11 abril 2014

Oración de Protección

San Agustín

Amabilísimo Señor Jesucristo, verdadero Dios, que del seno eterno del padre omnipotente, Tú fuiste enviado al mundo para absolver los pecados, redimir a los afligidos, soltar a los encarcelados, congregar a los vagabundos, conducir a su patria a los peregrinos, compadécete de los verdaderamente arrepentidos, consuela a los oprimidos y atribulados; dígnate absolver y liberarme a mí, a tu criatura, de la aflicción y tribulación en que me veo, porque tú recibiste de Dios Padre todopoderoso el género humano para que lo comprases y, hecho hombre, prodigiosamente nos compraste el paraíso con tu preciosa sangre, estableciendo una paz completa entre los ángeles y los hombres.
Así pues, dígnate, Señor, introducir y confirmar una perfecta concordia entre mis enemigos y yo y hacer que sobre mí resplandezca tu paz, gracia y misericordia, mitigando y extinguiendo todo odio y furor que contra mí tuvieron mis adversarios, como lo hiciste con Esaú, quitándole toda la aversión que tenía contra su hermano Jacob.
Extiende, Señor Jesucristo, sobre mí tu criatura, tu brazo y tu gracia y dígnate liberarme de todos los que me odia, como liberaste a Abraham de las manos de los caldeos; a su hijo Isaac de la consumación del sacrificio; a José, de la tiranía de sus hermanos; a Noé, del diluvio universal; a Lot, del incendio de Sodoma; a Moisés y Abraham, tus siervos y al pueblo de Israel, del poder del faraón y de la esclavitud de Egipto; a David, de las manos de Saúl y del gigante Goliat; a Susana, del crimen y del falso testimonio; a Judit, del soberbio e impuro Holofernes; a Daniel de la cueva de los leones; a los tres jóvenes, Sidrac, Misac y Abedénego, de la caldera de fuego ardiente; a Jonás, del vientre de la ballena; a la hija de la mujer cananea, de la opresión del demonio; a Adán, de la pena del infierno; a Pedro de las olas del mar; y a Pablo, de las celdas de la cárcel.
Oh amabilísimo Señor Jesucristo, hijo de Dios vivo, atiéndeme también a mí, criatura tuya, y ven con prontitud en mi ayuda, por tu encarnación, por tu nacimiento, por el hambre, por la sed, por el frío, por el calor, por los trabajos y por las aflicciones; por los salivazos y bofetadas; por los azotes y corona de espinas; por los clavos, hiel y vinagre; por la muerte cruel que por mí padeciste; por la lanza que transpasó tu pecho; y por las siete palabras que dijiste en la cruz, "padre perdónales, porque no saben lo que hacen". después al buen ladrón que estaba contigo crucificado: "yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso". Después al mismo Padre: "Dios mio, dios mio, porqué me has abandonado."
Después a tu madre "mujer ahí tienes a tu hijo" después al discípulo: "ahí tienes a tu madre", mostrando que así que cuidabas de tus amigos. Después dijiste: "tengo sed", porque deseabas nuestra salvación y la de las almas santas que estaban en el limbo. Dijiste después a tu Padre. "En tus manos encomiendo tu espíritu. Y por último exclamaste "todo está consumado", porque estaban concluidos todos tus trabajos y dolores.
Te ruego pues, que por todo esto y por tu bajada al limbo, por tu gloriosa resurrección, por las frecuentes consolaciones que diste a tus discípulos, por tu admirable ascensión, por la venida del Espíritu Santo, por el tremendo día del juicio, como también por todos los beneficios que he recibido de tu bondad.
(fragmento)


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