23 mayo 2012

Cristianos en la sociedad laica

Francisco Javier Bernad Morales

Recupero una recensión que publiqué hace algunos años en Estudio Agustiniano.

GÓMEZ MOLLEDA, M.ª Dolores, Cristianos en la sociedad laica. Una lectura de los escritos espirituales de Pedro Poveda. Narcea, Madrid, 2008, 15 x 24, 254 pp.

Es esta obra una edición separada del Estudio Introductorio escrito por Dolores Gómez Molleda, que encabeza la publicación de las obras de San Pedro Poveda. Las dos partes en que se divide este magnífico y documentado estudio, Líneas de reflexión y realizaciones y El “tiempo” histórico de los escritos, orientan perfectamente sobre su contenido: dos miradas complementarias sobre una misma realidad. La primera, más atenta a los propósitos íntimos del personaje, y la segunda, a las difíciles circunstancias en que le fue dado vivir. De la lectura emerge la figura de un hombre, sobra decirlo, profundamente religioso, y a la vez convencido de que las transformaciones experimentadas por el mundo, exigen una actuación innovadora por parte de los cristianos, si estos quieren hacer frente a la expansión de unas ideologías totalitarias y nihilistas, que, al prescindir de Dios, niegan asimismo la dignidad humana.

            Poveda fue plenamente consciente, y a ello dedicó su vida, de que la Iglesia debía salir al mundo, en lugar de recluirse en la seguridad de prácticas y formas de acción tradicionales. De ahí su preocupación por impulsar el papel de los laicos, y sobre todo de las mujeres; de ahí, también, su inmenso interés por la educación. Sus esfuerzos se plasmaron en el espléndido fruto de la Obra Teresiana, aunque él, hubo de pagarlos con una sucesión de sinsabores, entre los que se incluye la incomprensión de algunas autoridades religiosas, en exceso apegadas a formas antiguas de piedad; y finalmente, con el martirio, al inicio de la Guerra Civil.

            Fue un tiempo difícil, marcado por el odio, y que desembocó en guerras y revoluciones. Quizá no hayamos reflexionado lo suficiente, al menos en España, posiblemente debido a que nuestro país quedó durante años relegado a un plano secundario en la política europea, en la enorme trascendencia que tuvo en la superación de unas heridas que parecían incurables, la acción de unos políticos laicos y hondamente católicos, cuya inspiración no parece muy alejada de la que animó a Pedro Poveda. Me refiero a gentes como Robert Schuman, Alcide De Gasperi o Konrad Adenauer. Hoy, los cristianos nos enfrentamos a una nueva situación, amenazados ya, no tanto por una persecución abierta, como por el desprecio y marginación a que parece conducirnos una sociedad impregnada de hedonismo, en la que parece impropio preguntarse por lo que siempre se ha llamado el sentido de la vida.

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