En este día de hoy, la Iglesia inaugura la celebración del Año de
la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, coincidiendo con el 50 aniversario
del inicio del Concilio Vaticano II. Este tiempo de reflexión concluirá el 24
de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo.
Al anunciar el Año de la Fe, el Papa señaló como objetivo impulsar
la misión de toda la Iglesia con la finalidad de conducir al hombre a su
reencuentro con Dios, quien nos ofrece una vida auténtica y en plenitud.
Benedicto XVI ha convocado el Año de la Fe con la Carta apostólica
Porta fidei y así nos exhorta desde
el principio: «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de
comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para
nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón
se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone
emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm
6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye
con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor
Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a
cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo
y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8):
el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra
salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió
al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la
espera del retorno glorioso del Señor
Más adelante
nos invita a todos los cristianos a aprender durante este año el Credo,
haciendo de él nuestra oración diaria y para destacar la importancia de ello se
expresa del siguiente modo:
No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos
estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto les servía como oración
cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. San Agustín lo
recuerda con unas palabras de profundo significado, cuando en un sermón sobre
la redditio symboli, la entrega del Credo, dice: «El símbolo del sacrosanto
misterio que recibisteis todos a la vez y que hoy habéis recitado uno a uno, no
es otra cosa que las palabras en las que se apoya sólidamente la fe de la
Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor. […]
Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y
corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre lo que tenéis que pensar cuando
estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que,
incluso cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón»[16].
En nuestra comunidad, la
celebración de este Año de la Fe, será el comienzo de un trienio, que se
completará con el Año de la Esperanza y el Año de la Caridad, y culminará con
la conmemoración del 25 aniversario de la creación de diócesis, promoviendo la
Gran Misión. Como dice nuestro obispo: Tenemos que abrir los ojos de los hombres a la
trascendencia y a la fraternidad. Tenemos que moverles hacia el Dios vivo y
verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Tenemos que velar por Dios y velar
por el hombre desde la comprensión que de ambos nos ofrece Jesucristo.
Evangelizar no es para nosotros un motivo de gloria, sino una necesidad: «Ay de
mí si no evangelizare» (1 Cor 9,16).
Credo Niceno-constantinopolitano
Creo en un solo Dios; Padre Todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María,
la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
[1] Carta Apostólica
en forma de Motu Proprio PORTA FIDEI
del Sumo Pontífice Benedicto XVI con la que se convoca el Año de la Fe.
[2] Carta Apostólica
en forma de Motu Proprio PORTA FIDEI
del Sumo Pontífice Benedicto XVI con la que se convoca el Año de la Fe.
[3]
Llenos de amor por el hombre con la
antorcha de Cristo en la mano. Carta del obispo D. Joaquín López de Andújar
y Cánovas del Castillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario