13 noviembre 2013

Una reflexión acerca de la distancia y el vacío producidos por una separación.

Hoy recordamos en la familia agustiniana a todos los Santos de la Orden, testigos de Cristo que han dejado huella en nosotros y ya no se encuentran aquí. Con este motivo  publicamos una reflexión sobre el vacío producido por la pérdida de un ser querido, que gracias a la fe se  convierte en comunión .
Dietrich Bonhoeffer
"... no hay nada que pueda sustituir la ausencia de una persona querida, ni siquiera hemos de intentarlo; hemos de soportar sencillamente la separación y resistir. Al principio eso parece muy duro, pero, al mismo tiempo, es un gran consuelo. Porque al quedar el vacío sin llenar nos sirve de nexo de unión.
Es equivocado decir que Dios llena ese vacío. Dios no lo llena en modo alguno, sino que precisamente lo mantiene vacío, con lo cual nos ayuda a conservar -aunque sea con dolor - nuestra auténtica comunión.
Por otra parte, cuanto más hermosos y ricos son los recuerdos, más dura resulta la separación. Pero la gratitud transforma el suplicio del recuerdo en una callada alegría. Uno no lleva en sí la belleza pasada como un aguijón, sino como un valioso regalo.
No hemos de hurgar en los recuerdos y entregarnos a ellos, como tampoco miramos continuamente un valioso regalo, sino sólo en ocasiones especiales, para guardarlo el resto del tiempo como un tesoro escondido de cuya posesión estamos seguros. Entonces emanan del pasado una alegría y fuerzas duraderas."


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