CORAZÓN GONZÁLEZ, Rafael, El pesimismo ilustrado, Kant y las teorías políticas de la Ilustración, Rialp, Madrid, 2005, 13,5 x 20, 310 pp.
Frente a la idea ya convertida en lugar
común, que, escudada en la noción de progreso,
ve en la Ilustración un movimiento esencialmente optimista, en tanto que
mantenedor a ultranza de la perfectibilidad de las sociedades humanas, Rafael
Corazón argumenta que la auténtica base de toda la filosofía ilustrada no es
sino un profundo pesimismo antropológico. Los filósofos ilustrados, al negar la
idea misma de trascendencia, reducen al hombre a mera naturaleza gobernada por
fuerzas inmanentes, que no dejan lugar a conceptos tales como libertad y responsabilidad.
El poder político pasa a justificarse no por la meta de alcanzar el bien común,
sino por la necesidad de armonizar los contrapuestos intereses de los
individuos, a fin de que estos no se destruyan entre sí. Aunque
sorprendentemente no cita a Bernard de Mandeville, se diría que la Fábula de las abejas está presente en
toda la
argumentación. Se centra esta en poner al descubierto las
inconsistencias y contradicciones en que incurre Kant, sin duda el más grande
de los ilustrados, cuando cree descubrir una fundamentación autónoma de la
moral, y mantiene la posibilidad de edificar un sistema de gobierno que, al
modo de un perfecto sistema de relojería, sea capaz de funcionar sin que le
afecten las voluntades o intenciones de las piezas que lo componen. Coincide aquí
Rafael Corazón con Isaiah Berlin, quien ya señaló cómo el rigor ético kantiano
abre, contra toda apariencia, una puerta al relativismo moral. Frente al
inmanentismo que impregna las teorías políticas contemporáneas y cuya
consecuencia en su opinión no es otra que la imposibilidad de fundamentar
sólidamente unos derechos humanos que, por otro lado, no cesan de invocarse, el
autor vuelve la vista a las teorías políticas tradicionales inspiradas en una
visión trascendente del hombre y de la naturaleza.
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