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25 febrero 2015

Peregrina de la fe



 “Así también la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (cf. Jn, 19, 25), se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por Ella misma, y, por fin, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús, moribundo en la Cruz con estas palabras: "¡Mujer, he ahí a tu hijo!" (Jn, 19,26-27)” (Lumen gentium, 58).

04 septiembre 2014

Fiesta de la Virgen

Hoy celebramos la solemnidad de Nuestra Señora de la Consolación, patrona de los padres agustinos. Con este motivo, incluimos un bello poema de alabanza a Nuestra Madre, escrito en el siglo XVI  por el también sacerdote,  además de escritor, Félix  Lope de Vega y Carpio.

Lope de Vega 

Cantando el Verbo divino
Un alto tan soberano, 
Como de Dios voz y mano, 
A ser contrabajo vino,
Bajando hasta el punto humano; 
Que aunque es de sus pies el suelo 
El serafín de más vuelo 
Y el más levantado trono,
Bajó por la tierra el tono 
Hoy la música del cielo.

Una Virgen no tocada
Toca con destreza tanta
El arpa de David santa,
Como la tiene abrazada,
Que adonde el infierno espanta,
Dos puntos solos tocó, 
El bajo y el alto juntó, 
Que, como en una pregunta 
Con un Sí Dios y hombre junta, 
En dos puntos se cifró.

De un fiat comienza el Fa, 
De su obediencia y su fe, 
Vió Dios el Mi, siendo el Re 
Rey, y reparó que en La 
Virgen estrella Sol fue. 
Pero después que nació, 
Cifrada en dos puntos vio 
La tierra por su consuelo, 
El armonía del cielo, 
Sol y La que le parió.

28 junio 2014

Luz de los ciegos

San Bernardo

Salve Reina de misericordia, Señora del mundo, Reina del cielo, Virgen de las vírgenes, Sancta Sanctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perdón de los pecadores, reparación de los desesperados, fortaleza de los lánguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Haga tu piedad que el mundo conozca y experimente aquella gracia que tú hallaste ante el Señor, obteniendo con tus santos ruegos perdón para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusilánimes, consuelo para los afligidos, auxilio para los que peligran.
Por ti tengamos acceso fácil a tu Hijo, oh bendita y llena de gracia, madre de la vida y de nuestra salud, para que por ti nos reciba el que por ti se nos dio. Excuse ante tus ojos tu pureza las culpas de nuestra naturaleza corrompida: obténganos tu humildad tan grata a Dios el perdón de nuestra vanidad. Encubra tu inagotable caridad la muchedumbre de nuestros pecados: y tu gloriosa fecundidad nos conceda abundancia de merecimientos.
Oh Señora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos á tu Hijo.
Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Señor, por las prerrogativas que mereciste y por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro, bendito por siempre y sobre todas las cosas, así como por tu medio se dignó hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, así nos haga participantes también por tu intercesión de su gloria y felicidad.

13 mayo 2014

Virgen y Madre María

Papa Francisco

Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.

Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.

Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.

Amén. Aleluya.

Evangelii Gaudium

08 mayo 2014

A la Virgen María: Plegaria

Gertrudis Gómez de Avellaneda

(Fragmento)
  
Vos, entre mil escogida,
de luceros coronada,
Vos, de escollos preservada
en los mares de la vida,
Vos, radiante de hermosura,
Virgen Pura!
De toda virtud modelo;
Flor trasplantada del suelo
para brillar en la altura.

Vos, que ocupais regio asiento
en la patria eterna y santa,
y teneis de vuestra planta
por alfombra el firmamento..
Volved, Señora los ojos
sin enojos, a esta mujer solitaria,
que os dirige su plegaria
de su destierro entre abrojos.

Vos, en la noche sombria
pura luz, celeste faro,
de los debiles amparo,
de los tristes alegria...
Mirad mi senda enlutada,
!Madre amada!
Mi juventud--sin amores--
debil planta a los rigores
de ardiente sol marchitada.


05 mayo 2014

A la Purísima Concepción de Nuestra Señora

Luis de Góngora y Argote

"Virgen pura, si el sol, luna y estrellas"

Si ociosa no, asistió naturaleza
Incapaz a la tuya, oh gran Señora,
Concepción limpia, donde ciega ignora
Lo que muda admiró de tu pureza.

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza
Del día, cuya luz tu manto dora,
La que calzas nocturna brilladora,
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

Pura la Iglesia ya, pura te llama
La Escuela, y todo pío afecto sabio
Cultas en tu favor da plumas bellas

¿Qué mucho, pues, si aún hoy sellado el labio,
Si la naturaleza aun hoy te aclama
Virgen pura, si el sol, luna y estrellas?


05 abril 2014

Pues que tú, Reina del cielo. Juan del Enzina

Juan del Enzina (1468-1529) fue poeta, músico y dramaturgo en los tiempos iniciales de nuestro Renacimiento. Aquí presentamos una de sus obras.



Pues que tú Reina del cielo 
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú que reinas con el Rey
de aquel Reino celestial;
tú lumbre de nuestra ley,
luz de linaje humanal
pues para quitar el mal 
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, Virgen, que mereciste
ser madre de tal señor
tú, que, cuando le pariste,
le pariste sin dolor;
pues con nuestro Salvador
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que eres flor de las flores; 
tú, que del cielo eres puerta;
tú, que eres olor de olores; 
tú, que das gloria muy cierta,
si de la muerte muy muerta 
no nos vales, 
no hay remedio a nuestros males.

14 enero 2014

Inna-i-Baraya. Un canto a la Virgen

La monja maronita Marie Keyrouz canta en árabe a la Virgen.

28 junio 2013

Himno a la Virgen

La iglesia Católica Melquita es una iglesia oriental de rito bizantino en plena comunión con Roma. La inmensa mayoría de sus miembros son árabes y habitan en Líbano, Israel, Siria, Jordania y Egipto, aunque en los últimos años, por presiones políticas, muchos han emigrados a países europeos o americanos.
Hoy presentamos uno de sus himnos.

22 febrero 2013

02 septiembre 2012

Fiestas de la Virgen

Hoy iniciamos la semana en que festejaremos a nuestra patrona, Nuestra Señora de la Consolación. La festividad es el día 4, sin embargo la solemnidad tendrá lugar el domingo siguiente, de manera que el triduo mariano se iniciará los días 5, 6 y 7, la Bajada de la Virgen y la ofrenda floral tendrán lugar el sábado día 8, y, finalmente, el domingo a las 20:00 h. celebraremos la misa solemne y compartiremos nuestras viandas en un ágape fraterno. Para destacar la importancia de María en nuestra fe, hemos seleccionado un fragmento de la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI al episcopado, al clero, a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre la Eucaristía fuente y culmen de la vida y misión de la Iglesia, en la que reflexiona sobre la Madre de Dios y la celebración eucarística.

La relación entre la Eucaristía y cada sacramento, y el significado escatológico de los santos Misterios, ofrecen en su conjunto el perfil de la vida cristiana, llamada a ser en todo momento culto espiritual, ofrenda de sí misma agradable a Dios. Y si bien es cierto que todos nosotros estamos todavía en camino hacia el pleno cumplimiento de nuestra esperanza, esto no quita que se pueda reconocer ya ahora, con gratitud, que todo lo que Dios nos ha dado encuentra realización perfecta en la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra: su Asunción al cielo en cuerpo y alma es para nosotros un signo de esperanza segura, ya que, como peregrinos en el tiempo, nos indica la meta escatológica que el sacramento de la Eucaristía nos hace preguntar ya desde ahora. En María Santísima vemos también perfectamente realizado el modo sacramental con que Dios, en su iniciativa salvadora, se acerca e implica a la criatura humana. María de Nazaret, desde la Anunciación a Pentecostés, aparece como la persona cuya libertad está totalmente disponible a la voluntad de Dios. Su Inmaculada Concepción se manifiesta claramente en la docilidad incondicional a la Palabra divina. La fe obediente es la forma que asume su vida en cada instante ante la acción de Dios. La Virgen, siempre a la escucha, vive en plena sintonía con la voluntad divina; conserva en su corazón las palabras que le vienen de Dios y, formando con ellas como un mosaico, aprende a comprenderlas más a fondo (cf. Lc 2,19.51). María es la gran creyente que, llena de confianza, se pone en las manos de Dios, abandonándose a su voluntad [102]. Este misterio se intensifica hasta llegar a la total implicación en la misión redentora de Jesús. Como afirmó el Concilio Vaticano II, «la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie (cf. Jn 19,25), sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo» [103]. Desde la Anunciación hasta la Cruz, María es aquella que acoge la Palabra que se hizo carne en ella y que enmudece en el silencio de la muerte. Finalmente, ella es quien recibe en sus brazos el cuerpo entregado, ya exánime, de Aquél que de verdad ha amado a los suyos «hasta el extremo» (Jn 13,1). Por esto, cada vez que en la Liturgia eucarística nos acercamos al Cuerpo y Sangre de Cristo, nos dirigimos también a Ella que, adhiriéndose plenamente al sacrificio de Cristo, lo ha acogido para toda la Iglesia. Los Padres sinodales han afirmado que « María inaugura la participación de la Iglesia en el sacrificio del Redentor» [104]. Ella es la Inmaculada que acoge incondicionalmente el don de Dios y, de esa manera, se asocia a la obra de la salvación. María de Nazaret, icono de la Iglesia naciente, es el modelo de cómo cada uno de nosotros está llamado a recibir el don que Jesús hace de sí mismo en la Eucaristía. 
Notas
[102] Cf. Homilía (8 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 15-16. 
[103] Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 58.
[104] Propositio 4.

