06 noviembre 2011

Los maniqueos (II)

Francisco Javier Bernad Morales

Según Hans Jonas (1), Mani fusionó en su doctrina elementos cristianos, zoroastrianos y budistas, a los que cabría sumar, según otros autores, quizá cierta influencia jainista (2). No obstante, no debemos considerar su religión como una amalgama de elementos diversos. Se trata, al contrario, de un conjunto original y bien articulado. El profeta babilonio se consideraba a sí mismo como la culminación de una revelación de la que en menor medida habían participado los patriarcas, Zoroastro, Buda, Jesús y Pablo. En este sentido, vendría a ser el sello de los profetas, un concepto que, referido a Mahoma, pasó más tarde al islam. Al contrario que sus predecesores y su continuador, Mani fue plenamente consciente de que debía dejar escritas sus enseñanzas, si quería evitar que estas fueran alteradas por sus seguidores. Se mostró, pues, no solo como un infatigable misionero, sino como un escritor prolífico y también como un compilador del canon de las escrituras sagradas. En este incluyó no solo sus propios libros, sino también parcialmente los evangelios de Mateo y de Lucas, así como las epístolas de Pablo. En la estela de Marción (3), rechazó el carácter inspirado del Tanaj (Antiguo Testamento).

Como se ha señalado más arriba, Mani no pensaba ser el creador de una doctrina, sino el vehículo a través del cual se había expresado en plenitud la revelación. Esta le habría sido comunicada por su gemelo celestial, un ser de naturaleza angélica, que representaría la dimensión de Mani no vinculada al cuerpo (
4).

Ahora bien ¿en qué consistía este culmen de la revelación? La doctrina expuesta por Mani es radicalmente dualista. Ante el problema del mal que, desde el libro de Job, tanto ha desconcertado a los seres humanos, su respuesta es simple. Desde la eternidad han existido dos principios antagónicos: la Luz y la Tiniebla, cada uno de los cuales tiene su ámbito en el universo. Uno y otro se ignoraban, pero en un momento dado entraron en contacto. La Tiniebla atisbó el mundo de la Luz y sus fuerzas maléficas, hasta entonces en continua discordia entre sí, se unieron para atacarlo. El resultado fue que partículas de Luz quedaron atrapadas en medio de la Tiniebla. Por eso en el mundo se dan el bien y el mal mezclados. En este esquema, que no se concibe como mito, sino como relato de algo realmente ocurrido, la tarea de salvación consiste en liberar a la Luz y contribuir, por tanto, a restablecer la radical separación entre ambos principios.

En la próxima entrega examinaremos qué acciones deben realizar los seres humanos para que el Universo retorne a la situación original.

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1 JONAS, Hans, The Gnostic Religion, cap. 9.
http://es.scribd.com/doc/17043821/Hans-Jonas-Gnostic-Religion

2 El jainismo es una religión surgida en la India. Lo que Mani pudiera haber tomado de él se refiere sobre todo a ciertas normas de conducta, tales como el vegetarianismo, pero este pudiera haberse adoptado de manera independiente. BERMEJO RUBIO, Fernando, El maniqueísmo, Madrid, Trotta, 2008, p. 47.

3 Marción fue un gnóstico del siglo II.

4 BERMEJO RUBIO, Fernando, El maniqueísmo, Madrid, Trotta, 2008, p. 48.

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