Francisco Javier Bernad Morales
Recupero una recensión que publiqué hace algunos años en Estudio Agustiniano.
GÓMEZ MOLLEDA,
M.ª Dolores, Cristianos en la sociedad
laica. Una lectura de los escritos espirituales de Pedro Poveda. Narcea,
Madrid, 2008, 15 x 24, 254 pp.
Es esta obra
una edición separada del Estudio
Introductorio escrito por Dolores Gómez Molleda, que encabeza la
publicación de las obras de San Pedro Poveda. Las dos partes en que se divide
este magnífico y documentado estudio, Líneas
de reflexión y realizaciones y El
“tiempo” histórico de los escritos, orientan perfectamente sobre su
contenido: dos miradas complementarias sobre una misma realidad. La primera,
más atenta a los propósitos íntimos del personaje, y la segunda, a las
difíciles circunstancias en que le fue dado vivir. De la lectura emerge la
figura de un hombre, sobra decirlo, profundamente religioso, y a la vez convencido
de que las transformaciones experimentadas por el mundo, exigen una actuación
innovadora por parte de los cristianos, si estos quieren hacer frente a la
expansión de unas ideologías totalitarias y nihilistas, que, al prescindir de
Dios, niegan asimismo la dignidad humana.
Poveda fue plenamente consciente, y
a ello dedicó su vida, de que la Iglesia debía salir al mundo, en lugar de
recluirse en la seguridad de prácticas y formas de acción tradicionales. De ahí
su preocupación por impulsar el papel de los laicos, y sobre todo de las
mujeres; de ahí, también, su inmenso interés por la educación. Sus
esfuerzos se plasmaron en el espléndido fruto de la Obra Teresiana ,
aunque él, hubo de pagarlos con una sucesión de sinsabores, entre los que se
incluye la incomprensión de algunas autoridades religiosas, en exceso apegadas
a formas antiguas de piedad; y finalmente, con el martirio, al inicio de la Guerra Civil.
Fue un tiempo difícil, marcado por
el odio, y que desembocó en guerras y revoluciones. Quizá no hayamos
reflexionado lo suficiente, al menos en España, posiblemente debido a que
nuestro país quedó durante años relegado a un plano secundario en la política
europea, en la enorme trascendencia que tuvo en la superación de unas heridas
que parecían incurables, la acción de unos políticos laicos y hondamente
católicos, cuya inspiración no parece muy alejada de la que animó a Pedro
Poveda. Me refiero a gentes como Robert Schuman, Alcide De Gasperi o Konrad
Adenauer. Hoy, los cristianos nos enfrentamos a una nueva situación, amenazados
ya, no tanto por una persecución abierta, como por el desprecio y marginación a
que parece conducirnos una sociedad impregnada de hedonismo, en la que parece
impropio preguntarse por lo que siempre se ha llamado el sentido de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario