28 febrero 2014
27 febrero 2014
Dios te ama
Cardenal Newman
Dios te ama. Dios vela por ti. Te llama por tu nombre.
Te ve y te
comprende tal como Él te hizo.
Sabe lo que
hay en ti, todos tus sentimientos
Y
pensamientos peculiares, tus inclinaciones y preferencias,
Tu fortaleza
y tu debilidad.
Te ve en tu
hora de regocijo
Y en tu hora
de infortunio.
Se compadece
de tus esperanzas
Y de tus
tentaciones.
Se interesa
por todas tus ansiedades y recuerdos,
Todos los
altibajos de tu espíritu...
Te rodea y
te sostiene con sus brazos.
Se da cuenta
de tu semblante,
Tanto cuando
ríes como cuando lloras...
Cuida de ti
con cariño..
Oye tu voz,
tu respiración y el latido de tu corazón.
Te ama más
de lo que tú te amas a ti mismo
Evita
infligirte dolor
Mucho más de
lo que tú le rehúyes.
Y si llega a
hacerlo,
Lo hace del
mismo modo en que tú lo harías,
Si eres
prudente, para conseguir algo mucho mejor.
26 febrero 2014
La primera forma de evangelización es el testimonio
Juan Pablo II
El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los
maestros, cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los
hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e
insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos continuadores,
es el “Testigo” por excelencia (Ap 1,
5; 3, 14) y el modelo del testimonio cristiano. El Espíritu Santo acompaña el camino de la
Iglesia y la asocia al testimonio que él da de Cristo (cf,Jn 15, 26-27).
La primera forma de testimonio es la vida misma del
misionero, la de la familia cristiana y de la comunidad eclesial, que hace
visible un nuevo modo de comportarse. El misionero que, aun con todos los
límites y defectos humanos, vive con sencillez según el modelo de Cristo, es un
signo de Dios y de las realidades trascendentales. Pero todos en la Iglesia,
esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar este testimonio,
que en muchos casos es el único modo posible de ser misioneros.
El testimonio evangélico, al que el mundo es más sensible,
es el de la atención a las personas y el de la caridad para con los pobres y
los pequeños, con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de estas
acciones, que contrastan profundamente con el egoísmo presente en el hombre,
hace surgir unas preguntas precisas que orientan hacia Dios y el Evangelio.
Incluso el trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la
promoción humana, es un testimonio del Evangelio, si es un signo de atención a
las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre.
El cristiano y las comunidades cristianas viven
profundamente insertados en la vida de sus pueblos respectivos y son signo del
Evangelio incluso por la fidelidad a su patria, a su pueblo, a la cultura
nacional, pero siempre con la libertad que Cristo ha traído. El cristianismo
está abierto a la fraternidad universal, porque todos los hombres son hijos del
mismo Padre y hermanos en Cristo.
La Iglesia está llamada a dar su testimonio de Cristo,
asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder
político o económico; no buscando la gloria o bienes materiales; usando sus
bienes para el servicio de los más pobres e imitando la sencillez de vida de
Cristo. La Iglesia y los misioneros deben dar también testimonio de humildad,
ante todo en sí mismos, lo cual se traduce en la capacidad de un examen de
conciencia, a nivel personal y comunitario, para corregir en los propios
comportamientos lo que es antievangélico y desfigura el rostro de Cristo.
Redemptoris Missio Cap. V (41,43)
25 febrero 2014
24 febrero 2014
Juan de Valdés
Francisco Javier Bernad Morales
Recientemente
me he ocupado de Alfonso de Valdés. Trataré ahora de su hermano, posiblemente
gemelo, Juan. Como quizá el lector recuerde, nacieron en Cuenca en el seno de
una familia judeoconversa. Aunque no está suficientemente documentado, algunos
indicios sugieren que pudieron estudiar en la universidad de Alcalá de Henares.
Sea de esto lo que fuere, ambos dominaban con soltura las lenguas clásicas y,
al menos Juan, el hebreo, pues de este idioma tradujo los Salmos al castellano.
En 1529 publicó en Alcalá de Henares el Diálogo
de doctrina cristiana, una obra breve, en realidad un catecismo, en que
expone de manera ordenada los fundamentos de la fe. Se trata de un libro concebido
a la manera humanista, al que sirve como pretexto la ignorancia mostrada por un
sacerdote al enseñar a los niños la doctrina cristiana. Un religioso, a fin de
corregirle le pide que le acompañe a visitar al arzobispo de Granada, quien en
reposada conversación ilumina todos los aspectos que el sacerdote no había
llegado a comprender. Naturalmente, el arzobispo expresa las opiniones de Juan
de Valdés, fuertemente influidas por Erasmo de Rotterdam. Se defiende aquí una
religiosidad profunda e íntima, poco dada a demostraciones exteriores. Pero se va
más allá, toda vez que frente a interpretaciones morales laxistas extendidas en
la época, que interpretaban muchas palabras del Evangelio como una serie de consejos,
cuyo seguimiento solo quedaba al alcance de los “perfectos”, para Valdés son
realmente mandatos que deben esforzarse en guardar todos los cristianos[1].
Algo similar a lo sostenido por Erasmo en el Enchiridion. Hay un aspecto,
sin embargo, en que Valdés se aparta de su maestro para aproximarse a las
posiciones luteranas. Hay en él un profundo sentimiento del pecado y de la
incapacidad humana para obrar el bien. Un bien al que solo puede ser obra de la
gracia:
…conocemos por experiencia cómo nosotros por
nuestra propia naturaleza no podemos hacer cosa perfectamente buena, y que por
el favor de Jesucristo podamos hacer y cumplir todo lo que conocemos ser bueno[2].
El Diálogo fue pronto denunciado ante la
Inquisición y aunque los amigos erasmistas de Valdés, entonces muy influyentes,
lo arroparon y el asunto no tuvo mayores
consecuencias, aquel decidió prudentemente alejarse de España. En 1531 se
encontraba en Roma y algo después en Nápoles donde residió el resto de su vida.
Allí se rodeó de un grupo de discípulos entre los que figuraban dos damas cultas
y distinguidas, Giulia Gonzaga y Vittoria Colonna, así como el capuchino Bernardino
Ochino, que posteriormente huiría a Ginebra, y Pietro Carnesecchi, quemado como hereje en
Roma en 1567. Para ellos escribió breves tratados teológicos, que circularon
manuscritos, algunos de los cuales, como el Alfabeto
cristiano, traducidos al italiano, se publicaron tras su muerte, ocurrida
en 1541. En estas obras, la aproximación a Lutero es más evidente que en el Diálogo de doctrina cristiana, por lo
que Juan de Valdés fue incluido inequívocamente como protestante en la Historia
de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, al contrario que su hermano
Alfonso, que aparece calificado de erasmista.
También
para este círculo de seguidores escribió el Diálogo
de la lengua, lleno de atinadas observaciones acerca de léxico, gramática o
fonética, destinadas a poner al alcance de los italianos un castellano culto y
sencillo.
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23 febrero 2014
A nuestra Señora
Fray Luis de León
Virgen, que el sol más pura,
gloria de los mortales, luz del cielo,
en quien la piedad es cual la alteza:
los ojos vuelve al suelo
y mira un miserable en cárcel dura,
cercado de tinieblas y tristeza.
Y si mayor bajeza
no conoce, ni igual, juicio humano,
que el estado en que estoy por culpa ajena,
con poderosa mano
quiebra, Reina del cielo, esta cadena.
Virgen, en cuyo seno
halló la deidad digno reposo,
do fue el rigor en dulce amor trocado:
si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado.
Descubre el deseado
rostro, que admira el cielo, el suelo adora:
las nubes huirán, lucirá el día;
tu luz, alta Señora,
venza esta ciega y triste noche mía.
Virgen y madre junto,
de tu Hacedor dichosa engendradora,
a cuyos pechos floreció la vida:
mira cómo empeora
y crece mí dolor más cada punto;
el odio cunde, la amistad se olvida;
si no es de ti valida
la justicia y verdad, que tú engendraste,
¿adónde hallará seguro amparo?
Y pues madre eres, baste
para contigo el ver mi desamparo.
Virgen, del sol vestida,
de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la Luna;
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio crüel, poder sin ley ninguna,
me hacen guerra a una;
pues, contra un tal ejército maldito,
¿cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?
Virgen, por quien vencida
llora su perdición la sierpe fiera,
su daño eterno, su burlado intento;
miran de la ribera
seguras muchas gentes mi caída,
el agua violenta, el flaco aliento:
los unos con contento,
los otros con espanto; el más piadoso
con lástima la inútil voz fatiga;
yo, puesto en ti el lloroso
rostro, cortando voy onda enemiga.
Virgen, del Padre Esposa,
dulce Madre del Hijo, templo santo
del inmortal Amor, del hombre escudo:
no veo sino espanto;
si miro la morada, es peligrosa;
si la salida, incierta; el favor mudo,
el enemigo crudo,
desnuda, la verdad, muy proveída
de armas y valedores la mentira.
La miserable vida,
sólo cuando me vuelvo a ti, respira.
Virgen, que al alto ruego
no más humilde sí diste que honesto,
en quien los cielos contemplar desean;
como terrero puesto—
los brazos presos, de los ojos ciego—
a cien flechas estoy que me rodean,
que en herirme se emplean;
siento el dolor, mas no veo la mano;
ni me es dado el huir ni el escudarme.
Quiera tu soberano
Hijo, Madre de amor, por ti librarme.
Virgen, lucero amado,
en mar tempestuoso clara guía,
a cuvo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya el suelo toca;
gime la rota antena;
socorre, antes que emviste en dura roca.
Virgen, no enficionada
de la común mancilla y mal primero,
que al humano linaje contamina;
bien sabes que en ti espero
dende mi tierna edad; y, si malvada
fuerza que me venció ha hecho indina
de tu guarda divina
mi vida pecadora, tu clemencia
tanto mostrará más su bien crecido,
cuanto es más la dolencia,
y yo merezco menos ser valido.
Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo, que contino a ti vocea.
Virgen, que el sol más pura,
gloria de los mortales, luz del cielo,
en quien la piedad es cual la alteza:
los ojos vuelve al suelo
y mira un miserable en cárcel dura,
cercado de tinieblas y tristeza.
Y si mayor bajeza
no conoce, ni igual, juicio humano,
que el estado en que estoy por culpa ajena,
con poderosa mano
quiebra, Reina del cielo, esta cadena.
Virgen, en cuyo seno
halló la deidad digno reposo,
do fue el rigor en dulce amor trocado:
si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado.
Descubre el deseado
rostro, que admira el cielo, el suelo adora:
las nubes huirán, lucirá el día;
tu luz, alta Señora,
venza esta ciega y triste noche mía.
Virgen y madre junto,
de tu Hacedor dichosa engendradora,
a cuyos pechos floreció la vida:
mira cómo empeora
y crece mí dolor más cada punto;
el odio cunde, la amistad se olvida;
si no es de ti valida
la justicia y verdad, que tú engendraste,
¿adónde hallará seguro amparo?
Y pues madre eres, baste
para contigo el ver mi desamparo.
Virgen, del sol vestida,
de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la Luna;
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio crüel, poder sin ley ninguna,
me hacen guerra a una;
pues, contra un tal ejército maldito,
¿cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?
Virgen, por quien vencida
llora su perdición la sierpe fiera,
su daño eterno, su burlado intento;
miran de la ribera
seguras muchas gentes mi caída,
el agua violenta, el flaco aliento:
los unos con contento,
los otros con espanto; el más piadoso
con lástima la inútil voz fatiga;
yo, puesto en ti el lloroso
rostro, cortando voy onda enemiga.
Virgen, del Padre Esposa,
dulce Madre del Hijo, templo santo
del inmortal Amor, del hombre escudo:
no veo sino espanto;
si miro la morada, es peligrosa;
si la salida, incierta; el favor mudo,
el enemigo crudo,
desnuda, la verdad, muy proveída
de armas y valedores la mentira.
La miserable vida,
sólo cuando me vuelvo a ti, respira.
Virgen, que al alto ruego
no más humilde sí diste que honesto,
en quien los cielos contemplar desean;
como terrero puesto—
los brazos presos, de los ojos ciego—
a cien flechas estoy que me rodean,
que en herirme se emplean;
siento el dolor, mas no veo la mano;
ni me es dado el huir ni el escudarme.
Quiera tu soberano
Hijo, Madre de amor, por ti librarme.
Virgen, lucero amado,
en mar tempestuoso clara guía,
a cuvo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya el suelo toca;
gime la rota antena;
socorre, antes que emviste en dura roca.
Virgen, no enficionada
de la común mancilla y mal primero,
que al humano linaje contamina;
bien sabes que en ti espero
dende mi tierna edad; y, si malvada
fuerza que me venció ha hecho indina
de tu guarda divina
mi vida pecadora, tu clemencia
tanto mostrará más su bien crecido,
cuanto es más la dolencia,
y yo merezco menos ser valido.
Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo, que contino a ti vocea.
22 febrero 2014
21 febrero 2014
Oración por la Paz
Pablo VI
Señor, Dios de la paz, Tu que
creaste a los hombres para ser herederos de tu gloria. Te bendecimos y
agradecemos porque nos enviaste a Jesús, tu hijo muy amado. Tu hiciste de Él,
en el misterio de su Pascua, el realizador de nuestra salvación, la fuente de
toda paz, el lazo de toda fraternidad. Te agradecemos por los deseos, esfuerzos
y realizaciones que tu Espíritu de paz suscitó en nuestros días, para sustituir
el odio por el amor, la desconfianza por la comprensión, la indiferencia por la
solidaridad. Abre todavía más nuestro espíritu y nuestro corazón para las
exigencias concretas del amor a todos nuestros hermanos, para que seamos, cada
vez más, artífices de la PAZ. Acuérdate, oh Padre, de todos los que luchan,
sufren y mueren para el nacimiento de un mundo más fraterno. Que para los
hombres de todas las razas y lenguas venga tu Reino de justicia, paz y amor.
Amen.
20 febrero 2014
Laetentur coeli et exutet terra. Canto romano antiguo
El canto romano antiguo está muy relacionado con el canto gregoriano, que terminó por sustituirlo.
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canto romano antiguo
19 febrero 2014
18 febrero 2014
Jesús
Amado Nervo
Jesús no
vino del mundo de «los cielos».
Vino del
propio fondo de las almas;
de donde
anida el yo: de las regiones
internas del
Espíritu.
¿Por qué
buscarle encima de las nubes?
Las nubes no
son el trono de los dioses.
¿Por qué
buscarle en los candentes astros?
Llamas son
como el sol que nos alumbra,
orbes, de
gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por
qué buscarle en los planetas?
Globos son
como el nuestro, iluminados
por una
estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino
de donde
vienen los
pensamientos más profundos
y el más
remoto instinto.
No descendió:
emergió del océano
sin fin del
subconsciente;
volvió a él,
y ahí está, sereno y puro.
Era y es un
eón. El que se adentra
osado en el
abismo
sin playas
de sí mismo,
con la luz
del amor, ese le encuentra.
17 febrero 2014
Diálogo de las cosas ocurridas en Roma
Francisco Javier Bernad Morales
En este
contexto escribe Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas del emperador,
el diálogo que nos ocupa, con el propósito de hacer recaer sobre el papa toda
la responsabilidad por lo ocurrido y, a la vez, mostrar que Roma, a causa de
sus vicios y pecados, se había hecho acreedora al castigo divino. Son estas las
ideas que Lactancio, trasunto de Valdés, expone en Valladolid a su viejo amigo
el arcediano del Viso, recién llegado desde Roma y aún horrorizado por lo
vivido.
A los
reproches del arcediano contra Carlos V, opone Lactancio el hecho de que ha
sido Clemente VII el iniciador de las hostilidades, al urdir una alianza antiimperial,
llegando incluso a eximir al rey de Francia, Francisco I, del cumplimiento de los
juramentos hechos en el tratado de Madrid. Así, el papa, que debería ser un
ejemplo de virtud para los cristianos, se había lanzado a la guerra para
ampliar sus dominios territoriales. Preferible hubiera sido que renunciara al
señorío temporal para atender mejor a los asuntos espirituales. En cuanto a las
atrocidades cometidas por los imperiales, no las disculpa, pero sí recuerda que
otras similares o peores habían sido perpetradas poco antes por el ejército
papal en tierras de los Colonna. No se trata de responder a las críticas con
el manido recurso del “y tú más” a que
nos tienen acostumbrados los políticos y los medios de comunicación actuales,
sino de constatar que una vez desencadenado el conflicto bélico, la crueldad se
sigue de manera irremediable, por lo que la culpa corresponde al agresor, en
este caso el papa.
Toda
esta primera parte del diálogo constituye un ataque radical y sistemático a la
actuación de Clemente VII, pero la segunda va mucho más allá. No se trata ya de
mostrar los errores cometidos por una persona concreta, sino de desvelar el
estado de degradación en que ha caído la Iglesia y que la ha hecho merecedora
del castigo divino. Frente a la predilección de Cristo por los pobres, insiste
Lactancio, los dignatarios eclesiásticos solo persiguen acumular riquezas y
darse a una vida disipada. En Roma se venden indulgencias, bulas, cargos y
dispensas, convirtiendo los méritos espirituales en objeto de un lucrativo comercio.
Nada escapa a la voracidad del papa y de los cardenales. Debido al dinero que
producen, se fomenta la veneración de imágenes y reliquias con grave riesgo de
que el pueblo incurra en idolatría. Se permite que los santos ocupen en la devoción
popular el lugar de los dioses paganos, de tal modo que a muchos fieles, mejor
que el nombre de cristianos correspondería el de gentiles. Numerosos sacerdotes
viven amancebados, haciendo escarnio del voto de castidad. Mejor sería que se
les permitiera casarse, llega a decir, ante el estupor del arcediano.
