P. Miguel
Ángel Cadenas
P. Manolo
Berjón
“¿Es que no van a escribir ustedes?” nos preguntaron. Nos ha
invadido la pereza, pero ahí vamos. Como saben, por fin, el Estado Peruano ha
reconocido la contaminación en el Marañón y en la Reserva Nacional Pacaya
Samiria. Los datos los pueden encontrar en la siguiente dirección: http://servindi.org/actualidad/99810#more-99810.
El trabajo de la organización indígena ACODECOSPAT (Asociación Cocama de
Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca) ha sido intenso y en algunos
momentos delicado, pero ha dado fruto y les felicitamos desde la cercanía, la
comprensión y el apoyo que les podemos brindar.
Durante años el Estado peruano ha negado sistemáticamente la
contaminación existente. Funcionarios inescrupulosos han querido tapar el sol
con un dedo. ¿No tienen ninguna responsabilidad? Quienes afirmaban
concienzudamente que la contaminación existía eran ignorados, calumniados, objeto
de burlas, tachados de no tener experiencia, de falta de formación profesional
(es curioso cómo lo reducían todo a ser “inginiero”)…
Todavía recordamos como si no hubieran pasado los años cómo trabajadores de
Pluspetrol insultaron a los comuneros de Santa Isabel de Yumbaturo por no
querer limpiar el río después de un derrame, como si ellos hubieran sido los
responsables. “Son haraganes”, dijeron los “inginieros”.
Y cómo no volver a recordar a un antropólogo, que afirmaba taxativamente que el
río estaba limpio después de un derrame de más de 5500 barriles de petróleo (según
datos de la petrolera), pero se negó rotundamente a tomar agua del río junto
con nosotros. Anécdotas hay mil, hasta un millón.
¿Y AHORA QUÉ?
“Estarán contentos, nos dijo otro amigo, por fin, han dicho la
verdad”. Pues qué decir, esperemos que sea toda la verdad. Y contentos, lo que
se dice contentos…, no lo podemos estar. Nos ha alegrado que reconozcan la
contaminación, es un primer paso, pero muy pequeño todavía. Necesitamos avanzar
mucho más. ¿Terminarán declarando en “emergencia ambiental” el bajo Marañón?
Dada la experiencia de las otras tres cuencas: Pastaza, Corrientes y Tigre, no
parece que sirva de mucho.
“Si tuvieran que aportar a una solución, ¿cuál sería su
propuesta?” nos han espetado en más de una oportunidad. Nosotros entendemos que
son otros los que tienen que resolver, pero podemos aportar nuestra visión. De
todas formas nos insisten: “no se escondan, digan lo que ustedes piensan”. Y
aunque es una pregunta incómoda no la queremos rehuir. Deseamos que se cierren
los pozos petroleros de la Reserva Nacional Pacaya Samiria hasta que no se
remedie la situación ambiental. Deseamos que se explique a la población local
la grave situación por la que se atraviesa. Deseamos que se construya una
propuesta con la población local de alternativas a esta situación. Deseamos que
alguien explique porqué durante tantos años se han obviado las evidencias, se
han ocultado, más bien. Deseamos que haya un monitorio ambiental permanente por
parte del Estado acompañado de las organizaciones indígenas. Deseamos un
monitoreo permanente de peces y análisis de cabello y sangre en personas. Hay
más deseos, pero ya son suficientes por hoy.
“Pero eso no es viable”, nos han cortado en seco. Bueno, no es
cierto. Es viable, muy viable. Es cierto que eso produciría mayor
desabastecimiento de hidrocarburos. ¿Y qué? ¿Acaso la población local se ha
beneficiado de las regalías que ha cobrado el Estado por esos pozos? Pues ahora
nosotros deseamos que se paralice la
extracción de hidrocarburos en la Reserva Nacional Pacaya Samiria hasta que se
remedien los pasivos ambientales. ¿Es preferible ganar dinero a costa de
contaminar impunemente el medio ambiente? No, señores, nosotros no estamos de
acuerdo.
“En este contexto, algunos
todavía defienden las teorías del ‘derrame’ [chorreo] que suponen que todo
crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar
por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que
jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua
en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos
sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos
siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o
para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una
globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces
de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de
los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad
ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la
calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas
esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo
que de ninguna manera nos altera” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium nº 54).
CUANDO EL AGUA NO ES H2O:
A VUELTAS CON LO SAGRADO
Ahora toca explicar de un modo
sencillo qué es esto de la contaminación para que la población pueda comprender
todos esos datos químicos… de una manera asequible. La tarea es ingente. ¿Hará
el Estado algún pequeño esfuerzo por explicarlo? Mucho nos tememos que no. Una
reunión en la comunidad nativa de Dos de Mayo, sede de ACODECOSPAT, es muy
valiosa y es de agradecer, pero la explicación debería ser comunidad por
comunidad, con gente del Estado capacitada. Y, no, no lo harán. Pero tampoco
nos parece que sea para aplaudir. Creemos que si no lo hace, como no lo ha
hecho en las cuencas del Pastaza, Corrientes y Tigre, comete una falta grave de
responsabilidad social.
En el colegio nos enseñaron, y
continúan enseñando en los colegios del Marañón, la fórmula química del agua: H2O,
como si toda la realidad se redujera a química. Sin embargo, para el pueblo
kukama el agua no es cuestión de química. El agua forma parte de su vida
diaria. Sus mitos explican la formación de los ríos, el diluvio, las cochas
encantadas, las personas que viven dentro del agua… ¿Cómo explicar a una persona
que tiene familiares que viven dentro del agua –que no están ahogados, sino que
viven dentro– que por una actitud irresponsable, de las diversas empresas
petroleras y del Estado peruano que lo ha permitido, el río está contaminado?
¿Cómo explicar a un chamán la contaminación, cuando algunos de los espíritus
con los que trabaja, e incluso alguno de sus hijos, vive dentro del agua? Que
quede claro, esto que estamos sugiriendo no es otra cosa que religión indígena
kukama. Por eso merece un fuerte respeto.
Pero no nos centremos en el agua.
Habría que tomar toda el agua del Marañón para contaminarse. ¿Y el pescado?
Bueno, pues ya saben eso de la cadena trófica. Hay peje que se alimenta del
plancton, fuertemente contaminado, que a su vez es comido por otros peces que
acumulan su propia contaminación más la del pez que ha comido con el plancton
que ha ingerido… ¿Y se comen todo eso? Pues claro, otra solución es hambrear.
Pero en el Marañón tenemos la mala costumbre de comer al menos dos veces al
día. La dieta es a base de pescado, rico pescado, pero fuertemente contaminado.
Como se puede comprobar también
utilizan el cristianismo para limpiar una imagen por demás sucia. Como si el
Señor de los Milagros no estuviera del lado de los que sufren, de los
indígenas. Eso de la energía no le pega nada bien al Señor de los Milagros,
suena más bien a religión tipo new age.
Ha sido en los últimos tiempos, cuando ya se veía que el Estado peruano iba a
reconocer la contaminación existente, que han sentido ‘devoción’ por el Señor
de los Milagros. ¿No les parece una coincidencia curiosa? En lugar de una
campaña de imagen, en las calles de Iquitos, necesitamos transparencia y un
trabajo más acorde con la dignidad humana y los derechos de los pueblos
indígenas.
P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón
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