Dios que había impartido inmediatamente después- había intentado ponerle contrapesos extraídos del pensamiento marxista que, precisamente por sus orígenes judeo-mesiánicos, conserva elementos cristianos. Pero la destrucción de la teología que tenía lugar a través de su politización en dirección al mesianismo marxista era incomparablemente más radical, justamente porque se basaba en la esperanza bíblica, pero la destrozaba porque conservaba el fervor religioso eliminando, sin embargo, a Dios y sustituyéndolo por la acción política del hombre. Queda la esperanza, pero el puesto de Dios es reemplazado por el partido y, por tanto, el totalitarismo de un culto ateo que está dispuesto a sacrificar toda humanidad a su falso Dios. He visto sin velos el rostro cruel de esta devoción atea, el terror psicológico, el desenfreno con que se llegaba a renunciar a cualquier reflexión moral, considerada como un residuo burgués, allí donde la cuestión era el fin ideológico. Todo esto es de por sí suficientemente alarmante, pero llega a ser un reto inevitable para los teólogos cuando se lleva adelante la ideología en nombre de la fe y se usa la Iglesia como su instrumento.

RATZINGER, Joseph. Mi vida. Madrid, Encuentro, 2005.p. 136-137. 

18 febrero 2013

Agustina Misionera

Presentamos hoy esta canción dedicada a las agustinas misioneras. En el video clip podemos reconocer a sor Laurentina, religiosa que, durante varios años, nos ha acompañado en la parroquia. Con la exhibición de la grabación queremos reconocer la labor que estas hermanas hacen en nuestra parroquia y en todos sus lugares de misión.


17 febrero 2013

Nadie fue ayer...

León Felipe

Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.

Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.

16 febrero 2013

En la renuncia de Benedicto XVI

Francisco Javier Bernad Morales

El Santo Padre nos ha sorprendido con una decisión totalmente desacostumbrada. Son muy pocos los papas que han renunciado a su puesto. El último, Gregorio XII, lo hizo en 1415, en un intento de poner fin al Cisma de Occidente, un conflicto que había desgarrado a la cristiandad católica. Se trataba en aquellos momentos  de devolver la unidad a una iglesia dividida por tres obediencias distintas. Entonces, el concilio de Constanza, el mismo que condenó como hereje a Jan Hus, acordó pedir la renuncia a Juan XXIII, Benedicto XIII (ambos considerados antipapas) y Gregorio XII, el único elegido canónicamente y, por tanto, verdadero papa. Tan solo este aceptó.  Nada tienen que ver  con aquello las circunstancias actuales. Ahora nos encontramos ante un abandono motivado por la debilidad física, que no intelectual, de un hombre de edad avanzada que, tras profunda reflexión, ha llegado al convencimiento de que por el bien de la Iglesia es preciso ceder el puesto. No se trata de una decisión repentina, producto de un momento de desánimo, sino de algo madurado lentamente en el interior de una conciencia entregada a la oración.
No faltan, como es habitual cuando se trata de asuntos relacionados con el Vaticano, quienes hablan de enfrentamientos en la curia, de un papa vencido por un entorno hostil o incluso de oscuras conspiraciones. No debemos los católicos dejarnos seducir por lucubraciones de ignorantes. ¿Acaso no tiene Benedicto XVI una larga experiencia en el Vaticano? ¿No fue el más estrecho colaborador de Juan Pablo II? ¿No era denostado por todos los sedicentes progresistas como un riguroso defensor de una ortodoxia pretendidamente rancia? Se ha comparado su renuncia a la de Celestino V en 1294, pero esta fue la de un ermitaño que, tras tan solo seis meses de pontificado, se reconoce incapaz para el puesto. Joseph Ratizinger, en cambio, llegó al pontificado tras largos años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ningún parecido, pues, con un eremita supuestamente ingenuo.
Lo llamativo, más allá de lo inesperado del anuncio, es el contraste que su decisión establece con la figura de su antecesor, quien había elegido dar a un mundo que, dominado por el hedonismo, pretende ocultar el sufrimiento y la muerte, el testimonio heroico de su propio padecimiento. Nos hizo así recordar, a menudo a nuestro pesar, cuál es nuestro destino en este mundo, y de ese modo nos obligó a mirar cara a cara a los ancianos y enfermos, y reconocer en ellos a nuestro prójimo. ¿Significa esto que Benedicto XVI critica implícitamente con su renuncia la opción adoptada por Juan Pablo II? No lo estimo así. Ambas posturas, más allá de una apariencia superficial, no son contradictorias, sino complementarias. Karol Wojtyla eligió mostrar públicamente su dolor y su decadencia, convirtiendo sus últimos años de vida en un llamamiento público a una conciencias romas embrutecidas por el afán de gozar del instante, que, incapaces de mirar sin horror el final de vida, prefieren engañarse fingiendo creer que esta ha de durar siempre. Ratzinger ha preferido, en cambio, retirarse a un discreto segundo plano, y entregarse de lleno a la oración y al recogimiento. Su renuncia se convierte en un ejemplo vivo para todos aquellos que disfrutan de posiciones de poder. Si hubiera continuado en el puesto nos habría acostumbrado a la imagen del papa como alguien decrépito a quien sería muy fácil achacarle ignorancia del mundo. Se trata, como antes decía, de dos testimonios que no se oponen, sino que nos muestran facetas distintas del ser humano y que constituyen un supremo ejemplo de dignidad. ¿No se precisa acaso un enorme valor para romper con una tradición firmemente establecida?

15 febrero 2013

La cuaresma

Fray José Souto, agustino

La Liturgia de la Iglesia alimenta nuestra vida cristiana desplegando en el tiempo el misterio de la salvación. Posibilita la evangelización, la santificación de los fieles, la edificación de la comunidad cristiana. Es marco de adoración, acción de gracias, escucha de la palabra, conversión, encuentro, motivaciones piedad. Hace cercano e inteligible el misterio de la fe.
La Cuaresma es un tiempo privilegiado del Año Litúrgico. Su meta es la preparación de la vivencia de la Pascua, a través de  la conversión, de la renovación espiritual. Durante cuarenta días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, acompañamos al Señor en su subida a Jerusalén, participando en su voluntad de entrega salvadora.
El Tiempo de Cuaresma es rico en sus manifestaciones:
Es tiempo de oración, comunitaria y personal: vivencia de la liturgia, práctica de los sacramentos, especialmente de la eucaristía y de la penitencia, escucha de la palabra de Dios leída o proclamada, interioridad y reflexión, prácticas de piedad…
Tiempo de fraternidad, caridad y comunión, expresada en la limosna y en el cumplimiento del mandato de amor y en la acogida de los hijos de Dios más débiles, conforme al mandato explícito del Señor de amor a Dios y al prójimo.
Tiempo de ascesis penitencial, dolor de nuestras culpas, confesión sacramental, ayuno, abstinencia; intento de purificación para acompañar al Señor en su entrega.
Tiempo de prácticas tradicionales herencia de la historia de la piedad del pasado: viacrucis, retiros, charlas cuaresmales...
“el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador de mundo”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 6.
Cuarenta días de persistencia en el intento de mejorar nuestra vida cristiana, de convertirnos para participar en el misterio pascual que desplegaremos en la Semana Santa, coronándolo con la alegría pascual.
Cuaresma en el contexto del Año de la Fe:
La vida cristiana es respuesta a la llamada de Dios que es Amor y nos anima a la conversión, al esfuerzo, asistido por su gracia, para vivir el ideal que Cristo nos ofrece en el Evangelio.
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16).
El cristiano, y la misma comunidad, creyente están siempre, necesitados de conversión, de asumir el reto que encierra el “sed perfectos como vuestro Padre celestial…”
Benedicto XVI, nos ofrece pautas para vivir la fe en este tiempo de Cuaresma. Seleccionamos algunas para nuestro empeño de mejora y conversión:
Profundizar en los contenidos y la naturaleza de la fe. Al hablar de la fe nos referimos preferentemente al conjunto de verdades y creencias (credo), pero dejamos en penumbra el acto mismo por el que creemos. El Papa nos recuerda:
“Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
Ambas dimensiones son necesarias, pero la esencia de la fe reside en la adhesión personal a la persona de Cristo:
«no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sóoo un "mandamiento'', sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro». Benedicto XVI, Deus caritas est, 1.
Además de Credo, la fides es encuentro, adhesión, fidelidad, vivencia de amistad, confianza, respuesta a la iniciativa de Dios:
“el conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia… ”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 10.
“Existe unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos… El apóstol Pablo escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa»  El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 10.
Vivir, confesar, y celebrar la fe. La fe no puede ser algo implícito, un “presupuesto obvio de la vida común”. Ha de ser pensada, vivida y celebrada, para que sea salvífica:
“intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía…”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
“confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”.  Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.

Testimoniar la fe. Evangelizar con el testimonio:
«Caritas Christi urget nos»: es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.

“que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
Unir fe y caridad. El Dios en quien creemos es Padre de todos y en Cristo. todos somos hermanos:
“La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, para servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
“Es importante recordar que la mayor obra de caridad es la evangelización, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva…, la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
Fortalecer la fe. Nos recuerda el Papá que la fe
“la fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza… que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que… tiene su origen en Dios. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.
Que, desde la fe renovada, profesada, celebrada, vivida, rezada y testimoniada, podamos aprovechar este tiempo de gracia. Que la Cuaresma propicie nuestra conversión interior y la edificación de la comunidad parroquial. ¡Nos espera la alegría luminosa de la Pascua, caminemos ahora con al Señor!

13 febrero 2013

Cursos Alpha


Cursos Alpha
El próximo 18 de febrero tendrá lugar el XIV curso Alpha en la parroquia agustina Sor Ángela de la Cruz de Madrid.
Presentamos la información que ofrece la parroquia  sobre dicho curso.

¿Qué es Alpha?
El curso Alpha es una oportunidad para que cualquiera pueda explorar la fe cristiana
Tiene lugar en un ambiente relajado, amistoso, y divertido.
Se empieza con una cena antes de cada charla, dando a los participantes la oportunidad de conocerse unos a otros.
Se escucha, aprende, discute, y descubre.  Cualquier pregunta es válida. En Alpha ninguna pregunta es demasiado sencilla u hostil.
¿Qué implica?
El curso Alpha consiste en una serie de charlas sobre temas como, “¿Quién es Jesús?” y “¿Cómo nos guía Dios?” 

¿Para quién es Alpha?
Alpha es para todos, especialmente:
¨       Para los que quieren explorar la fe cristiana
¨       Para los que tienen inquietudes espirituales
¨       Para los que quieren renovar su fe

¿Cuánto cuesta?
El curso Alpha es totalmente gratuito.

¿Cuándo?
A partir del 18 de febrero de 2013, todos los lunes de 20:00 a 22:15, durante sólo 10 semanas

¿Dónde?  
Parroquia Santa Ángela de la Cruz
C/ César Manrique, 7 - MADRID

11 febrero 2013

La caridad como vida en la fe

Benedicto XVI

Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).
Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).

La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos engendrados como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar concretamente en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga5,22). La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30).


Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2013

10 febrero 2013

Porta fidei (II)

Ayer, 9 de febrero, procedimos en al parroquia a la lectura comunitaria de los puntos 6, 7 y 8 de la carta apostólica Porta fidei.

08 febrero 2013

¿Cómo actuar como verdaderos cristianos?

¿Cómo actuar como verdaderos cristianos?

De manera que el Señor pueda decir de nosotros:

Cuando tuve hambre, me diste de comer.
Cuando tuve sed, me diste de beber.
Cuando no tenía vivienda, me abriste tus puertas.
Cuando estaba desnudo, me diste tu manto.
Cuando estaba cansado, me ofreciste reposo.
Cuando estaba intranquilo, me calmaste.
Cuando era niño, me enseñaste a leer.
Cuando estaba solo, me trajiste el amor.
Cuando estaba en la cárcel, viniste a mi celda.
Cuando estaba enfermo, me cuidaste.
En país extranjero, me diste buena acogida.
Herido en combate, vendaste mis heridas.
En negro, amarillo o blanco y llevaste mi cruz.
Era anciano y me ofreciste una sonrisa.
Estaba preocupado y compartiste mi pena.
Y cuando era feliz, compartías mi alegría.
Lo que hicisteis al más pequeño de los míos, a mí
me lo hicisteis. Ahora, entrad en la casa de mi Padre"

Madre Teresa de Calcuta


Actividad solidaria de la parroquia

Fray José Souto OSA

Entre Navidad y Cuaresma aminora un poco la presión y el trabajo, es tiempo oportuno para una información más puntual y sosegada sobre la acción social de la Comunidad parroquial: tu solidaridad, la solidaridad de todos.
Cuatro son las dimensiones de la pastoral parroquial: evangelización, vida cristiana, edificación de la comunidad y relaciones con el entorno. En este comunicado nos centramos en la cuarta, en las relaciones solidarias: Cáritas, Colectas, Campañas, Atención a enfermos…

“El Año de la fe será una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad”. Benedicto XVI.

Cáritas Parroquial

Las prioridades de Cáritas en nuestra parroquia son: acogida, alimentos y ropa. Para solventarlas hay varios equipos de atención, integrados por un total de más de 35 voluntarios. Se atiende el martes, miércoles y jueves por la mañana y el jueves por la tarde. La afluencia promedio suele ser de dieciocho personas por sesión, unas doce para ropa y alimentos y unas cuatro solo para ropa (algunas parroquias de Móstoles no tienen ropero y derivan a la nuestra a su gente). A la semana se atiende un promedio de 65 familias; al mes, unas 250.

«Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40).

Nos abastecemos del Banco de Alimentos de la Comunidad de Madrid, del que recogemos, una vez al mes, alimentos perecederos y del FEGA, del que traemos cuatro veces al año, alimentos no perecederos. Compramos alimentos que no recibimos o que son insuficientes, con las donaciones de los fieles. En 2012, el aporte de los fieles ha llegado a 25.768,84 €. Periódicamente damos información de las colectas y donativos.

“¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?”. Santiago Apóstol.

Solidaridad externa

A lo largo del año realizamos colectas y actividades varias para necesidades ajenas a la comunidad parroquial. El resultado lo publicamos a lo largo del año, en las carteleras de información. En 2012, fue de 21.280, 47 €, como sigue:

Migraciones (1.074,48), Manos Unidas (3.284,99), Infancia Misionera (354,00), Seminario (1.815,00), Cáritas: Campaña de Empleo (1.456,34), Santos Lugares (540,00), Misiones agustinianas (1.763,41), Cáritas diocesana: Corpus (3.515,25), DOMUND (3.048,00), Iglesia diocesana (1.631,50), Mercadillo Solidario (2.412,50) y donativos a favor de las Misiones Agustinianas (385,00).

“La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 14.

Campaña de Navidad: Alimentos

Se seleccionaron, este año, ochenta y tres familias para la Campaña de Navidad, pero se prepararon alimentos para ochenta y ocho, por un total de 3.342 kilos. Como todos los años, hubo otras donaciones de alimentos de Cáritas, durante este tiempo de Navidad, que no se recogen en esta información básica. La cantidad de alimentos donados a cada familia fue proporcional al número de miembros, como se muestra es este cuadro:

Nº Miembros
por familia          Nº de Familias       Kilos asignados      Total de Kilos

                1                               7                           25                           175
                2                             19                           30                           570
                3                             28                           35                           980
                4                             15                           40                           600
                5                             12                           45                           540
                6                               6                           52                           312
                9                               1                           65                             65

Total:                                      88                                                       3.342 aprox.

“Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado. Estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 14.

Campaña de Navidad: Donativos

Se recibieron 4.405 € en donativos, que se destinaron a:            


Compra de alimentos
440,56 €


Ayudas, aguinaldo… con cestas
4.200, 00 €


Limosnas, ayudas varias
444,00 €


Para envolver juguetes, pilas…
146,65 €


Billete falso, otros gastos           
48,85 €


Total gastado
5.280.06 €


El faltante se tomó de Cáritas:                     875,06 €

“Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida”. (ídem)

Campaña de Navidad: Juguetes

El 5 de enero, se entregaron los juguetes de la Campaña de Navidad. Se atendió a ciento cincuenta y tres niños de setenta familias. Además de los quinientos cuarenta y nueve juguetes que los voluntarios seleccionaron, pusieron a punto, limpiaron y envolvieron; hubo, aproximadamente otros seiscientos que se dieron “al natural”. Los niños recibieron de los Reyes, en la Iglesia, los juguetes asignados (hasta cinco en algunos casos) y a continuación bajaron los salones a escoger otros cuatro o cinco. A medida que avanzaba la mañana, se fueron acercando a la Iglesia niños y padres que no estaban seleccionados. Se les encaminaba al aula 10 y allí, ellos mismos escogían sus juguetes. Fue una fiesta de ilusión hecha posible por la generosidad de todos los fieles, por los voluntarios que se dieron un “atracón de horas” preparándolos y por los tres Reyes magos que hicieron las delicias de pequeños y grandes. Es poco decir gracias a todos.

“Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia”. (2 P 3, 13).

El amor de Dios fundamenta nuestro amor a Él y al prójimo y es mandamiento que nos recomendó el Señor Jesús. No hay vida cristiana ni comunidad de amigos de Jesús, sin el ejercicio de la caridad que el Espíritu depositó en nuestros corazones en el bautismo.

La nuestra es una comunidad solidaria, pero queda mucho por hacer en este mundo maltratado por la crisis, los egoísmos, las desigualdades, la corrupción que perjudica a los más débiles. Anhelemos la justicia, vivamos la fraternidad y amamos la solidaridad, porque Dios la quiere para sus hijos. Gracias a todos, especialmente a los voluntarios por vivir así la fe y la caridad