A través de
las tinieblas que me rodean
condúceme
Tú, siempre más adelante.
La noche es
oscura
y estoy
lejos del hogar:
condúceme
Tú, siempre más adelante.
Guía mis
pasos.
No puedo ver
ya
lo que se
dice ver allá abajo:
un solo paso
cada vez
es bastante
para mí.
Yo no he
sido siempre así,
ni tampoco
he rezado siempre
para que Tú me condujeras.
Deseaba
escoger y ver mi camino; pero ahora
condúceme
Tú, siempre más adelante.
Ansiaba los
días de gloria y, a pesar de los temores,
el orgullo
dirigía mi querer.
¡Oh!, no te
acuerdes de esos años que pasaron ya.
Tu poder me
ha bendecido tan largamente
que aún
sabrá conducirme siempre más adelante
por el llano
y por los pantanos,
sobre la
roca abrupta y el bramar del torrente,
hasta que la
noche haya pasado
y me sonrían
en la mañana
esas caras
de ángeles,
que había
amado hace tanto tiempo
y que
durante una época perdí.
Condúceme
Tú, siempre más adelante.
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