Llego a Ti,
Señor, con humildad,
a pedirte
rebeldía.
Quiero vivir
comprometido con la verdad;
no venderme
por nada ni ante nadie;
resistir la
tentación de buscar la felicidad externa
y de admitir
la paz injusta.
Hazme un
inconforme
con el
error, la injusticia y el odio;
un
insatisfecho con la farsa del mundo,
pero con
deseo de trabajar con amor por mejorarlo.
Hazme un
indómito de tu Reino,
digno de oir
aquellas palabras de tu evangelio (Jn 16,33):
“En el mundo
tendréis dificultades;
mas tened
buen ánimo,
que Yo he
vencido al mundo”
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