17 agosto 2012

Judeocristianismo: ebionitas y nazoreos


Francisco Javier Bernad Morales

A menudo, cuando utilizamos el término Jesucristo no somos conscientes de que no se trata simplemente de un nombre propio, sino de que en él se unen dos términos, referido el primero a Jesús de Nazaret y el segundo al Cristo. Es una proclamación de Jesús como Mesías, pues eso significa el término Cristo, que a menudo se hace de una forma tan rutinaria e inconsciente que casi ha perdido su significado originario[1]. Pero, al decir Jesucristo o Cristo, no nos limitamos a afirmar el carácter mesiánico de Jesús. En el judaísmo no han faltado personajes, entre ellos Simón Bar Kochba o Sabbatai Zevi, que han sido tomados por algunos por el Mesías esperado. Ningún judío, sin embargo, entre quienes los aclamaban, habría sostenido que eran la encarnación del Señor. Simplemente la idea les habría parecido sacrílega. Conceptos tales como la Trinidad y la preexistencia del Hijo son ajenos a la religiosidad judía, que no puede ver en ellos más que proclamas blasfemas e idolátricas.
Pero el cristianismo no surge ya formado de la predicación de Jesús de Nazaret. Durante mucho tiempo sus seguidores no constituyen una nueva religión, sino una tendencia o secta más dentro del judaísmo, del que solo se separarán lentamente. En Galilea, la región en que Jesús de Nazaret inició su misión y donde reclutó a sus primeros seguidores, persistió durante mucho tiempo un grupo, al que las fuentes cristianas denominan ebionita, que lo reconocía como Mesías, pero no le atribuía una naturaleza divina. Por lo demás, mantenían la circuncisión, guardaban el Sabbat y, en definitva, seguían las prescripciones de la Torá[2]. Mostraban, por otra parte, una fuerte hostilidad hacia Pablo de Tarso y rechazaban la virginidad de María. En este sentido, interpretaban Isaías 7, 14 como: “He aquí que la joven concebirá y dará a luz un hijo”[3].
En el siglo IV, Epifanio de Salamina menciona la existencia de otro grupo, el de los nazoreos, quienes, si bien mantienen una cristología ortodoxa, se aferran a la observancia de la Torá. Respecto a ellos, mantuvieron una controversia epistolar Jerónimo de Estridón y Agustín de Hipona[4]. Mientras que el primero rechazaba sus prácticas judías, el segundo no consideraba grave que las mantuvieran y, aunque pensaba que estaban destinadas a la desaparición, no le parecía adecuado prohibirlas.
Ya en el siglo V, dejamos de tener información sobre estos grupos, que parecen haber desaparecido. En su contra actuaron dos factores principales. De un lado la clarificación cristológica del cristianismo ortodoxo, que los dejó fuera de la Gran Iglesia, y de otro, la reestructuración del judaísmo iniciada tras la destrucción del Templo. La duodécima bendición de la Amidá introducida por el rabino Gamaliel II, en realidad una maldición contra los sectarios, se dirige, entre otros, contra ellos. Entre un cristianismo que precisa con nitidez sus concepciones cristológicas, y un judaísmo renovado entregado a la recopilación de la ley oral, no queda sitio para los judeocristianos, que se ven excluidos de ambas religiones.


[1] Por esta razón, Paul Tillich prefiere utilizar la expresión Jesús el Cristo.
[2] LÉMONON, Jean-Pierre, “Los judeocristianos: testigos olvidados”, Cuadernos Bíblicos, 135, Estella, Verbo Divino, 2007.
[3] Estas noticias proceden de Ireneo de Lyon. LÉMONON (2007) p. 20. Casi todo lo que sabemos sobre los ebionitas ha llegado a nosotros a través de los autores ortodoxos que combatían sus doctrinas.
[4] LÉMONON (2007) p. 38.

08 agosto 2012

Cristianos nestorianos


Francisco Javier Bernad Morales

La definición del Cristo[1] centró el debate teológico en los primeros siglos de la Iglesia. Sucesivos concilios establecieron con progresiva claridad la doctrina ortodoxa, conformando de esta manera los principales dogmas de nuestra fe y el marco de creencias de lo que se ha dado en llamar Gran Iglesia. Este proceso de clarificación tuvo como consecuencia que en torno a las interpretaciones desechadas, calificadas como heréticas, se constituyeran nuevas iglesias separadas del tronco principal. Es muy probable que en la actualidad los términos de la discusión se nos antojen excesivamente sutiles, accesibles tan solo a personas con una sólida formación religiosa. Sin embargo, en su momento, y aunque ciertamente no podamos saber en qué medida eran correctamente comprendidas las diferentes posiciones, en torno a ellas se formaron apasionados grupos de seguidores, dispuestos a utilizar cualquier medio, incluida la fuerza, con tal de imponerse. Las diferencias religiosas se solapaban, además, con conflictos políticos y la herejía arraigaba en regiones donde era fuerte la oposición a un poder imperial a menudo visto como opresivo. La polémica se desarrolló en varios frentes, en cuyo detalle no vamos a entrar por no alargarnos en exceso. Nos centraremos tan solo en una de esas ramas desgajadas, que llegó a alcanzar una gran dimensión en extensas regiones de Asia, antes de casi desaparecer ante la expansión del islam y del budismo. Las discrepancias surgieron en torno a la utilización del término Theotokos (madre de Dios), referido a María. Nestorio, patriarca de Antioquía, lo consideró inaceptable, ya que aquella, argumentaba, solo había sido madre de la naturaleza humana de Jesús, no de la divina. Para Nestorio[2], en Cristo existen dos personas, una divina y otra humana. Estas ideas fueron condenadas en el Concilio de Éfeso (431), pues implicaban que solo la persona humana había sufrido en la cruz, en tanto que la divina había permanecido impasible. De hecho, la idea de un Dios sufriente repugnaba a la tradición filosófica helénica. En la concepción de Nestorio, la muerte de Jesús habría sido, pues, la de un ser humano, lo que, a juicio de la ortodoxia, la privaba de todo valor salvífico.
Nestorio fue depuesto y desterrado. Muchos de sus seguidores, para escapar a la persecución se refugiaron en el reino lájmida[3], donde el cristianismo nestoriano llegó a convertirse en religión del Estado; mientras que otros huyeron al Imperio Sasánida. Desde allí, en los siglos siguientes, el nestorianismo se propagó hacia la India, Asia Central, Mongolia y China. El fraile franciscano Guillaume de Rubrouck, que visitó Karakorum en 1254 encontró a numerosos nestorianos en la corte de Mongka, nieto de Gengis Kan, e incluso asistió a sus oficios durante la Pascua[4].  Por otra parte, la iglesia siro-malabar, presente en el estado indio de Kerala, y en comunión con Roma desde el sínodo de Diamper (1599), es también de origen nestoriano, si bien la tradición remonta su fundación al apóstol Santo Tomás. En la actualidad, la iglesia asiria de Irak es la principal comunidad nestoriana, aunque está muy debilitada por los conflictos bélicos y el auge del islamismo.


[1] Me refiero al Cristo como el Ungido, la traducción griega del término Mesías, sin prejuzgar su naturaleza divina o humana.
[2] Una buena y breve exposición de las ideas de Nestorio en http://ec.aciprensa.com/wiki/Nestorio_y_Nestorianismo (disponible en agosto de 2012).
[3] Los lájmidas eran un pueblo árabe que formó un reino vasallo del Imperio Sasánida, en tierras semidesérticas al sudoeste de Mesopotamia.
[4] CROUSSET, René, El imperio de las estepas, Madrid, EDAF, 1991, p. 323.

16 junio 2012

Cantiga 47. Virgen Santa Maria, guarda-nos se te praz

Aunque tradicionalmente se han atribuido la Cantigas de Santa María el rey castellano Alfonso X el Sabio (1221-1284), hoy generalmente se admite que, si bien el monarca intervino en muchas de ellas, no todas proceden de su mano. Se trata de un conjunto de unas cuatrocientas veinte composiciones escritas en galaico-portugués, la mayoría de las cuales relatan milagros de la Virgen en un tono sencillo y hasta ingenuo, testimonio de una fe alegre y confiada.
A continuación insertamos la cantiga 47:



Esta es cómo Santa María guardó al monje que el demonio quiso asustar, para hacerlo perder.

Para arrancar de los corazones la gran perfidia, se muestra Santa María en sus grandes visiones.

Porque él, noche y día, lucha por hacernos caer en yerros, para que perdamos a Dios, tu Hijo, que quiso sufrir, en la cruz, pasión y muerte, para que tuviésemos paz.


Y de esto, amigos míos, quiero referiros un hermoso milagro, del que hice mi cantar, cómo Santa María fue a guardar a un monje de la tentación del demonio, al que el bien desagrada.


Este monje estaba ordenado, y según oí, observaba muy bien sus reglas, como he aprendido, pero el demonio artero lo turbó de manera que hizo que, en la bodega, bebiera demasiado vino.


Cuando estaba bebido, el monje quiso irse en derechura a la iglesia, pero el demonio le salió al encuentro, en forma de toro, y fue a herirlo con sus cuernos, bajos, tal como lo hace el toro.


Cuando esto vio el monje, se llenó de espanto y a Santa María llamó, muy recio; Ella se le apareció enseguida y amenazó al toro, diciendo: "Sigue tu camino, que malos juegos tienes."


Después, en hechura de hombre, se le apareció otra vez, alto, de negro y velludo, negro como la pez; pero le acudió luego la Virgen de buena prez, diciendo: "Huye, malo, que eres peor que un chiquillo."


Después de que Santa María hubo socorrido al monje, como os he dicho, y le quitó el miedo del demonio y el vino, con el que estaba enloquecido, le dijo: "Guárdate, desde hoy, y no seas malvado."

31 mayo 2012

Lutero. Comentario al Magnificat


Francisco Javier Bernad Morales

En los meses transcurridos entre noviembre de 1520 y junio de 1521, Lutero traduce el Magnificat al alemán y lo publica acompañado de un extenso comentario, en que, verso por verso intenta desentrañar su significado más profundo. Es un momento crucial en su vida. El 15 de junio de 1520, el papa León X había condenado sus doctrinas mediante la bula Exsurge Domine y el 3 de enero del año siguiente, dado que no había conseguido que se retractara, lo había excomulgado en una nueva bula:  Decet Romanum Pontificem.  Poco después, del  25 de enero al 28 de mayo, se había desarrollado la Dieta de Worms, en la que Lutero había defendido su posición en presencia del Emperador Carlos V y de los príncipes alemanes. Ante la imposibilidad de vencer su firmeza, un edicto del 25 de mayo, prohibió sus obras y lo calificó de hereje, autorizando que cualquiera pudiera darle muerte. A fin de protegerlo, su soberano, el elector de Sajonia Federico el Sabio, decidió fingir un secuestro y ocultarlo en el castillo de Wartbug. En este forzado retiro, mientras toda Alemania se interrogaba por su paradero y muchos temían que hubiera sido asesinado, inició la traducción de la Biblia al alemán.

