Juan XXIII
Oh Jesús, único “pan verdadero” y alimento sustancial de las almas,
congrega a todos los pueblos en torno a tu mesa que es divina realidad en la
tierra, prenda de favores celestes, seguridad de justo entendimiento entre las
gentes, y de pacíficas competiciones por el verdadero progreso de la
civilización.
Nutridos por Ti y de Ti, oh Jesús, los hombres serán fuertes en la fe,
dichosos en la esperanza, activos en las múltiples aplicaciones de la caridad.
Las voluntades sabrán superar las insidias del mal, las tentaciones
del egoísmo, el cansancio de la pereza.
Hermano nuestro, primogénito, has precedido, Cristo Jesús, los pasos
de cada hombre, has perdonado las culpas de cada uno, a todos y a cada uno
levantas a más nombre, más convencido, más activo testimonio de vida cristiana.
Sí, Jesús, aliméntanos, protégenos, haznos ver los bienes en la tierra
de los vivos. Amén. Aleluya.
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