Francisco Javier Bernad Morales
En
1394, poco antes de la elección de Benedicto XIII, la universidad de París, a
petición de la corona, había emitido un dictamen sobre los métodos a seguir
para recuperar la unidad de la Iglesia. En él, tras exponer distintos
procedimientos, se pronunciaba por la via
cessionis, esto es, por la renuncia de ambos papas. Amparándose en esta
opinión, al conocer la noticia de la muerte de Clemente VII, la corte francesa
había pedido infructuosamente a los cardenales que no eligieran sucesor. El
nuevo papa de Aviñón, totalmente convencido de su legitimidad, no estaba en
ningún modo dispuesto a ceder, pese a las presiones recibidas por parte de los
tíos y el hermano del rey Carlos VI[1].
Ante su obstinación, un concilio nacional celebrado en París en 1398, decidió
negarle la obediencia. Tras ello, las tropas francesas atacaron Aviñón, donde
resistió Benedicto pese al abandono de gran parte de sus cardenales. Por otra
parte, el clero francés no apoyó la decisión de la corona y las universidades
de Orleáns y Toulouse se opusieron a la decisión inspirada por la de París.
Tampoco los restantes monarcas partidarios de Aviñón secundaron esta postura.
Finalmente, ante el aislamiento y la imposibilidad de lograr una victoria
militar, Francia volvió a la obediencia de Benedicto XIII (1403).
Tras
eso, el papa Luna se sintió lo suficientemente fuerte como para enviar
embajadores a Bonifacio IX con la supuesta finalidad de negociar una salida.
Sin embargo, estos expusieron sus posiciones de manera tan dura que la entrevista
terminó con insultos y el papa romano quedó, al parecer, tan afectado que su ya
delicada salud experimentó un agravamiento. Murió el 1 de octubre de 1404 y le
sucedió Inocencio VII.
Benedicto
pensó entonces que había llegado el momento de marchar sobre Italia y ocupar
Roma.
Nominalmente su intención era alcanzar una transacción que pusiera fin al
cisma, via conventionis, aunque en
realidad no sopesaba más que la victoria militar. Desembarcó en Génova en mayo
de 1405, pero al cabo de unos meses una epidemia de peste le obligó a
retirarse, mientras que, por otra parte, la situación en Francia volvía a
complicarse. La iglesia francesa, que en la crisis anterior le había apoyado
frente a la corona, se mostraba descontenta por las sumas que debía abonar a
Aviñón y en la corte tomaba fuerza el partido borgoñón[2].
Por influjo de este, en septiembre de 1406 el rey declaró a la iglesia francesa
libre de las subvenciones establecidas indebidamente por la Curia.
En
tanto, en Roma había fallecido Inocencio VII tras un breve pontificado y le
había sucedido Gregorio XII (1406), quien se mostró dispuesto a renunciar si
Benedicto hacía otro tanto. En esta situación se acordó el encuentro de ambos
papas en Savona el 21 de septiembre de 1407. Sin embargo, llegado el momento,
Gregorio se resistió a abandonar Roma, posiblemente por el temor de que la ciudad
fuera ocupada por el rey de Nápoles, Ladislao. Cuando finalmente pareció
decidirse a acudir a la cita, se negó a ir más allá de Lucca, lo que supuso el
fracaso de la negociación.
En
estas circunstancias en que la cristiandad occidental parecía hallarse en una
situación sin salida, desgarrada en dos bandos inconciliables a los que no
separaban cuestiones doctrinales, sino simplemente ambiciones de poder, tomó
fuerza la idea de que solo un concilio podría restablecer la unidad.
[1] Carlos VI el Loco reinó entre
1380 y 1422, el período más difícil para Francia de la guerra de los Cien Años.
Su estado mental lo incapacitó para el gobierno.
[2] Durante el reinado de Carlos VI
se enfrentaron los borgoñones, dirigidos por el duque Juan Sin Miedo, y los
armagnacs, liderados por el duque de Orléans, hermano del rey. El asesinato de
este por orden del primero, debilitó a su partido y favoreció la influencia de
los borgoñones, partidarios del papa de Roma.
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