A continuación reproducimos  el inicio de su comentario al primer verso del Magnificat.

"Mi alma glorifica a Dios, mi Señor
 Estas palabras brotan de un ardor inflamado y de un gozo desbordante, en el que bullen todas sus facultades, toda su vida, y que exulta en su espíritu. Por eso no dice 'yo ensalzo a Dios', sino 'mi alma' como si quisiera expresar, 'mi vida, todos mis sentidos, se ciernen en el amor, alabanza y gozo divinos con tal intensidad que me siento arrastrada a alabar a Dios con fuerza superior a las mías'. Esto es lo que exactamente sucede con quienes han gustado la dulzura y el espíritu de Dios: sienten más de lo que les es posible expresar, puesto que el alabar gozosamente a Dios no es obra humana, sino una pasión alegre, una operación divina inefable, solo cognoscible desde la experiencia personal, como dice David en el Salmo 33: 'Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el hombre que a él se confía'. en primer lugar se habla de gustar, y después viene el ver, por la sencilla razón de que no es posible llegar a este conocimiento sin la experiencia y la sensación peculiares que solo puede alcanzar quien, en lo profundo de su indigencia, confía en Dios de todo corazón. Por este motivo se añade enseguida. `dichoso el hombre que confía en Dios`, porque entonces este hombre experimentará dentro de sí la obra de Dios y de esta forma llegará a esa dulzura sensible y, a través de ella, a la comprensión e inteligencia completas." (El salmo citado suele aparecer como 34 en las ediciones actuales de la Biblia. La diferencia se debe a que en la Septuaginta, seguida por la Vulgata, los salmos 9 y el 10 aparecían unidos, mientras que en el texto masorético están separados).

Para terminar, incluimos la invocación final del comentario:

"…pidamos a Dios que nos conceda la correcta inteligencia de este Magnificat: que no se contente con iluminar y hablar, sino que inflame y viva en el cuerpo y en el alma. Que Cristo nos lo conceda por la intercesión y la voluntad de su querida madre María. Amén."

10 mayo 2012

Cantiga 100: "Santa Maria Strela do dia"

Hoy recordamos a María, Madre de la Iglesia. Por eso nos ha parecido oportuno insertar esta hermosa cantiga compuesta en galaico-portugués por el rey de Castilla y de León Alfonso X el Sabio (1221-1284), en la que se muestra la confianza en la misericordia de la Virgen y en su papel mediador ante el Señor. Ofrecemos la versión de Early Music Circle, que nos ha impresionado por su excelente calidad. Los subtítulos se muestran en el idioma y la ortografía de la época, aunque se ha añadido una traducción al castellano.
Tanto el vídeo como la traducción, están tomados del canal de Youtube h4m69


Santa María, estrella del día, muéstranos la vía para Dios, y guíanos.Porque haces ver a los errados, que se perdieron por sus pecados, y les haces entender que son culpables; pero que Tú los perdonas de la osadía que les hacía hacer locuras que no debieran.
Debes mostrarnos el camino, para ganar por todos modos la luz sin par y verdadera que sólo Tú puedes darnos; porque, a Ti, Dios te lo concedería y quería dárnosla por Ti, y nos la daría.Tu juicio puede guiarnos, más que en nada, al Paraíso donde Dios tiene siempre gozo y sonrisa para quien quiso creer en El; y me placería, si a Ti te place, que fuese mi alma en tu compañía.



06 mayo 2012

Virgen María, Madre

Dámaso Alonso

En el día de la Madre, queremos felicitar a todas las madres y nuestro regalo es un bello poema de Dámaso Alonso que canta la belleza de la madre de todos y ejemplo a imitar, la Virgen María.

“…Virgen María, Madre…
No, yo no sé quién eres,
No, yo no sé quién eres, pero tú eres
luna grande de enero que sin rumor nos besa,
primavera surgente como el amor en junio,
dulce sueño en el que nos hundimos,
agua tensa que bebe con trémula avidez
la vegetal cécula  joven…
¡Qué dulce sueño en tu regazo, madre!
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras…
nieve en quien Dios se posa…
Oh tú, primavera y extrañísima creatura de su amor…”