Pero la
crítica aún se endurece más. En vista de que los eclesiásticos no hicieron caso
de las advertencias de los profetas, de los evangelistas y de los santos, Dios
suscitó a Erasmo de Rotterdam para que denunciara los males de la Iglesia, y
como tampoco fue escuchado, envió a Martín Lutero. Tampoco este fue oído, así
que finalmente el Señor ha permitido que Roma sea saqueada. La mención de
Lutero en este contexto suscita naturalmente la protesta del arcediano, lo que
da motivo a Lactancio para afirmar que fue la Iglesia al responder a sus primeras críticas con la excomunión, la que lo empujo a la herejía.
Estamos
ante uno los textos capitales del erasmismo español. Una severa crítica a la
Iglesia en nombre de una espiritualidad íntima y profunda, alejada de fastos
exteriores y de manifestaciones excesivas; también, de un fuerte compromiso con
los más necesitados y de una actitud irénica de rechazo a la guerra.
Intentaremos ahora acercarnos al autor.
Nacido
en Cuenca, posiblemente hacia 1490, hermano quizá gemelo del también humanista
Juan de Valdés, ignoramos todo acerca de sus años de formación, excepto que la
familia era de origen converso[1]
y que su padre fue regidor de la ciudad. Entre 1520 y 1521, gracias a unas
cartas dirigidas a Pedro Mártir de Anglería, sabemos que acompaña a la corte
imperial en Bruselas, Aquisgrán y Worms. Por entonces cuenta con la protección
del gran canciller Mercurino Gattinara, como él ferviente admirador de Erasmo
de Rotterdam, y obtiene importantes cargos, entre ellos el de secretario de
cartas latinas, que lo sitúan en el entorno inmediato de Carlos V, a cuyo lado
permanecerá el resto de su vida. En 1530 asiste a la Dieta de Augsburgo,
durante la cual mantiene conversaciones con Melanchthon, favorecidas por el
talante conciliador de ambos. Sin embargo, a esas alturas la brecha entre
luteranos y católicos era ya demasiado grande como para que pudiera salvarse
mediante el sosegado intercambio de opiniones entre dos humanistas
bienintencionados y comprensivos. Ambos bandos se encaminaban hacia el triunfo
de sus respectivos radicales.
Alfonso
de Valdés no llegó a ver la ruina del erasmismo español, pues la muerte le alcanzó
en Viena en 1532. Un año más tarde, el encarcelamiento del también descendiente
de conversos y admirador de Erasmo, Juan de Vergara, marcó el inicio del fin de
lo que no fue sino una breve primavera.
[1] Un tío materno fue quemado en 1491, acusado de judaizar. También el padre y un hermano mayor fueron procesados más
adelante por la Inquisición, aunque solo sufrieron penas menores.
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16 febrero 2014
Dura contaminación en la Reserva Nacional Pacaya Samiria
P. Miguel
Ángel Cadenas
P. Manolo
Berjón
“¿Es que no van a escribir ustedes?” nos preguntaron. Nos ha
invadido la pereza, pero ahí vamos. Como saben, por fin, el Estado Peruano ha
reconocido la contaminación en el Marañón y en la Reserva Nacional Pacaya
Samiria. Los datos los pueden encontrar en la siguiente dirección: http://servindi.org/actualidad/99810#more-99810.
El trabajo de la organización indígena ACODECOSPAT (Asociación Cocama de
Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca) ha sido intenso y en algunos
momentos delicado, pero ha dado fruto y les felicitamos desde la cercanía, la
comprensión y el apoyo que les podemos brindar.
Durante años el Estado peruano ha negado sistemáticamente la
contaminación existente. Funcionarios inescrupulosos han querido tapar el sol
con un dedo. ¿No tienen ninguna responsabilidad? Quienes afirmaban
concienzudamente que la contaminación existía eran ignorados, calumniados, objeto
de burlas, tachados de no tener experiencia, de falta de formación profesional
(es curioso cómo lo reducían todo a ser “inginiero”)…
Todavía recordamos como si no hubieran pasado los años cómo trabajadores de
Pluspetrol insultaron a los comuneros de Santa Isabel de Yumbaturo por no
querer limpiar el río después de un derrame, como si ellos hubieran sido los
responsables. “Son haraganes”, dijeron los “inginieros”.
Y cómo no volver a recordar a un antropólogo, que afirmaba taxativamente que el
río estaba limpio después de un derrame de más de 5500 barriles de petróleo (según
datos de la petrolera), pero se negó rotundamente a tomar agua del río junto
con nosotros. Anécdotas hay mil, hasta un millón.
¿Y AHORA QUÉ?
“Estarán contentos, nos dijo otro amigo, por fin, han dicho la
verdad”. Pues qué decir, esperemos que sea toda la verdad. Y contentos, lo que
se dice contentos…, no lo podemos estar. Nos ha alegrado que reconozcan la
contaminación, es un primer paso, pero muy pequeño todavía. Necesitamos avanzar
mucho más. ¿Terminarán declarando en “emergencia ambiental” el bajo Marañón?
Dada la experiencia de las otras tres cuencas: Pastaza, Corrientes y Tigre, no
parece que sirva de mucho.
“Si tuvieran que aportar a una solución, ¿cuál sería su
propuesta?” nos han espetado en más de una oportunidad. Nosotros entendemos que
son otros los que tienen que resolver, pero podemos aportar nuestra visión. De
todas formas nos insisten: “no se escondan, digan lo que ustedes piensan”. Y
aunque es una pregunta incómoda no la queremos rehuir. Deseamos que se cierren
los pozos petroleros de la Reserva Nacional Pacaya Samiria hasta que no se
remedie la situación ambiental. Deseamos que se explique a la población local
la grave situación por la que se atraviesa. Deseamos que se construya una
propuesta con la población local de alternativas a esta situación. Deseamos que
alguien explique porqué durante tantos años se han obviado las evidencias, se
han ocultado, más bien. Deseamos que haya un monitorio ambiental permanente por
parte del Estado acompañado de las organizaciones indígenas. Deseamos un
monitoreo permanente de peces y análisis de cabello y sangre en personas. Hay
más deseos, pero ya son suficientes por hoy.
“Pero eso no es viable”, nos han cortado en seco. Bueno, no es
cierto. Es viable, muy viable. Es cierto que eso produciría mayor
desabastecimiento de hidrocarburos. ¿Y qué? ¿Acaso la población local se ha
beneficiado de las regalías que ha cobrado el Estado por esos pozos? Pues ahora
nosotros deseamos que se paralice la
extracción de hidrocarburos en la Reserva Nacional Pacaya Samiria hasta que se
remedien los pasivos ambientales. ¿Es preferible ganar dinero a costa de
contaminar impunemente el medio ambiente? No, señores, nosotros no estamos de
acuerdo.
“En este contexto, algunos
todavía defienden las teorías del ‘derrame’ [chorreo] que suponen que todo
crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar
por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que
jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua
en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos
sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos
siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o
para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una
globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces
de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de
los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad
ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la
calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas
esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo
que de ninguna manera nos altera” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium nº 54).
CUANDO EL AGUA NO ES H2O:
A VUELTAS CON LO SAGRADO
Ahora toca explicar de un modo
sencillo qué es esto de la contaminación para que la población pueda comprender
todos esos datos químicos… de una manera asequible. La tarea es ingente. ¿Hará
el Estado algún pequeño esfuerzo por explicarlo? Mucho nos tememos que no. Una
reunión en la comunidad nativa de Dos de Mayo, sede de ACODECOSPAT, es muy
valiosa y es de agradecer, pero la explicación debería ser comunidad por
comunidad, con gente del Estado capacitada. Y, no, no lo harán. Pero tampoco
nos parece que sea para aplaudir. Creemos que si no lo hace, como no lo ha
hecho en las cuencas del Pastaza, Corrientes y Tigre, comete una falta grave de
responsabilidad social.
En el colegio nos enseñaron, y
continúan enseñando en los colegios del Marañón, la fórmula química del agua: H2O,
como si toda la realidad se redujera a química. Sin embargo, para el pueblo
kukama el agua no es cuestión de química. El agua forma parte de su vida
diaria. Sus mitos explican la formación de los ríos, el diluvio, las cochas
encantadas, las personas que viven dentro del agua… ¿Cómo explicar a una persona
que tiene familiares que viven dentro del agua –que no están ahogados, sino que
viven dentro– que por una actitud irresponsable, de las diversas empresas
petroleras y del Estado peruano que lo ha permitido, el río está contaminado?
¿Cómo explicar a un chamán la contaminación, cuando algunos de los espíritus
con los que trabaja, e incluso alguno de sus hijos, vive dentro del agua? Que
quede claro, esto que estamos sugiriendo no es otra cosa que religión indígena
kukama. Por eso merece un fuerte respeto.
Pero no nos centremos en el agua.
Habría que tomar toda el agua del Marañón para contaminarse. ¿Y el pescado?
Bueno, pues ya saben eso de la cadena trófica. Hay peje que se alimenta del
plancton, fuertemente contaminado, que a su vez es comido por otros peces que
acumulan su propia contaminación más la del pez que ha comido con el plancton
que ha ingerido… ¿Y se comen todo eso? Pues claro, otra solución es hambrear.
Pero en el Marañón tenemos la mala costumbre de comer al menos dos veces al
día. La dieta es a base de pescado, rico pescado, pero fuertemente contaminado.
Como se puede comprobar también
utilizan el cristianismo para limpiar una imagen por demás sucia. Como si el
Señor de los Milagros no estuviera del lado de los que sufren, de los
indígenas. Eso de la energía no le pega nada bien al Señor de los Milagros,
suena más bien a religión tipo new age.
Ha sido en los últimos tiempos, cuando ya se veía que el Estado peruano iba a
reconocer la contaminación existente, que han sentido ‘devoción’ por el Señor
de los Milagros. ¿No les parece una coincidencia curiosa? En lugar de una
campaña de imagen, en las calles de Iquitos, necesitamos transparencia y un
trabajo más acorde con la dignidad humana y los derechos de los pueblos
indígenas.
P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón
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Santa Rita de Castilla
15 febrero 2014
Ya Sayyida Hayati. ¡Oh! Señor de mi vida.
Hermosa interpretación de la hermana Marie Keyrouz.
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14 febrero 2014
Entrar en las Santas Escrituras
San Agustín
En vista de ello decidí aplicar mi ánimo a las
Santas Escrituras y ver qué tal eran. Mas he aquí que veo una cosa no hecha para
los soberbios ni clara para los pequeños, sino a la entrada baja y sublime en
su interior y velada de los misterios, y yo no era tal que pudiera entrar por
ella o agachar la cabeza a su ingreso. Sin embargo, al fijar la atención en
ellas, no pensé entonces lo que ahora digo, sino simplemente me parecieron
indignas de parangonarse con la majestad de los escritos de Tulio. Mi hinchazón
rechazaba su estilo y mi mente no penetraba su interior. Con todo, ellas eran
tales que habían de crecer con los pequeños; mas yo me negaba a ser pequeño e,
hinchado de soberbia, me creía grande.
Confesiones III, V, 9
12 febrero 2014
Entréme donde no supe
San Juan de la Cruz
Entréme
donde no supe
y quedéme no
sabiendo
toda ciencia
trascendiendo.
Yo no supe
dónde entraba
pero cuando
allí me vi
sin saber
dónde me estaba
grandes
cosas entendí
no diré lo
que sentí
que me quedé
no sabiendo
toda ciencia
trascendiendo.
De paz y de
piedad
era la
ciencia perfecta,
en profunda
soledad
entendida
vía recta
era cosa tan
secreta
que me quedé
balbuciendo
toda ciencia
trascendiendo.
Estaba tan
embebido
tan absorto
y ajenado
que se quedó
mi sentido
de todo
sentir privado
y el
espíritu dotado
de un
entender no entendiendo
toda ciencia
trascendiendo.
El que allí
llega de vero
de sí mismo
desfallece
cuanto sabía
primero
mucho bajo
le parece
y su ciencia
tanto crece
que se queda
no sabiendo,
toda ciencia
trascendiendo.
Cuanto más
alto se sube
tanto menos
se entendía
que es la
tenebrosa nube
que a la
noche esclarecía
por eso
quien la sabía
queda
siempre no sabiendo,
toda ciencia
trascendiendo.
Este saber
no sabiendo
es de tan
alto poder
que los
sabios arguyendo
jamás le
pueden vencer
que no llega
su saber
a no
entender entendiendo
toda ciencia
trascendiendo.
Y es de tan
alta excelencia
aqueste sumo
saber
que no hay
facultad ni ciencia
que le
puedan emprender
quien se
supiere vencer
con un no
saber sabiendo,
toda ciencia
trascendiendo.
Y si lo
queréis oír
consiste
esta suma ciencia
en un subido
sentir
de la
divinal esencia
es obra de
su clemencia
hacer quedar
no entendiendo
toda ciencia
trascendiendo.
11 febrero 2014
Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16)
1. Con ocasión de la XXII Jornada Mundial del Enfermo, que
este año tiene como tema Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida
por los hermanos» (1 Jn 3,16), me dirijo particularmente a las personas
enfermas y a todos los que les prestan asistencia y cuidado. Queridos enfermos,
la Iglesia reconoce en vosotros una presencia especial de Cristo que sufre. En
efecto, junto, o mejor aún, dentro de nuestro sufrimiento está el de Jesús, que
lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido. Cuando el Hijo de Dios fue
crucificado, destruyó la soledad del sufrimiento e iluminó su oscuridad. De
este modo, estamos frente al misterio del amor de Dios por nosotros, que nos
infunde esperanza y valor: esperanza, porque en el plan de amor de Dios también
la noche del dolor se abre a la luz pascual; y valor para hacer frente a toda
adversidad en su compañía, unidos a él.
2. El Hijo de Dios
hecho hombre no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el
sufrimiento sino que, tomándolos sobre sí, los ha transformado y delimitado.
Delimitado, porque ya no tienen la última palabra que, por el contrario, es la
vida nueva en plenitud; transformado, porque en unión con Cristo, de
experiencias negativas, pueden llegar a ser positivas. Jesús es el camino, y
con su Espíritu podemos seguirle. Como el Padre ha entregado al Hijo por amor,
y el Hijo se entregó por el mismo amor, también nosotros podemos amar a los
demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos. La fe en el
Dios bueno se convierte en bondad, la fe en Cristo Crucificado se convierte en
fuerza para amar hasta el final y hasta a los enemigos. La prueba de la fe
auténtica en Cristo es el don de sí, el difundirse del amor por el prójimo,
especialmente por el que no lo merece, por el que sufre, por el que está
marginado.
3. En virtud del Bautismo y de la Confirmación estamos
llamados a configurarnos con Cristo, el Buen Samaritano de todos los que
sufren. «En esto hemos conocido lo que es el amor: en que él dio su vida por
nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16).
Cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan atención, llevamos la
esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo.
Cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras
acciones, damos espacio al Corazón de Cristo y el nuestro se inflama,
ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios.
4. Para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y
delicada, nosotros tenemos un modelo cristiano a quien dirigir con seguridad
nuestra mirada. Es la Madre de Jesús y Madre nuestra, atenta a la voz de Dios y
a las necesidades y dificultades de sus hijos. María, animada por la divina
misericordia, que en ella se hace carne, se olvida de sí misma y se encamina
rápidamente de Galilea a Judá para encontrar y ayudar a su prima Isabel;
intercede ante su Hijo en las bodas de Caná cuando ve que falta el vino para la
fiesta; a lo largo de su vida, lleva en su corazón las palabras del anciano
Simeón anunciando que una espada atravesará su alma, y permanece con fortaleza
a los pies de la cruz de Jesús. Ella sabe muy bien cómo se sigue este camino y
por eso es la Madre de todos los enfermos y de todos los que sufren. Podemos
recurrir confiados a ella con filial devoción, seguros de que nos asistirá, nos
sostendrá y no nos abandonará. Es la Madre del crucificado resucitado:
permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la
resurrección y la vida plena.
5. San Juan, el discípulo que estaba con María a los pies de
la Cruz, hace que nos remontemos a las fuentes de la fe y de la caridad, al
corazón de Dios que «es amor» (1 Jn 4,8.16), y nos recuerda que no podemos amar
a Dios si no amamos a los hermanos. El que está bajo la cruz con María, aprende
a amar como Jesús. La Cruz es «la
certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en
nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para
sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos… La Cruz de
Cristo invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a
mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a
quien tiene necesidad de ayuda» (Via Crucis con los jóvenes, Río de Janeiro, 26
de julio de 2013).
Confío esta XXII Jornada Mundial del Enfermo a la
intercesión de María, para que ayude a las personas enfermas a vivir su propio
sufrimiento en comunión con Jesucristo, y sostenga a los que los cuidan. A
todos, enfermos, agentes sanitarios y voluntarios, imparto de corazón la
Bendición Apostólica.
Mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo 2014
10 febrero 2014
Pedro Valdo
Francisco Javier Bernad Morales
Amplios
períodos de la vida de Pedro Valdo permanecen en la oscuridad, debido a la
falta de documentación. Sabemos que era un rico mercader de Lyon, entre cuyos
negocios posiblemente figuraba la usura, y que en 1173 experimentó una crisis
espiritual, cuyas circunstancias exactas se desconocen. Una tradición afirma
que mientras hablaba con un amigo, este murió de repente lo que lo produjo una
grave conmoción. Fuera este u otro el desencadenante, lo cierto es que, tomando
al pie de la letra las palabras de Jesús en Mateo 19, 21, vendió todos sus bienes
y, tras entregar una parte a su esposa e hijas, repartió lo restante entre los
pobres. A partir de ese momento se dedicó a predicar el Evangelio y pronto lo
rodeó un numeroso grupo de seguidores.
Nada
insólito hay en ello. Incluso pudiéramos decir que la conversión de Valdo no es
muy distinta de la de Francisco de Asís, ocurrida unos treinta años después. Tampoco es extraño que este tipo de actividad
despertara los recelos del obispo, quien le prohibió la predicación. Ante eso,
Valdo marchó a Roma (1179), donde fue acogido benévolamente por el papa
Alejandro III, quien posiblemente vio en él a un reformador a quien podría
integrarse quizá como fundador de una nueva orden monástica. Es tan solo una
hipótesis, pues los acontecimientos se desarrollaron en una línea diferente,
que condujo a la ruptura de Valdo con la Iglesia Católica.
El
enfrentamiento con el obispo persistió y pronto Valdo comenzó a difundir ideas
que chocaban con la ortodoxia, tales como la inexistencia del Purgatorio y, por
tanto, la inutilidad de las indulgencias, el rechazo del culto a la Virgen y a
los santos o la veneración de las reliquias. También, como harían más tarde
todos los reformadores, defendió la necesidad de traducir la Biblia a lengua
vulgar para ponerla al alcance de los fieles. Sus seguidores, denominados en un
principio Pobres de Lyon y más tarde valdenses, propagaban estas doctrinas, que
encontraban un gran éxito entre los sectores más humildes de la sociedad, a
quienes probablemente seducía la figura del mercader acaudalado que
voluntariamente había abandonado todo, para compartir la suerte de los
menesterosos.
Condenados
finalmente como herejes en 1184 por el papa Lucio III, fueron obligados a
abandonar Lyon, lo que contribuyó a la difusión de sus doctrinas. Valdo marchó
hacia el este y al parecer encontró refugio en Bohemia. Es muy poco lo que se
sabe sobre su vida a partir de este momento, aunque pudiera haber muerto en
Polonia hacia 1217.
Pese la
persecución, se mantuvieron comunidades valdenses en diferentes lugares de
Europa, en especial en zonas montañosas de Francia y de Italia, y también en
Bohemia, donde se unirían más adelante al movimiento husita. Ya en el siglo
XVI, todos los grupos supervivientes se insertaron en el gran árbol de la
Reforma protestante. En la actualidad, sus continuadores ostentan el nombre de
Iglesias Evangélicas Valdenses y están presentes en diferentes países europeos
y latinoamericanos.
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09 febrero 2014
08 febrero 2014
Adoro te devote
Himno compuesto por Santo Tomás de Aquino, con motivo de la institución de la festividad del Corpus Christi en 1264.
- Te adoro con devoción, Dios escondido,
- oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
- A Ti se somete mi corazón por completo,
- y se rinde totalmente al contemplarte.
- Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
- pero basta el oído para creer con firmeza;
- creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
- nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
- En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
- pero aquí se esconde también la Humanidad;
- sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
- y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
- No veo las llagas como las vio Tomás
- pero confieso que eres mi Dios:
- haz que yo crea más y más en Ti,
- que en Ti espere y que te ame.
- ¡Memorial de la muerte del Señor!
- Pan vivo que das vida al hombre:
- concede a mi alma que de Ti viva
- y que siempre saboree tu dulzura.
- Señor Jesús, Pelícano bueno,
- límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
- de la que una sola gota puede liberar
- de todos los crímenes al mundo entero.
- Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego,
- que se cumpla lo que tanto ansío:
- que al mirar tu rostro cara a cara,
- sea yo feliz viendo tu gloria.
- Amén.
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Santo Tomás de Aquino.
07 febrero 2014
No a una economía de la exclusión
Papa Francisco
53. Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite
claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una
economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que
no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo
sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar
más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy
todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte,
donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación,
grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin
horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del
«descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de
la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda
afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues
ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está
fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».
54. En este contexto, algunos todavía defienden las teorías
del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la
libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión
social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos,
expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder
económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante.
Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo
de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta,
se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo,
nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no
lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo
fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar
nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no
hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades
nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.
Evangelii Gaudium. cap.II
06 febrero 2014
05 febrero 2014
No a la nueva idolatría del dinero
Papa Francisco
55. Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.
56. Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta.
04 febrero 2014
03 febrero 2014
Vasili Grossman
Francisco Javier Bernad Morales
Ha
aparecido recientemente en nuestro país un volumen de relatos de Vasili
Grossman, bajo el título de Eterno reposo
y otras narraciones[1].
En él, al igual que en sus grandes novelas, se muestra el autor como un atento
observador del alma humana, sin que la brevedad represente un obstáculo que le
impida sondear los más tenebrosos abismos. Tiene Grossman una sorprendente
capacidad para introducirse en la mente de sus personajes y mostrarnos de una
manera creíble y, por tanto, estremecedora sus más íntimos deseos y
pensamientos. Así, sin que nada suene a falso, puede conducirnos, como hizo en Vida y destino, al interior de una
cámara de gas o, como ocurre en Abel,
incluido en el volumen que nos ocupa, hacernos volar junto a los encargados de
lanzar sobre una ciudad enemiga una bomba atómica. Su obra no está poblada de
figurones, sino de seres humanos auténticos, complejos y, a menudo, contradictorios,
forjados en el sufrimiento y en el contacto con la arbitrariedad del destino.
No hay
en Grossman referencias religiosas. Sin embargo, al leerle sentimos que pocos
como él han sido capaces de captar al prójimo como un ser humano provisto de rostro,
por utilizar la plástica expresión de Emmanuel Levinas. No una abstracción, un
epifenómeno de la humanidad o una mera manifestación de las ideas del autor,
sino un hombre o una mujer concretos y, por ello, iguales a nosotros y a la vez
irremediablemente distintos. Por eso, la lectura puede herirnos en lo más
profundo. Se trata, sin duda, de un don, de una innata aptitud para la empatía,
pero esta ha sido modulada por una experiencia vital tan rica como dolorosa, en
que una y otra vez se ha hecho presente el horror.
Nacido
en 1905 en la ciudad ucraniana de Berdichev, de una familia judía, Grossman
será testigo de la terrible hambruna provocada por la campaña de
deskulakización[2] a comienzos de los años treinta, una
experiencia que se refleja en Todo fluye.
Luego, como corresponsal de guerra cubrió algunas de las más duras batallas,
entre ellas Stalingrado, en la que se centra Vida y destino. Fue tras la liberación de Kiev, cuando al visitar
Berdichev, con la esperanza de hallar a su madre, encontró que esta había
sido asesinada junto a otros treinta y cinco mil judíos por los Einsatzgruppen[3]. Más adelante, acompañando al victorioso
ejército soviético, será uno de los primeros en visitar los campos de
exterminio e informar de lo ocurrido en ellos. Fue también testigo de los
últimos combates en Berlín, sobre los que escribió un original relato, en que
cuenta la caída de la ciudad a través de la figura de un anciano guardián del
zoo[4]. Las vivencias de estos años quedan plasmadas no solo en las obras
citadas, sino también en multitud de artículos y en el Libro negro que firma conjuntamente con Ilya Ehrenburg. Termina la guerra cubierto de condecoraciones, pero estas no impiden que pronto comiencen las dificultades. Su firme compromiso con la verdad y
la justicia no encajan en las directrices marcadas desde el poder para la
literatura, en tanto que su condición de judío lo convierte en doblemente sospechoso
ante las autoridades. Son años en que en la URSS revive un antiguo antisemitismo. Morirá en 1964, convencido de que su gran obra Vida y destino jamás será publicada[5].
Grossman
no es solo un gran escritor, sino también un hombre honrado. Ha visto el
horror, incluso su madre ha caído asesinada, pero jamás culpa al pueblo alemán
de manera colectiva por lo ocurrido. Incluso denuncia las atrocidades cometidas
por el ejército soviético sobre la población civil durante la ofensiva y la
ocupación. Y también en este caso su acusación dista de ser general. Se dirige
contra ciertos oficiales, contra ciertos soldados. En definitiva, la culpa es
de quien comete el crimen. Parece algo tan obvio que en principio nos sentimos
inclinados a mostrar nuestro acuerdo. Y sin embargo no lo es. Uno destroza el cráneo de un niño con el fusil y otro viola a una adolescente, pero junto a ellos hay otros que no
participan en la acción y que, sin embargo, por un falso sentido de la
camaradería o por resentimiento, por miedo o timidez no defienden a las
víctimas. Miran hacia otro lado y ahogan su conciencia en vanos razonamientos o
en alcohol. Hay también unos mandos que cuando no alientan, al menos toleran ese
tipo de conductas. Ni unos ni otros escapan a la escrutadora mirada de Grossman,
quien denuncia a todos por igual. Sin embargo, eso no le hace olvidar que en
uno y otro bando hay, sea cual sea su número, inocentes. Quizá ese viejo empleado
del zoo de Berlín. Un pobre hombre si se quiere, pero en él se salva Alemania.
Su existencia testimonia que incluso allí no todos son culpables.
Pero lo
que quizá resulte más inquietante sea que Grossman señala también la frágil frontera
que separa a los criminales de la gente decente. Quizá, viene a decirnos, si no
hemos cometido una infamia, haya sido porque el tentador no nos ha tocado en
nuestro punto débil. Víktor Pávlovich Shtrum, en Vida y destino, aguanta todo tipo de presiones. Físico entregado a
investigaciones de vanguardia, su trabajo no es bien visto por el Partido[6].
Su fortaleza impresiona a sus ayudantes, pero un día suena el teléfono. Stalin al
otro lado de la línea le felicita y le anima a continuar. A partir de ese momento
todo cambia. Ya no es un marginado. Los compañeros que antes le rehuían, ahora
lo buscan y lo alaban. Él, que lo ha resistido todo, cede ante la adulación y
firma una carta colectiva en la que se denuncia a otros científicos a quienes
sabe inocentes.
Sin
embargo, el propio Grossman da testimonio con su vida de que la resistencia es
posible. En 1955, el mariscal Klíment Voroshílov le pide que se afilie al
Partido Comunista, y él se niega. Al contrario que su personaje, elige el
ostracismo interior, la dolorosa posibilidad de convertirse en un escritor sin
lectores.
[1] GROSSMAN, Vasili, Eterno reposo y otras narraciones.
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2013, 245 p.
[2] Campaña desarrollada entre 1929
y 1932 para eliminar a los kulaks (campesinos ricos) e imponer la
colectivización en el campo.
[3] Escuadrones itinerantes de
ejecución integrados en su mayor parte por miembros de las SS.
[5] Vida y destino fue publicada en 1980 en Suiza, gracias a una operación llevada a
cabo por una red de disidentes soviéticos, de la que formaba parte Andrei
Sajarov, quien se había encargado de fotografiar un borrador. En la Unión
Soviética apareció en 1988, ya en tiempos de Gorbachov.
[6] La Fisica moderna había sido
condenada como idealista por Lenin en su obra Materialismo y empiriocriticismo (1908). Solo muy avanzada la II
Guerra Mundial, cuando se hizo perceptible la ventaja de los Estados Unidos en
la investigación armamentística, la Unión Soviética intentó recuperar el tiempo
perdido. En este marco es en el que se inscribe el episodio de la marginación y
rehabilitación de Shtrum.
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Vasili Grossman
02 febrero 2014
¿Qué pones tú?
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01 febrero 2014
Canción a la Santísima Virgen María. Himno ortodoxo ruso
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