que viviste
aliviando el sufrimiento
de quienes
encontrabas en el camino,
como
expresión de la misericordia del Padre.
Nuestro
mundo arde en deseos de eternidad,
pero el
camino de la vida es largo y tortuoso:
hay
violencia, desgracia y desesperanza.
Nuestro
mundo sufre.
Ayúdanos a
bajar a lo profundo del corazón,
donde
habitan las carencias
y se
descubren las necesidades,
donde se
escucha el grito del dolor,
la voz de
quien sufre y necesita.
Danos
entrañas de misericordia,
para que no
demos rodeos ante los que sufren
y sepamos
caminar con los ojos del corazón abiertos
para ayudar
a quienes nos necesitan.
Haznos,
Señor, buenos samaritanos
para que el
mundo descubra en nuestra vida
el rostro
misericordioso del Padre.
Comisión Episcopal de Pastoral
Departamento de Pastoral de la Salud
Campaña del enfermo 2013
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