Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Credo, por el cual cada domingo hacemos nuestra profesión de
fe, afirmamos: "Creo en un solo bautismo, para el perdón de los
pecados". Se trata de la única referencia explícita a un Sacramento en el
Credo. Solo se habla del Bautismo allí. En efecto, el bautismo es la
"puerta" de la fe y de la vida cristiana.
Jesús Resucitado dio a sus apóstoles este mandato: "Vayan por
todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se
bautice, se salvará". (Marcos 16:15-16). La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar
los pecados a través del sacramento del bautismo. Pero volvamos a las palabras
del Credo. La expresión se puede dividir en tres puntos: "profeso",
"un solo bautismo", "para la remisión de los pecados".
1.- Primero "Yo confieso". ¿Qué quiere decir esto? Es un
término solemne e indica la gran importancia del objeto, es decir, del
bautismo. De hecho, pronunciando estas palabras, afirmamos nuestra verdadera
identidad como hijos de Dios. El Bautismo es en un cierto sentido el documento
de identidad cristiana, su certificado de nacimiento. Es el certificado de
nacimiento a la Iglesia.
Todos ustedes saben el día en que nacieron. De verdad, ¿no es así?
Celebran los cumpleaños, todos. Todos celebramos el cumpleaños. Pero voy a
hacerles una pregunta que hice otra vez, y que voy a repetir otra vez: ¿quién
de ustedes se acuerda de la fecha de su bautismo? Levanten la mano. ¿Quién de
ustedes? Hay pocos, ¿eh? No muchos. Y no lo pediré a los obispos, para que
pasen vergüenza, ¿eh? Hay pocos, ¿eh? Pero hagamos una cosa, hoy cuando
regresen a casa, pregunten: "¿En qué día fui bautizado?" Busquen.
Éste es el segundo cumpleaños.
El primer cumpleaños es el cumpleaños a la vida y éste es el
cumpleaños a la Iglesia: es el día del nacimiento a la Iglesia ¿Lo harán esto?
Es una tarea, ¿eh?, para hacer en casa: ver el día en que yo nací, y dar gracias
al Señor que ha abierto la puerta a su iglesia aquel día en que yo he recibido
el Bautismo. Vamos a hacerlo hoy.
Al mismo tiempo, al bautismo está unida nuestra fe en el perdón de
los pecados. El sacramento de la Penitencia o Confesión es, de hecho, como un
"segundo bautismo", que tiene siempre como referente el primero para
consolidarlo y renovarlo.
En este sentido, el día de nuestro bautismo es el punto de partida
de un camino, de un camino hermosísimo, de un camino hacia Dios, que dura toda
la vida, un camino de conversión y que continuamente se apoya en el Sacramento
de la Penitencia.
Y piensen también en esto: cuando vamos a confesarnos de nuestras
debilidades, de nuestros pecados, pidamos el perdón de Jesús, pero renovemos
también el Bautismo con este perdón, ¡eso es hermoso! Es como festejar en cada
confesión el día del Bautismo. Y así, la confesión no es una sesión en una
cámara de tortura, es una fiesta para celebrar el día de nuestro Bautismo ¡La
confesión es para los bautizados! ¡Para mantener limpia esta vestidura blanca
de nuestra dignidad cristiana!
2. Segundo elemento: "un solo bautismo". Esta expresión
recuerda la de san Pablo: "Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo" (Efesios 4:05). La palabra "bautismo" significa
literalmente "inmersión", y de hecho este sacramento constituye una
verdadera inmersión espiritual, ¿dónde? ¿En la piscina? No, en la muerte de
Cristo. El Bautismo es propiamente una inmersión espiritual en la muerte de
Cristo, de la que se resucita con Él como nuevas criaturas (cf. Rom 6:04).
Es un lavamiento de regeneración y de iluminación. Regeneración
porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu, sin el cual nadie puede
entrar en el reino de los cielos (cf. Jn 03:05). Iluminación, porque, por el
Bautismo, la persona humana viene llenada de la gracia de Cristo, "la luz
verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1:09), y disipa las tinieblas del
pecado.
Y por ello, en la ceremonia del Bautismo a los padres se les da
una vela encendida, para indicar esta iluminación. El Bautismo nos ilumina
desde dentro con la luz de Jesús. En virtud de este don, el bautizado está
llamado a convertirse él mismo en "luz", la luz de la fe que ha
recibido, luz para los hermanos, especialmente para aquellos que están en las
tinieblas y no ven ningún destello de luz en el horizonte de sus vidas.
Podemos preguntarnos: ¿el Bautismo, para mí, es una cosa del
pasado, de aquel día, de aquella fecha -que hoy ustedes buscarán cuál es-, o es
una realidad viva, que se refiere a mi presente, en todo momento? ¿Te sientes
fuerte, con la fuerza que te da Cristo, con su sangre, con su resurrección, tú
te sientes fuerte o te sientes mal, sin fuerza? Pero el bautismo da fuerza ¿Con
el Bautismo te sientes un poco iluminado? ¿Te sientes iluminada? Con aquella luz
que viene de Cristo ¿Eres hombre o mujer de luz o eres hombre o mujer oscuro,
sin la luz de Jesús? Piensen en eso. Tomar la gracia del Bautismo, que es un
regalo y convertirse en luz, luz para todos.
3. Por último, una breve mención al tercer elemento: "Para el
perdón de los pecados". Recuerden que el Credo: un Bautismo, creo en el
bautismo para la remisión de los pecados. En el sacramento del Bautismo se
perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales,
así como todas las penas del pecado.
En el Bautismo se abre la puerta a una verdadera novedad de vida
que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que recobra ya la
belleza y la bondad del Reino de los cielos. Es una poderosa intervención de la
misericordia de Dios en nuestras vidas, para salvarnos. Ésta intervención
salvífica no quita nuestra naturaleza humana su debilidad; -todos somos débiles
y todos somos pecadores, ¿eh?- ¡y no nos quita la responsabilidad de pedir
perdón cada vez que nos equivocamos!
Y esto es hermoso. Yo no puedo ser bautizado dos veces, tres
veces, cuatro veces, pero sí que puedo ir a la Confesión y cuando voy a la
Confesión renuevo la gracia del Bautismo. Es como si hiciera un segundo
Bautismo. El Señor Jesús es tan bueno, que nunca se cansa de perdonarnos, me
perdona. Recuerden bien ¿eh?
El bautismo nos abre la puerta a la Iglesia. Buscar la fecha de mi
bautismo, pero también cuando la puerta se cierra un poco a causa de nuestras
debilidades, por nuestros pecados, la Confesión la abre, porque la Confesión es
como un segundo Bautismo, que nos perdona todo y nos ilumina para ir adelante
con la luz del Señor. Vayamos adelante, alegres ¿eh? Porque la vida hay que
vivirla con la alegría de Jesucristo y ésta es una gracia del Señor. ¡Gracias!
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