12 diciembre 2012

Tiempo de Navidad


Fray José Souto O.S.A. (Párroco de Nuestra Señora de la Consolación. Móstoles)

Estamos de nuevo en vísperas de Navidad. En este Año de la fe, la vida de la comunidad encuentra un motivo renovado para la vivencia tradicional que nos traen estas fechas y para acoger su mensaje de alegría, ilusión y espiritualidad. La solidaridad humana y la fraternidad cristiana encuentran ocasión propicia para la acogida, el compartir, la comunión de ideales y de bienes.

Espiritualidad navideña.
 Dios es nuestro Padre y nos ha amado desde siempre. La encarnación es fruto de ese amor que se convierte en providencia y la constante preocupación por sus hijos. La intervención de Dios en la historia es una constante prueba de que nos ama y está con nosotros y tiene su momento culminante en la Encarnación: “al llegar la plenitud de los tiempos envió a su propio Hijo, nacido de mujer…”

La Navidad, que celebra la Encarnación, es misterio sublime de gracia, donación, cercanía y anonadamiento. Dios asume nuestra condición humana, se abaja para compartir nuestra historia, se hace carne para estar con los hombres en un empeño persistente por salvarnos. Dios ha venido a vivir nuestra vida para enseñarnos su amor, convocarnos a la unidad y a la concordia, a la fraternidad y a la paz.

La piedad cristiana ha teñido de ternura y alegría el misterio de la Natividad y lo ha enriquecido con tradiciones de ternura, fraternidad y reverencia Ha convertido este tiempo de gracia y misterio, en tiempo en fiesta entrañable. Es el tiempo de Navidad.

No temáis: os traigo una gran alegría, para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Lucas 2, 10, 12.

Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos lo que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas. Meditándolas en su corazón. Lucas 2, 16-19.

El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros…

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