21 enero 2014

Bienaventuranzas

Santo Tomás Moro

Felices los que saben reírse de sí mismos,
porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben distinguir una montaña de una
piedrecita, porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben descansar y dormir sin buscar
excusas, porque llegarán a ser sabios.
Felices los que saben escuchar y callar,
porque aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son suficientemente inteligentes como para
no tomarse en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean.
Felices los que están atentos a las necesidades de los
demás, sin sentirse indispensables, porque serán distribuidores de alegría.
Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas
cosas y con tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida.
Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un
desprecio, porque su camino será pleno de sol. 
Felices los que piensan antes de actuar y rezan antes de
pensar, porque no se turbarían por lo imprevisible.
Felices vosotros si sabéis callar y ojalá sonreír cuando se
os quite la palabra, se os contradice o cuando os pisen los
pies, porque el Evangelio comienza a penetrar en vuestro
corazón.
Felices si son capaces de interpretar siempre con
benevolencia las actitudes de los demás aun cuando las
apariencias sean contrarías.
Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.
Felices sobretodo, ustedes, si saben reconocer al Señor en

todos los que encuentran, entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.

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