23 septiembre 2011

Los samaritanos (III)

Francisco Javier Bernad Morales

Como se cuenta en los libros de los Reyes y de las Crónicas, a la muerte de Salomón, las tribus del norte rechazaron como monarca a su hijo Roboam y eligieron en su lugar a Jeroboam (I Re 12 y II Cr 10). El reino del Norte, conocido como reino de Israel, cuya capital estableció el rey Omri en la ciudad de Samaria, susbsistió hasta su conquista por los asirios, quienes deportaron a sus habitantes (721 a C.). En su lugar repoblaron en territorio con gentes prodecentes de Kutah y otros lugares de Mesopotamia (II Re, 17,24). Ahora podemos entender que cuando Flavio Josefo se refiere a los habitantes de este territorio con el término cuteos, lo hace con intención de subrayar su carácter extranjero y negar así que tuvieran alguna relación con los samaritanos antiguos. Según el relato de II Reyes, los nuevos habitantes elevaron altares a sus dioses, por cuyo motivo el Señor envió contra ellos leones que los pusieron en tal peligro que el rey de Asiria ordenó el regreso de un sacerdote judío para que los instruyera en el culto de Yahveh. El episodio concluye con una dura condena de los samaritanos:

Así, pues, reverenciaron a Yahveh y también sirvieron a sus propios dioses, con arreglo al uso de las gentes de donde los habían trasladado. Hasta el día presente han venido obrando según las costumbres antiguas, sin reverenciar a Yahveh y sin obrar conforme a sus propios ritos y ordenanzas, y según la ley y el mandato que Yaveh había prescrito a los hijos de Jacob, a quien puso por nombre Israel (II Re 17, 33,34).

Hay testimonios, sin embargo, de que la deportación no fue completa. Así en II Crónicas se cuenta que el rey Ezequías de Judá invitó a los habitantes de Israel, incluidos Efraím y Manasés1, a que celebrasen la Pascua en Jerusalén (II Cr 30, 1). La idea de que quedan judíos en el antiguo reino del Norte se expresa poco más adelante de manera inequívoca.

Partieron, pues, los correos con las cartas de parte del rey y de sus príncipes, por todo Israel y Judá, conforme a la orden real diciendo: “Israelitas, volved a Yahveh, Dios de Abraham, Isaac e Israel, y Él se tornará al residuo que de vosotros ha escapado de la mano de los reyes de Asiria...” (II Cr 30, 6).

En Flavio Josefo encontramos, asimismo, una exhortación de Josías a los israelitas que no han sido reducidos al cautiverio por los asirios, para que abandonen a los dioses extraños y sean fieles al Dios de sus antepasados (Antigüedades judías, libro X, cap. IV, 5).

Podemos aventurar a la vista de lo expuesto, que no todos los habitantes del reino del Norte fueron expulsados por los asirios. Aparte de que con toda probabilidad muchos buscarían refugio en el reino del Sur, la deportación debió afectar fundamentalmente a la élite política y sacerdotal, así como a los artesanos cuyo trabajo fuera especialmente útil a los conquistadores. Quedaría, pues, un remanente escasamente instruido, que, pese a las invitaciones de Ezequías y de Josías, se mezclaría con los nuevos pobladores llegados de Mesopotamia y adoptaría en parte sus usos y creencias. Sin embargo, aunque sugerente, esta idea no despeja todas las dificultades, pues si bien explica el rechazo de Zorobabel, y su consideración como extraños al pueblo de Israel, no aclara cómo la religión samaritana, tal como se deduce de los Evangelios y permanece en la actualidad2, mantiene, al igual que la judía, un riguroso monoteísmo, en lugar de consistir en un sincretismo con elementos paganos.

En el siguiente artículo intentaré profundizar en el sentido de los textos desde la convicción de que estos nos permiten afinar la respuesta.

______________________

1Efraím y Manasés eran las más fuertes tribus del reino del Norte.

2Aún existe un pequeño grupo samaritano en Israel.

2 comentarios:

  1. Digo de entrada que juzgo a las personas, por su comportamiento, y no por su religión. Sin embargo no puedo evitar ver un símil con lo que ocurre en nuestros días. Los llamados "judíos mesiánicos".
    Compuesto de un 90 o más por ciento de cristianos evangélicos, que se auto nombraron judíos y un pequeño grupo de judíos conversos.
    Más allá de sus buenas intenciones, la pregunta es tan válida, como en el caso de los samaritanos.
    ¿Hasta que punto uno o unos pueden auto-filiarse a una religión, sin contar con el visto bueno de las autoridades de dicha confesión.

    AMIR

    ResponderEliminar
  2. Ya he señalado que Zorobabel rechaza la petición de los samaritanos, pues no los considera parte de Israel. Es una posición compartida en adelante por todos los judíos, incluido Jesús.
    Eso no impide que nos peguntemos por el origen de una religión que tiene en común con el judaísmo una parte del texto sagrado: la Torá.

    ResponderEliminar