14 noviembre 2012

Encuentro pastoral agustiniano 2012


Francisco Javier Bernad Morales

Das pan al hambriento, pero mejor sería que nadie tuviese hambre, y así no darías a nadie de comer (San Agustín, Comentario a 1 Jn, VIII).

Del 9 al 11 de noviembre, hemos celebrado el tradicional Encuentro Pastoral Agustiniano en Valencia de Don Juan. Bajo el lema Respuesta agustiniana a las pobrezas de nuestro tiempo, nos hemos reunido religiosos y laicos de la provincia de Filipinas de la orden. Ha sido la ocasión de encontrar a viejos amigos procedentes de Badalona, Loiu, Bilbao, Zaragoza, Valladolid, Madrid y Móstoles, e intercambiar con ellos nuestras experiencias en estos tiempos particularmente difíciles.

La jornada se abrió con una exposición del padre Javier Antolín Sánchez (OSA), quien, a partir de un análisis de la crisis económica mundial y de su especial repercusión en España, nos advirtió de las tentaciones que nos acechan a los cristianos al afrontar los problemas. Entre ellas, el exceso de moralización, la idea de sentirnos salvadores, el pecar de ingenuos y creer en soluciones utópicas, y también la de aceptar de manera acrítica el orden vigente. Frente a ellas, y sin entrar en las diferentes posiciones políticas que podamos libremente adoptar, nos llamó a asumir una actitud profética que, a la luz del Evangelio, intente discernir la justicia de las alternativas ofrecidas por los políticos y prime el bien común por encima de los intereses corporativos y particulares. Pero no basta con la actitud. Esta solo adquiere pleno valor si se acompaña de gestos proféticos cargados de significado. Además, es preciso que seamos capaces de reconocer nuestra propia responsabilidad personal en la generación de situaciones injustas. En suma, la Iglesia, como tal, no tiene que intervenir con propuestas de política partidista, pero sí pronunciar una palabra crítica e iluminadora; en tanto que los cristianos debemos enfrentar nuestra conciencia y experimentar una íntima conversión.

Tras esto, los diferentes grupos expusieron sus actuaciones en el marco concreto en que desarrollan su actividad. Hablamos así de la dificultad que supone el atender a un número creciente de personas que demandan ayuda, de la manera específica en que esta se presta: bancos de alimentos, roperos, orientación, realización de campañas solidarias…, y sobre todo de la actitud de acogida ante quien se dirige a nosotros en busca no solo de una receta puntual que le permita sortear un problema inmediato, sino también de alguien que le mire a los ojos y escuche sus tribulaciones.

La situación es sombría, pero en medio de la aflicción, surgen rayos de esperanza. Mientras las subvenciones públicas disminuyen o incluso desaparecen, se mantienen los donativos privados, al tiempo que se extienden formas de solidaridad como las cooperativas de consumo.  Son apenas débiles destellos en la oscuridad, pero nos permiten atisbar un futuro esperanzador, en que la generosidad triunfe sobre el egoísmo.

Ha sido un fin de semana intenso, de profunda reflexión, tras el que regresamos confortados por el contacto con hermanos que comparten nuestra labor, y que, con su experiencia, nos sugieren ideas con las que desarrollar nuevas iniciativas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario