Papa Francisco
La capacidad de compartir, reflejo de nuestra participación
en el Amor trinitario creativo, comunicativo y unificante, es un don que nos
permite crecer en las relaciones personales, que son una bendición en nuestra
vida, así como encontrar en el diálogo una respuesta a esas divisiones que
crean tensiones dentro de las comunidades y entre las naciones.
El Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales
2014 invita a explorar el potencial de la comunicación en un mundo siempre
conectado y en red, con el fin de que las personas estén cada vez más cercanas
y se construya un mundo más justo.
El ser humano se expresa sobre todo mediante la capacidad de
comunicar. En la comunicación y a través de ella podemos, de hecho, encontrar otras
personas, nos expresamos a nosotros mismos, nuestro pensamiento, aquello en lo
que creemos, cómo querríamos vivir y, quizá lo más importante, aprendemos a
conocer a las personas con las que estamos llamados a vivir. Una comunicación
semejante requiere honestidad, respeto recíproco y esfuerzo por aprender los
unos de los otros; exige la capacidad de saber dialogar respetuosamente con las
verdades de los otros. Efectivamente, a menudo lo que inicialmente parecía
“diversidad” revela la riqueza de nuestra humanidad, y en el descubrimiento del
otro encontramos también la verdad de nuestro ser.
En nuestra época se está desarrollando una nueva cultura,
favorecida por la tecnología, y la comunicación es en un cierto sentido
“amplificada” y “continua”. Por tanto, estamos llamados a “hacer descubrir,
también a través de los medios de comunicación social, además de en el
encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de
nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro
con Cristo” (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la
Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21
de septiembre de 2013).
En este contexto, cada uno de nosotros debería aceptar el
desafío de ser auténtico, testimoniando los valores en los que cree, su
identidad cristiana, su vivencia cultural, expresados mediante un lenguaje
nuevo para llegar a compartirlos.
La era de la globalización impone con fuerza que la
comunicación pueda llegar hasta los más remotos lugares del mundo real, pero
también “a los ambientes creados por las nuevas tecnologías, a las redes
sociales, para hacer visible una presencia … que escucha, dialoga, anima” (Discurso del
Santo Padre Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre de 2013), de
forma que nadie quede excluido.
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