15 febrero 2013

La cuaresma

Fray José Souto, agustino

La Liturgia de la Iglesia alimenta nuestra vida cristiana desplegando en el tiempo el misterio de la salvación. Posibilita la evangelización, la santificación de los fieles, la edificación de la comunidad cristiana. Es marco de adoración, acción de gracias, escucha de la palabra, conversión, encuentro, motivaciones piedad. Hace cercano e inteligible el misterio de la fe.
La Cuaresma es un tiempo privilegiado del Año Litúrgico. Su meta es la preparación de la vivencia de la Pascua, a través de  la conversión, de la renovación espiritual. Durante cuarenta días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, acompañamos al Señor en su subida a Jerusalén, participando en su voluntad de entrega salvadora.
El Tiempo de Cuaresma es rico en sus manifestaciones:
Es tiempo de oración, comunitaria y personal: vivencia de la liturgia, práctica de los sacramentos, especialmente de la eucaristía y de la penitencia, escucha de la palabra de Dios leída o proclamada, interioridad y reflexión, prácticas de piedad…
Tiempo de fraternidad, caridad y comunión, expresada en la limosna y en el cumplimiento del mandato de amor y en la acogida de los hijos de Dios más débiles, conforme al mandato explícito del Señor de amor a Dios y al prójimo.
Tiempo de ascesis penitencial, dolor de nuestras culpas, confesión sacramental, ayuno, abstinencia; intento de purificación para acompañar al Señor en su entrega.
Tiempo de prácticas tradicionales herencia de la historia de la piedad del pasado: viacrucis, retiros, charlas cuaresmales...
“el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador de mundo”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 6.
Cuarenta días de persistencia en el intento de mejorar nuestra vida cristiana, de convertirnos para participar en el misterio pascual que desplegaremos en la Semana Santa, coronándolo con la alegría pascual.
Cuaresma en el contexto del Año de la Fe:
La vida cristiana es respuesta a la llamada de Dios que es Amor y nos anima a la conversión, al esfuerzo, asistido por su gracia, para vivir el ideal que Cristo nos ofrece en el Evangelio.
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16).
El cristiano, y la misma comunidad, creyente están siempre, necesitados de conversión, de asumir el reto que encierra el “sed perfectos como vuestro Padre celestial…”
Benedicto XVI, nos ofrece pautas para vivir la fe en este tiempo de Cuaresma. Seleccionamos algunas para nuestro empeño de mejora y conversión:
Profundizar en los contenidos y la naturaleza de la fe. Al hablar de la fe nos referimos preferentemente al conjunto de verdades y creencias (credo), pero dejamos en penumbra el acto mismo por el que creemos. El Papa nos recuerda:
“Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
Ambas dimensiones son necesarias, pero la esencia de la fe reside en la adhesión personal a la persona de Cristo:
«no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sóoo un "mandamiento'', sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro». Benedicto XVI, Deus caritas est, 1.
Además de Credo, la fides es encuentro, adhesión, fidelidad, vivencia de amistad, confianza, respuesta a la iniciativa de Dios:
“el conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia… ”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 10.
“Existe unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos… El apóstol Pablo escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa»  El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 10.
Vivir, confesar, y celebrar la fe. La fe no puede ser algo implícito, un “presupuesto obvio de la vida común”. Ha de ser pensada, vivida y celebrada, para que sea salvífica:
“intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía…”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
“confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”.  Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.

Testimoniar la fe. Evangelizar con el testimonio:
«Caritas Christi urget nos»: es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.

“que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble”. Benedicto XVI, Porta Fidei, 9.
Unir fe y caridad. El Dios en quien creemos es Padre de todos y en Cristo. todos somos hermanos:
“La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, para servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
“Es importante recordar que la mayor obra de caridad es la evangelización, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva…, la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana”. Benedicto XVI, Mensaje… Cuaresma 2013.
Fortalecer la fe. Nos recuerda el Papá que la fe
“la fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza… que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que… tiene su origen en Dios. Benedicto XVI, Porta Fidei, 7.
Que, desde la fe renovada, profesada, celebrada, vivida, rezada y testimoniada, podamos aprovechar este tiempo de gracia. Que la Cuaresma propicie nuestra conversión interior y la edificación de la comunidad parroquial. ¡Nos espera la alegría luminosa de la Pascua, caminemos ahora con al Señor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario