30 septiembre 2011

Mensaje del papa Benedicto XVI en Alemania

Pilar Polo

Me gustaría destacar en estas líneas el mensaje del Papa Benedicto XVI en Alemania. Los paganos y  los ateos están más cerca de Dios que los cristianos que viven la fe de una manera rutinaria, ya que están tibios y no dan testimonio de su fe al mundo. Por este motivo nuestra religión cristiana se va apagando y cada día tiene menos seguidores.
En relación a la Iglesia en  general,  habló de las riquezas, el desprendimiento de ellas y la necesidad de estar al lado de los más necesitados.
También condenó la pederastia. Está siendo un Papa valiente, pues hasta ahora todo estaba oculto y nadie hablaba ni condenaba estos hechos deleznables. Él está poniendo los puntos donde corresponde, para salvaguardar nuestra fe.
Los cristianos debemos dar razón de nuestra fe con nuestra palabra y nuestras obras.

26 septiembre 2011

El árbol de la vida, dirigida por Terrence Malick

Carmen Sáez Gutiérrez


Se trata de una película que no deja indiferente a nadie, tanto por el contenido como por su forma. Retrata el viaje interior de un hombre desde su infancia hasta la edad adulta, una infancia que está marcada por la pérdida de un hermano  y por una complicada y ambigua relación con el padre. La muerte del hermano a los diecinueve años es vivida de forma trágica en la familia y suscita  preguntas en una madre creyente, que no hallan respuesta. Es el silencio de Dios que no permite reconocerle en determinados acontecimientos. Ante esta situación, aparece un predicador que trata de dar respuesta con otra pregunta: ¿Por qué sentimos la presencia de Dios cuando algo se nos concede y no lo hacemos cuando se nos arrebata?  El mensaje quiere llegar a lo más profundo del ser humano y lo hace con poco diálogo, pero con un derroche de imágenes, todas ellas muy bellas, acompañadas de una magnífica banda sonora, pero con un ritmo lento en exceso, de manera que la película se hace un poco pesada. De cualquier manera, la presencia del sufrimiento en nuestras vidas, el sentido que pueda tener y la relación de todo ello con Dios es algo vale la pena desentrañar, aunque no siempre se acierte en las formas.

25 septiembre 2011

Nuestro blog: un lugar de encuentro

José, Párroco

Un cordial saludo a quienes nos visitan… y gracias. Los medios de comunicación son un signo de nuestro tiempo y cauces de comunión entre las personas y los pueblos. Desde hace unos años la parroquia cuenta con una web en la dirección www.consolacionmostoles.org . Ahora, ponemos a disposición de las personas y de las ideas el blog de la parroquia. Lo podemos encontrar en el lugar consolacionmostoles.blogspot.com

El blog está abierto a todos los que con buena voluntad quieran compartir sus ideas y sus inquietudes para tejer comunión humana, espiritual y religiosa. Temas no faltan. Aún suenan en nuestros oídos los ecos de la JMJ y su impacto en nuestra fe un tanto desilusionada. Antes de que se apaguen pueden ser motivo de puesta en común. Otros acontecimientos como el inicio del curso pastoral, sus ofertas y la animación a ser parte activa de él, pueden motivar la participación de otros. Las situaciones sociales, culturales, éticas, religiosas, la vida de cada día, las esperanzas y los temores de los hombres de hoy… El blog está abierto a la participación y la diversidad, dentro de los límites del respeto y la aceptación de los demás y con el objetivo de ser canal de comunicación con cercanos y lejanos.

Si has llegado hasta aquí, siéntete acogido y bienvenido, y cuenta con la aceptación que brindamos a todos los hermanos.

23 septiembre 2011

Los samaritanos (III)

Francisco Javier Bernad Morales

Como se cuenta en los libros de los Reyes y de las Crónicas, a la muerte de Salomón, las tribus del norte rechazaron como monarca a su hijo Roboam y eligieron en su lugar a Jeroboam (I Re 12 y II Cr 10). El reino del Norte, conocido como reino de Israel, cuya capital estableció el rey Omri en la ciudad de Samaria, susbsistió hasta su conquista por los asirios, quienes deportaron a sus habitantes (721 a C.). En su lugar repoblaron en territorio con gentes prodecentes de Kutah y otros lugares de Mesopotamia (II Re, 17,24). Ahora podemos entender que cuando Flavio Josefo se refiere a los habitantes de este territorio con el término cuteos, lo hace con intención de subrayar su carácter extranjero y negar así que tuvieran alguna relación con los samaritanos antiguos. Según el relato de II Reyes, los nuevos habitantes elevaron altares a sus dioses, por cuyo motivo el Señor envió contra ellos leones que los pusieron en tal peligro que el rey de Asiria ordenó el regreso de un sacerdote judío para que los instruyera en el culto de Yahveh. El episodio concluye con una dura condena de los samaritanos:

Así, pues, reverenciaron a Yahveh y también sirvieron a sus propios dioses, con arreglo al uso de las gentes de donde los habían trasladado. Hasta el día presente han venido obrando según las costumbres antiguas, sin reverenciar a Yahveh y sin obrar conforme a sus propios ritos y ordenanzas, y según la ley y el mandato que Yaveh había prescrito a los hijos de Jacob, a quien puso por nombre Israel (II Re 17, 33,34).

Hay testimonios, sin embargo, de que la deportación no fue completa. Así en II Crónicas se cuenta que el rey Ezequías de Judá invitó a los habitantes de Israel, incluidos Efraím y Manasés1, a que celebrasen la Pascua en Jerusalén (II Cr 30, 1). La idea de que quedan judíos en el antiguo reino del Norte se expresa poco más adelante de manera inequívoca.

Partieron, pues, los correos con las cartas de parte del rey y de sus príncipes, por todo Israel y Judá, conforme a la orden real diciendo: “Israelitas, volved a Yahveh, Dios de Abraham, Isaac e Israel, y Él se tornará al residuo que de vosotros ha escapado de la mano de los reyes de Asiria...” (II Cr 30, 6).

En Flavio Josefo encontramos, asimismo, una exhortación de Josías a los israelitas que no han sido reducidos al cautiverio por los asirios, para que abandonen a los dioses extraños y sean fieles al Dios de sus antepasados (Antigüedades judías, libro X, cap. IV, 5).

Podemos aventurar a la vista de lo expuesto, que no todos los habitantes del reino del Norte fueron expulsados por los asirios. Aparte de que con toda probabilidad muchos buscarían refugio en el reino del Sur, la deportación debió afectar fundamentalmente a la élite política y sacerdotal, así como a los artesanos cuyo trabajo fuera especialmente útil a los conquistadores. Quedaría, pues, un remanente escasamente instruido, que, pese a las invitaciones de Ezequías y de Josías, se mezclaría con los nuevos pobladores llegados de Mesopotamia y adoptaría en parte sus usos y creencias. Sin embargo, aunque sugerente, esta idea no despeja todas las dificultades, pues si bien explica el rechazo de Zorobabel, y su consideración como extraños al pueblo de Israel, no aclara cómo la religión samaritana, tal como se deduce de los Evangelios y permanece en la actualidad2, mantiene, al igual que la judía, un riguroso monoteísmo, en lugar de consistir en un sincretismo con elementos paganos.

En el siguiente artículo intentaré profundizar en el sentido de los textos desde la convicción de que estos nos permiten afinar la respuesta.

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1Efraím y Manasés eran las más fuertes tribus del reino del Norte.

2Aún existe un pequeño grupo samaritano en Israel.

21 septiembre 2011

El testamento del padre Christian de Chergé


Almudena Cañamero



Justamente acabo de ver la fantástica película francesa De dioses y hombres sobre el martirio de los siete monjes trapenses en Argelia en 1996 (sí francesa, de un país totalmente laico, y me resulta difícil imaginármela aquí, en esta España tan sectaria e intolerante en todos los sentidos). La película está hecha con sabiduría, reflejando perfectamente la vida monástica, las dudas de algunos monjes, la valentía de otros, su unión, su fe, su entrega y amistad con el pueblo argelino y, por supuesto, con un exquisito respeto hacia la religión tanto católica como musulmana (hay una conmovedora escena en la que el hermano Luc -médico atendía a la población- es invitado a una ceremonia de circuncisión.

El prior de este monasterio, Dom Christian de Chergé (en proceso de beatificación) escribió un testamento del que os quiero dejar un trozo. Precisamente viene al pelo de lo que hemos hablado estos días a propósito de la "demonización" de las religiones y del islam en partícular. Lo que dice es ejemplar, y deberían leerlo los que no encuentran otro argumento para criticar a los intolerantes que enfrentarlos con la religión musulmana. Es una preciosidad:

Yo no podría desear una muerte semejante. Me parece importante proclamarlo. En efecto, no veo cómo podría alegrarme que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato. Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la "gracia del martirio" debérsela a un argelino, quienquiera que sea, sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam. Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente. Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.

Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas. Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.

Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:"¡qué diga ahora lo que piensa de esto!" Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.

Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre para contemplar con El a Sus hijos del Islam tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo, frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.

19 septiembre 2011

Reflexión cristiana sobre la sexualidad


Carmen Sáez Gutiérrez

Recensión publicada en Estudio Agustiniano 46/ fasc. 2 (2011)

GALLI, L. Del cuerpo a la persona. El amor tal como se lo explicaría a mis hijos. Ed. Rialp. Madrid, 2010, 21,5x14, 153 pp.

El libro es fruto de una serie de conferencias sobre educación para el amor, impartidas por Internet durante más de cuatro años. En él aborda los fundamentos biológicos de la sexualidad y los principios éticos que se desprenden de la lectura científica del cuerpo humano que hace la autora.

El objetivo es acompañar a los jóvenes en la búsqueda de orientaciones sólidas acerca del amor y de la sexualidad entendida como comunicación, que les lleven a una vida llena y de plenitud.

Trata todos los aspectos relacionados con el tema: la persona, la libertad, la sexualidad, la relación de pareja, la homosexualidad, los métodos anticonceptivos, el matrimonio… otorgándoles la profundidad que merecen y aproximándose a ellos con valentía, con la conciencia de saber que, en múltiples ocasiones, los planteamientos que hace van en contra de las tendencias actuales, y se encuentran  ajenos  en todo momento al reduccionismo o el relativismo tan presentes en nuestros días.

Sin embargo, además de aceptar los principios, que la autora recoge, que deben primar en todo el comportamiento humano, la lectura del libro suscita la reflexión y desde la certeza de estar en el camino más veraz, también suscita interrogantes, pues en un tema tan complejo como es el de la sexualidad no puede dejarse todo cerrado como si no fuera posible,  cuando menos, la duda.

15 septiembre 2011

Los samaritanos (II)

Francisco Javier Bernad Morales

Pienso que lo más adecuado para entender la hostilidad entre judíos y samaritanos es situarnos en el momento en que el rey persa Ciro, tras conquistar Babilonia, permite a los primeros regresar a Jerusalén, bajo el mando de Sesbasar, príncipe de Judá (538 a.C.). Aunque ahora solo nos interesan los retornados, no podemos olvidar que fueron muchos los que decidieron permanecer en Mesopontamia, y que allí se desarrolló durante siglos, incluso milenios, una rica cultura judía, cuyo más resplandeciente fruto fue el Talmud de Babilonia.

A los recién llegados debió ofrecérseles un panorama desolador: un país apenas poblado, una ciudad destruida y el magnífico templo edificado por Salomón arrasado. Pero animados por el fervor religioso y por la alegría de encontrarse de nuevo en la Tierra Prometida emprendieron de inmediato la reconstrucción, bajo la dirección de Zorobabel1. En este momento, se presentaron, según el libro de Esdras, unos enemigos de Judá y Benjamín, a quienes más adelante se identifica como samaritanos, y se ofrecieron a colaborar en el trabajo:

“Permitid cooperemos con vosotros en la construcción, ya que al igual que vosotros, seguimos a vuestro Dios y a él ofrecemos sacrificios desde los tiempos de Esar-Hadón2, rey de Asiria, que nos trajo aquí” (Esd 4,2).

Zorobabel rechazó su ayuda, ya que, como respondió, tal obra le estaba reservada de manera exclusiva a su pueblo. Flavio Josefo, que compartía con el resto de los judíos la animosidad hacia los samaritanos, a quienes por razones que más adelante explicaré, suele llamar cuteos, indica que Zorobabel únicamente se negó a que participaran en la edificación, pero sí admitió que, una vez concluida esta, adoraran allí a Yahveh, Dios único (Antigüedades judías, libro XI, cap. IV, 3-9).

A partir de este momento, comienzan las intrigas samaritanas ante las autoridades persas a fin de obstaculizar las obras (Esd 4, 6-33 y Neh 3, 33-38). Josefo, que a este respecto sigue estrechamente a Esdras y Nehemías, aunque al abarcar un período más largo, narra también ulteriores conflictos, asegura, refiriéndose ya a la época de Alejandro Magno, que los samaritanos pretendían ser judíos cuando la suerte favorecía a estos, pero negaban todo parentesco, cuando les era adversa (Antigüedades judías, libro XI, cap.VII, 6).

Para nuestro objetivo, debemos tener presente que los judíos consideraron extranjeros a los samaritanos y que estos, pese a adorar al Dios único, reconocieron, al menos en su primera comparecencia ante Zorobabel, no pertenecer al pueblo de Israel.

En el siguiente artículo intentaré arrojar alguna luz sobre el origen de los samaritanos y la naturaleza de su relación con el pueblo judío.

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1Una discusión sobre los papeles respectivos de Zorobabel y Sesbasar en el retorno, así como sobre las dificultades para identificarlos en un solo personaje, como han pretendido diversos autores desde Flavio Josefo, en ABADIE, Philippe. “El libro de Esdras y de Nehemías”. Cuadernos Bíblicos, nº 95. Verbo Divino. Estella. 2001,

2Como suele ocurrir con los nombres semíticos, lo podemos encontrar transcrito de diferentes maneras, siendo Asaradón y Assarhaddon las más frecuentes.

09 septiembre 2011

Proyecto Misionero 2011

Carmen Sáez Gutiérrez

Cada año, la parroquia participa con entusiasmo en un proyecto misionero de carácter agustiniano. Lo hace básicamente de dos maneras, una, a través de aportaciones personales y otra, con la puesta en marcha por parte del grupo parroquial Escuela de Padres de un mercadillo solidario en Navidad.

Este año se nos propone colaborar con el sostenimiento de los medios de transporte necesarios para que la población de la parroquia Santa Rita de Castilla (provincia de Loreto, Perú), fundamentalmente indígena, pueda desplazarse y así poder vivir y celebrar la fe en comunidad, y también recibir una atención sanitaria adecuada. Las personas que en esta ocasión solicitan nuestra ayuda son dos padres agustinos muy queridos por todos, que han compartido una parte de su vida con nosotros en esta parroquia, se trata nada más y nada menos que del P. Miguel Ángel Cadenas y del P. Manolo Berjón. Esperamos de corazón que la respuesta de nuestra comunidad sea, como siempre, profunda y generosa, pues todos como parroquia formamos parte de la gran familia agustiniana y nuestra misión es estar siempre atentos a las necesidades del otro.

Para más información, consultar el siguiente enlace:

03 septiembre 2011

Los samaritanos (I)

Francisco Javier Bernad Morales

Todos estamos familiarizados con las menciones a los samaritanos en el Evagelio: la parábola en que uno de ellos auxilia a un viajero herido, al que previamente han desasistido un sacerdote y un levita (Lc, 10, 25,37); el diálogo junto al pozo entre Jesús y la samaritana (Jn. 4, 1,30), o la orden a los Doce de que prediquen sin dirigirse a los gentiles ni entrar en ciudades samaritanas (Mt, 10, 5,6). Claramente se percibe que nos hallamos ante un grupo mirado con desdén por los judíos y con el que estos evitan en lo posible relacionarse. Temo, sin embargo, que las causas de esta animadversión no sean suficientemente conocidas, por lo que aventuraré un somero intento de explicación.
Comencemos por las respectivas creencias y prácticas religiosas tal como habían llegado a fijarse en la época de Jesús. Judíos y samaritanos comparten la creencia en el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de Moisés, el Dios de la Alianza, el Señor único, Creador de todo lo existente, que liberó a su pueblo de Egipto; e igualmente aguardan la venida del Mesías. A partir de aquí comienzan las diferencias. Los samaritanos solo reconocen carácter sagrado a la Torá (lo que los cristianos llamamos el Pentateuco) en tanto que no aceptan que el resto del Tanaj (la Biblia hebrea, para nosotros el Antiguo Testamento) tenga esta categoría. Rechazan asimismo la centralización del culto en Jerusalén y sitúan su lugar santo en el monte Gerizim. Por eso dice la mujer en la conversación aludida:
“Nuestros antepasados adoraron [a Dios] en este monte, pero vosotros decís que el sitio donde hay que adorar está en Jerusalén.” (Jn. 4, 20).
Utilizando un término un tanto anacrónico diríamos que los judíos consideran herejes a los samaritanos, en tanto que estos se ven a sí mismos como los auténticos depositarios de la ley dada a Moisés.
En posteriores artículos expondré las circunstancias que llevaron a la ruptura entre ambos grupos.