Juan Zizka estableció en Kutna Hora, ciudad
que se convirtió en su base de operaciones, una administración en que el
gobierno quedaba en manos de cuatro comités, constituidos respectivamente por
señores, caballeros, burgueses y trabajadores asalariados. Aunque quedaban muy
lejos las aspiraciones revolucionarias de abolir toda jerarquía social, por
primera vez se reconocía a estos últimos el derecho de participar de manera
activa en la vida política. La medida alarmó a los husitas moderados de Praga,
quienes de manera provisional se aliaron con los católicos
romanos. De nada les sirvió, pues fueron derrotados en la batalla de Malesov
(1423) y Zizka se apoderó de Praga. Con ello, parecía hacerse con el control
del país, pero al año siguiente, mientras dirigía una campaña para ocupar
Moravia, pereció víctima de la peste. Le sucedieron en el mando comandantes
extraordinariamente capacitados desde el punto de vista militar, entre los que
destacó pronto el presbítero Procopio el Grande[1].
Se trataba de un hombre cultivado, perteneciente a una acaudalada familia
alemana. Había viajado por diversos países europeos e incluso había visitado
Jerusalén. En la universidad de Praga había tenido ocasión de escuchar a Juan
Hus y sus palabras le había impresionado de tal modo que abandonó lo que parecía
presentarse como un brillante porvenir, para hacerse sacerdote y entregarse a
la predicación. Terminó por marchar a Tabor y romper todos los lazos con su
familia. Allí se mostró como persona afable y conciliadora. Tras la eliminación
de los elementos más radicales, posiblemente vinculados como ya se ha señalado
con la herejía del Libre Espíritu, una nueva querella había enfrentado a los
taboritas con los utraquistas praguenses. En esta ocasión se trataba de la
celebración de la misa. Sostenían los primeros que esta debía ser una ceremonia
sencilla oficiada en checo y de la que debían estar ausentes tanto los cánticos
como las casullas de los sacerdotes. En este contexto, en que desacuerdos de
tal naturaleza acababan a menudo en enfrentamiento armado, Procopio se atrevió
a oficiar misa en Tabor revestido con los ornamentos litúrgicos, con la
finalidad de mostrar a todos la necesidad de abandonar disputas que se le
antojaban triviales. No fue este acto simbólico, sin embargo, lo que hizo
olvidar temporalmente sus divisiones a los seguidores de Hus, sino un nuevo
ataque de los cruzados. Frente a ellos, Procopio alcanzó una victoria que
aseguró su posición. En los años siguientes, bajo su dirección, los ejércitos
husitas realizaron incursiones en Austria, Silesia y Eslovaquia, derrotando a
los señores y difundiendo sus ideas entre los campesinos. En 1429 y 1430
llegaron incluso a ocupar numerosas ciudades de Sajonia y Turingia, incluso
Bamberg, sin apenas resistencia. Federico de Hohenzollern, por la paz de
Beheimstein, se comprometió a pagar un subsidio anual a Bohemia y a permitir la
discusión en Nüremberg de los Artículos de Praga. Tras estos éxitos, Procopio
creyó llegado el momento de proponer una negociación. Esta se entabló
finalmente en Bratislava. En ella, los husitas propusieron al rey Segismundo
que aceptara la comunión bajo las dos especies y los artículos de Praga, lo que
este rechazó. A continuación se organizó una nueva cruzada, que resultó igualmente
derrotada (1431).
[1] También llamado El Imberbe o El Rapado, pues al contario que el resto de los sacerdotes husitas
tenía la costumbre de afeitarse la barba.
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