Es una película en clave de humor que plantea una situación inédita: la negativa a salir al balcón pontificio de un recién nombrado Papa, al sentirse abrumado por el inevitable peso de la responsabilidad que debe sobrellevar. Cuando el Vaticano intenta buscar una salida a tan embarazosa situación, se nos presenta un Papa muy humano, cercano a todos, que, como cualquier otra persona, acude a la consulta del psicoanalista, come en restaurantes familiares con gente muy normal, se aloja en un hotel digno, pero sencillo y es partícipe, en definitiva, de la vida cotidiana de los hombres y mujeres de su época.
Si bien la fina ironía que da forma a la comedia, con el transcurrir del tiempo pasa a ser un poco gratuita incluso absurda, la película nos hace creer por momentos que es posible un Papa cercano que se mezcle con los problemas reales de la gente corriente: el trabajo, llevar a los niños al colegio, la vida de una familia monoparental, el mundillo del teatro… y que sea capaz de ignorar la grandiosidad del entorno en que se ve obligado a permanecer por la importancia de su condición.
La película, en general es divertida, apropiada para pasar un rato agradable en familia y además, pues, también tiene, en cierta manera, su mensaje.
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