
Con todo, si estuviéramos diciéndolo siempre, llegaríamos a
cansarnos; pero como va asociado a cierta época del año, ¡con qué placer llega,
con qué ansia de que vuelva se va! ¿Habrá allí acaso idéntico gozo e idéntico
cansancio? No, no lo habrá. Quizá diga alguien: «¿Cómo puede suceder que no
engendre cansancio el repetir siempre lo mismo?». Si consigo mostrarte algo en
esta vida que nunca llegue a cansar, has de creer que allí todo será así. Se
cansa uno de un alimento, de una bebida, de un espectáculo; se cansa uno de
esto y de aquello, pero nadie se cansó nunca de la salud. Así, pues, como aquí,
en esta carne mortal y frágil, en medio del tedio originado por la pesantez del
cuerpo, nunca ha podido darse que alguien se cansara de la salud, de idéntica
manera tampoco allí producirá cansancio la caridad, la inmortalidad o la
eternidad.
Sermón 299 B,2.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
No hay comentarios:
Publicar un comentario