San Melitón, muerto hacia el año 180, fue obispo de Sardes (Asia Menor). Al parecer, escribió numerosas obras, pero solo algunos fragmentos han llegado hasta nosotros. Ofrecemos uno de ellos:
Muchas
predicciones nos dejaron los profetas en torno al misterio de Pascua que es
Cristo, «a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos, amén».
Por su parte, Él vino desde los cielos a la tierra a causa de los sufrimientos humanos; se revistió de la naturaleza humana en el vientre virginal y apareció como hombre; hizo suyas las pasiones y sufrimientos humanos con su cuerpo sujeto a la pasión y destruyó las pasiones de la carne, de modo que quien por su espíritu no podía morir acabó con la muerte homicida.
Se vio arrastrado como un cordero y degollado como una oveja, y así nos redimió
de idolatrar al mundo, como en otro tiempo libró a los israelitas de Egipto, y
nos salvó de la esclavitud diabólica, como en otro tiempo a Israel de la mano
del Faraón; y marcó nuestras almas con su propio espíritu y los miembros de
nuestro cuerpo con su sangre.
Este es el que cubrió a la muerte de confusión y dejó sumido al demonio en el llanto,
como Moisés al Faraón. Este fue el que derrotó a la iniquidad y a la
injusticia, como Moisés castigó a Egipto con la esterilidad.
Este es el que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la
luz, de la muerte a la vida, de la tiranía al recinto eterno, e hizo de
nosotros un sacerdocio nuevo y un pueblo elegido y eterno. Él es la Pascua de
nuestra salvación.
Este es el que tuvo que sufrir mucho y en muchas ocasiones: el mismo que fue
asesinado en Abel y atado de pies y manos en Isaac, el mismo que peregrinó en
Jacob y fue vendido en José, expuesto en Moisés y sacrificado en el cordero,
perseguido en David y deshonrado en los profetas.
Este es el que se encarnó en la Virgen, colgado del madero, sepultado en
tierra, y el que, resucitado de entre los muertos, subió al cielo.
Este es el cordero sin voz; el cordero inmolado; el mismo que nació de María,
la hermosa cordera; el mismo que fue arrebatado del rebaño, empujado a la
muerte, inmolado de vísperas y sepultado a la noche; que no fue quebrantado en
el leño, ni se descompuso en la tierra; el mismo que resucitó de entre los
muertos e hizo que en el hombre surgiera desde lo más hondo del sepulcro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario