12 abril 2013

La carraspera de la conversación

P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón

“Entendemos perfectamente, los que vivimos acá poco podemos hacer, poco podemos contribuir a la visión del mundo exterior desde la visión occidental. Pero quisiéramos seguir aportando nuestros grandes conocimientos en el manejo de nuestra riqueza, nuestra cultura, que es el elemento fundamental del sostenimiento del pueblo. Nuestros ríos y nuestros bosques, [con los] que mantenemos una relación permanente, porque en ellos se encuentran los espíritus de las plantas, los espíritus de nuestros antepasados, que nos ayudan a seguir sobreviviendo, aún siendo amenazados permanentemente cuando se contaminan nuestras aguas. Porque la contaminación de nuestras aguas se relaciona directamente a la contaminación de nuestro territorio y nuestra vida”.

Alfonso López Tejada
Presidente ACODECOSPAT, palabras de bienvenida a la comisión.


Los días 20 y 21 de marzo de 2013 una delegación del Estado (dos congresistas que presiden comisiones al interior del mismo, dos representantes de OEFA[i][1], otro del Ministerio del Ambiente, uno del Gobierno Regional, y una representante de la Defensoría del Pueblo con sede en Iquitos, a los que se sumó, por propia iniciativa, el alcalde del distrito de Parinari) llegaron a la comunidad nativa Dos de Mayo – San Pablo de Tipishca en el distrito de Nauta, provincia y región de Loreto, para tener una ‘audiencia pública’ con los miembros de ACODECOSPAT[2]. El evento está englobado en la relación que están manteniendo 4 organizaciones indígenas (FEDIQUEP[3], FECONACO[4], FECONAT[5] y ACODECOSPAT) con el Estado a raíz del ‘circuito de contaminación’ por 40 años de extracción de hidrocarburos en las provincias de Loreto y Datem del Marañón, ambas en la región Loreto. Felicitamos a ACODECOSPAT por la valentía de sus propuestas y al Estado peruano por intentar escuchar a las poblaciones indígenas. Consideramos que es la mejor forma de trabajar y auguramos éxito al rumbo emprendido.


© Manolo Berjón, marzo 2013

Esto no es, ni pretende ser, una crónica. No tenemos competencia para tal. Es tan solo un intento subjetivo de acotar algunas cuestiones. Periodistas hubo en la reunión que pueden dar una visión ‘más objetiva’ de la misma o al menos intentar ser más imparciales. Consideramos que nuestra tarea es más cercana a observar las grietas, los resquicios, las improvisaciones…, en definitiva, la ‘carraspera de la conversación’, si se nos permite decir así.
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Preparando la llegada de la comitiva un grupo de dirigentes de ACODECOSPAT, con su presidente a la cabeza, estaban conversando algunos puntos. Con el arribo de los deslizadores aumentan las expectativas y toma cuerpo y densidad el evento. En la presentación de la delegación surge el primer desliz. Una de las congresistas afirma: “Tenemos el peso de representar un Estado en el que ya no se cree. Y en el que quizá, como Estado, ni siquiera creemos nosotros que nos toca representarlo. Pero es nuestro trabajo eso que nosotros llamamos nuestro país, y para reconstruirlo también los necesitamos a ustedes. Porque el Estado somos todos. Somos nosotras que hoy representamos al Congreso de la República, es Alberto que hoy representa al Ejecutivo junto con la OEFA, es Defensoría, es el alcalde, es el gobierno regional. Son las instituciones intermedias representadas por los maestros y por los sacerdotes y por los dirigentes de las diferentes comunidades. Estamos acá para escucharlos, estamos acá para tomar nota a sus pedidos y sus necesidades y trasladarlas. Desde el Congreso hemos asumido algunos compromisos concretos…” Primera sorpresa. Es curiosa la ambigüedad de palabras como ‘Estado’ o ‘país’. Es cierto que es un discurso improvisado, pero es interesante lo que refleja. Ya hemos acotado que lo nuestro son las aporías… En algún momento parece deslizar que está de acuerdo con el país [territorio que constituye una unidad geográfica o política, con fronteras naturales o artificiales], pero no con el Estado [cuerpo político de una nación]; como si el asunto político no le interesara. Pero por otra parte dice que el Estado somos todos (extendiéndolo más allá de los que son, véase por ejemplo el querer congratularse con los sacerdotes). La guinda del pastel: “Y en el que quizá, como Estado, ni siquiera creemos nosotros que nos toca representarlo”. Surgen las preguntas: entonces, ¿a qué han venido?, ¿en nombre de quién?, ¿para hacer qué? Nos parece que la buena intención no es suficiente. Puede que sea interesante para mantener una charla de café, pero no para sentarse en el Congreso.

En diversos momentos del evento varios miembros de la delegación insistieron en que este tipo de cuestiones ‘son un asunto personal’, más allá del trabajo que ahora desempeñan en el Estado. Les agradecemos la sinceridad y les creemos. Pero no es suficiente. No es suficiente cuando el Estado tiene oídos preferentes para unos pocos (entiéndanse, en este caso particular, compañías petroleras, con su capacidad de ‘persuadir’ al Estado) un entramado legal que perjudica los intereses de las poblaciones indígenas mientras se entretienen educadamente tomando un aperitivo. Lo sentimos congresistas, y resto de la delegación, no queremos que vengan a contarnos sus penas en el Estado, para eso no los necesitamos, los necesitamos para que peleen como representantes elegidos que son (muchos de sus electores no se sienten representados). La buena intención la pueden dejar para otra oportunidad, ahora queremos que hagan bien su trabajo. Y a las congresistas les pedimos que elaboren y defiendan buenas leyes, de esas que salvaguarden a los pueblos indígenas y acoten el terreno de las petroleras.

Después de la presentación de participantes hubo un ‘tiempo de descanso’. Se establecieron grupos informales y fluyó la conversación. Estábamos al lado del presidente de ACODECOSPAT hablando del tiempo, cuando se acercó una congresista y se produjo una deriva hacia asuntos más delicados: territorio, áreas naturales protegidas, titulación… Posteriormente se sumaron al grupo una asesora de la congresista y un representante de la OEFA. Cada participante mostrábamos percepciones diferentes y argumentos en direcciones contrapuestas, hasta que apareció otro desliz curioso. Hay que aprovechar ahora que ‘somos inmortales’, sentenció la congresista, a partir de julio dejo la presidencia de la comisión y pasaré a ser ‘un simple mortal más en el congreso’. ‘Desde la presidencia de la comisión se pueden hacer muchas más cosas’. Para oídos acostumbrados a lo religioso en plural, como los nuestros, nos sorprendió una afirmación así sobre la inmortalidad. ¿De verdad son inmortales? Quedamos estupefactos ante el olor que trasciende sobre el poder. ¡Pobres mortales!

 
© Manolo Berjón, marzo 2013

En la conclusión del evento surge otro desliz. Uno de los intervinientes de OEFA, que se presenta como un ‘técnico’, trata de aclarar la afirmación de un participante en la reunión y suelta una perla como la siguiente: ‘las aguas de los ríos de la Amazonía están clasificadas por río principal. En este caso categoría IV’. Mira hacia un lado (parece que alguien le pregunta fuera de micrófono) y lo vuelve a tomar para declarar: ‘categoría IV es conservación del ambiente acuático, no es agua apta para el día. La que se puede beber es agua categoría I, pero que tiene que ser potabilizada con procedimiento convencional o con procesos físico químicos’. Y toma asiento. Qué nos quería decir el ‘técnico’: ¿que en los ríos de la Amazonía no hay gente y se puede catalogar como categoría IV?, ¿que no importan las gentes de los ríos y mejor que se clasifique en categoría IV para dar prioridad a la inversión extranjera? No entendemos bien. Pero refleja poca simpatía por los pueblos indígenas y nada de empatía ni compasión, por no recordar eso de ciudadanos de primera, segunda, tercera… categorías. Hace falta ser muy ‘técnico’ para una afirmación de este calibre. Pero, ¿estarían de acuerdo que las aguas que abastecen Lima fueran clasificadas como categoría IV? Más les valdría hacer una ley sobre metales pesados, por poner un ejemplo, u otra ley de aguas que contemple a las poblaciones amazónicas. Los versados en la conversación insisten en la argumentación. Nosotros, desde la teología cristiana, preferimos percibir las asimetrías y desde ellas preguntarnos quién sufre, por qué y cómo remediarlo. En palabras sencillas: desde el Crucificado/Resucitado, ese que los cristianos tenemos como clave de lectura del mundo.

Hacia el final del evento, en el momento de las conclusiones, mientras algunos comisionados tomaban su última palabra, en la parte posterior del local se escuchaba en voz baja: “otro calmante”. Tan acostumbrados estamos a escuchar a miembros del Estado que no hacen su tarea que la frustración aparece en forma de pastilla. La voz baja, esa que no llega a utilizar el micrófono, entre otras cosas por cuestiones de poder y tiempo, saca a la luz el desengaño reinante. Ante un Estado lento, y muchas veces malintencionado, emerge la respuesta de la gente: una fuerte migración de jóvenes a Lima en busca de la bonanza económica peruana.

A fuer de ser tradicionales, recuperamos un concepto kukama y cristiano de envergadura. Uno de esos conceptos con los que no se sabe qué hacer y que muchos prefieren psicologizarlo o, en estos tiempos ‘impacientes con el mal’, diluirlo y desculpabilizarlo en errores o faltas, pero que nosotros nos resistimos a aguarlo: ucha[6], pecado. Sí, pecadores somos y, como tales, señalamos que nos fuimos antes de tiempo, cuando se retiraron las ONGs y el Estado. Nosotros, que tenemos por norma y costumbre quedar hasta el final, nos retiramos cuando ACODECOSPAT, ya solos, quedaron para evaluar la jornada. Un pecado más en estos curas que tienen a bien presentarse ante Dios y ante ustedes como lo que son: sacerdotes católicos. Ahí permanecieron los miembros de ACODECOSPAT evaluando la jornada, satisfechos con lo conseguido. Nos congratulamos con sus éxitos y rogamos a Dios (otro ‘concepto’ molesto en estos tiempos) que los proteja, los cuide y les infunda valor, y a nosotros perdone nuestros pecados.

Al final del evento se había escuchado la letra que dibuja[7] ACODECOSPAT en tan importantes temas como territorio, agua, identidad, educación, salud… Falta escuchar la música que acople la comisión que nos ha visitado. ¿Podrán danzar/bailar los indígenas? ¿O será un baile/danza exclusivo para petroleros?

 
© Manolo Berjón, marzo 2013

Reafirmamos que esta nota no pretende ser una crónica de la reunión, tan solo un botón de nuestra percepción subjetiva. Pretende encontrar algunos gazapos que deseamos resaltar para aclarar ‘la carraspera de la conversación’, o un ejercicio de gárgaras para aclarar la voz. Dicho lo cual reiteremos nuestra intención de valorar muy positivamente la conversación, la reunión, y alabamos este camino como uno posible para solucionar los grandes problemas existentes. Alentamos a ACODECOSPAT en el camino emprendido y le auguramos éxitos en su contribución al bien común, al tiempo que estamos sumamente agradecidos por su entrañable amistad.



P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón                                                          
Parroquia Santa Rita de Castilla                                               
Río Marañón                                                                                   



[1] OEFA: Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental
[2] ACODECOSPAT: Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca
[3] FEDIQUEP: Federación Indígena Quechua del Pastaza
[4] FECONACO: Federación de Comunidades Nativas del Corrientes
[5] FECONAT: Federación Comunidades Nativas del Tigre
[6] Ucha: pecado, culpa, delito, en kukama. Proviene del término quechua de Chachapoyas – Lamas ucha, culpa.
[7] Kuatiarata: dibujar y escribir. Preferimos traducirlo como dibujar porque oralidad y pueblos indígenas…






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