Manolo Berjón
Miguel Ángel Cadenas
Miguel Ángel Cadenas
En agradecimiento a Mons. José Demetrio
Jiménez, OSA.
Obispo de la Prelatura de Cafayate,
Argentina
En algunos
lugares, los días especiales, antes del almuerzo, se toman unos aperitivos
mientras se conversa distendidamente, sirven para abrir boca. Es un momento
relajante de confraternidad y ensanchar el espíritu. Expandir el espíritu es
una forma humana de respirar, de dilatar el horizonte, de tener amplitud de
miras. Son momentos de agrandar la capacidad pulmonar. Con todo, su propósito
en sí mismo es otro: un periodo de disfrute de algo tan sencillo como airearse,
ventilarse, en definitiva, de respirar. Posteriormente llega el momento del
almuerzo, la hora de nutrirse. Pero quedémonos en los prolegómenos.
Esta
capacidad de respiración, inherente al ser humano, es fundamental. Una buena
respiración nos lleva a un mejor disfrute de la vida. Podemos modular mejor
nuestra voz y mantener el equilibrio necesario en el cuerpo que somos. En
algunas lenguas espíritu tiene que ver, precisamente, con la respiración.
Incluso en culturas en que no existe este vínculo, los seres humanos atisban la
muerte como un abandono de la respiración, entre otros síntomas. Conocemos
otros caminos que no permiten pensar en un espíritu, que lo niegan. Pero no
faltan propuestas que, sin ser cristianas ni religiosas, admiten la existencia
de un espíritu que configura la vida humana. Algunos materialistas, como
Ingold, manifiestan que las cosas no tienen espíritu, ni el espíritu aterriza
sobre la materia inerte, sino que el espíritu son los mismos materiales que
poseen vida: “los materiales contra la materialidad”. Pero no transitaremos hoy
esta senda, llegará su momento.
Del 28 de
abril al 1 de mayo de 2014 los agustinos y sacerdotes del Vicariato de Iquitos
hemos tenido unos días de retiro espiritual. No han sido muchos, pero nuestro
acompañante no disponía de más tiempo. Cuando le propusieron que nos acompañara
lo aceptó con toda la delicadeza. Posteriormente le llegó una llamada especial
y siguió manteniendo el compromiso adquirido, lo cual agradecemos mucho. El 10
de mayo ha sido ordenado obispo de la Prelatura de Cafayate, en el norte de Argentina.
Nuestro
homenaje no va a consistir en reproducir los muchos méritos que tiene, delante
de Dios no sirven para nada. Sólo tratamos de señalar unas pocas reflexiones,
entre las muchas que nos dejó. No son desarrollos sino bosquejos, aperitivos de
un almuerzo. Nuestra costumbre indica que quien dirige los ejercicios reparte
algunas perlas para invitar a los participantes a observarlas despacio,
maravillarse, meditar y trascenderse. No es un momento de discusiones
teológicas, ni de grandes teorías. Es la oportunidad de descansar en Dios y
poder percibir la brisa suave de la que habla Elías. No son unos apuntes sino
el resultado de lo que nos ha provocado algunas frases que le hemos escuchado.
Tal vez no sea lo que él quiso decir, pero es el eco que nosotros recibimos.
© P. Toño
Lozán Pun Lay
“Merezco ser
feliz”. Dios no quiere que me vaya mal en la vida, al menos, no el Dios
cristiano. Me quiere feliz. Y aquello que me hace feliz, no aquello que me
alegra un rato, sino aquello que me hace feliz, es mi vocación, el plan de Dios
en mí. Lo cual no implica que todo me vaya bien, puede aparecer el sufrimiento.
Pero “la cruz más complicada es la cotidiana, la de todos los días, la
rutinaria, no las grandes cruces”. Merezco ser feliz. Y en mi felicidad puedo
atisbar a Dios, mi plenitud.
La gente, “el
Pueblo de Dios, nos quiere por lo que somos” [agustinos, sacerdotes diocesanos],
pero quiere que seamos lo que somos, no otra cosa. No que engañemos, ni
aparentemos, ni seamos simpáticos, ni muy inteligentes. Nos quiere a nosotros,
como somos, para ser “transparencia de lo divino”. Su única petición es esa:
“ser transparencia de Dios”. Como cuando una abuelita nos regala un huevo de
gallina en el Marañón sin decir nada, porque nada hay que decir. Ya se
entiende: “reza por mi”.
“No se trata
de meter a Dios en nuestra vida, sino de meternos nosotros en el corazón de
Dios. No es que yo tengo a Dios en mi corazón, sino que Dios ya nos metió en el
suyo”. Y a partir de la idea de encarnación comprender los sacramentos como
celebraciones de la vida. Por supuesto, quien ha subido a la montaña y se ha
transfigurado ya no baja igual, pero lo importante es que Dios está primero,
“nos primerea”, como dice Francisco. Y en este punto se produjo un cruce de
ideas muy interesantes, refrescante, entre hermanos, de tú a tú, como
discípulos.
“Obedeciencia
como “ob audire”, escuchar al que
está delante. Nuestra “responsabilidad de escuchar y estar atentos”. Tan
necesario en nuestra iglesia.
“El intercambio
de lo diferente favorece la comunidad”. “Los conflictos son nuestras grandes
oportunidades”. “Lo ideal es una comunidad que acepta las tensiones procurando
que nadie quede excluido”. “Acuerdo en lo disímil en un consenso razonable”. “Para
que las posibilidades se den hay que administrar positivamente las limitaciones”.
“Una comunidad no es la suma de voluntades comunes sino diferentes”. “La
primera misión que tenemos es nuestra comunidad”.
© P. Toño Lozán Pun Lay
Bueno, y
muchas cosas más. Pero por hoy es suficiente. Ha sido un aperitivo. Para los
cristianos, es el propio Jesús quien nos invita al almuerzo. Y habrá música de
la buena. Hasta puede que nos invite a bailar. Tendremos que matricularnos en
alguna academia de baile, porque no es lo nuestro.
Nota 1: hemos estado desconectados. Una familia
kukama amiga ha enviado, en marzo 2014, a su hija de once años a estudiar a la
ciudad de Iquitos. El 29 de abril, a las 12:00 p.m., cuando salía del colegio,
fue acosada por tres hombres e intentaron violarla, la manosearon. Una mujer
que pasaba por allí la ayudó y a bolsazos huyeron los agresores. Tres jóvenes,
uno menor de edad. Llegó a casa, tres cuadras de su colegio, y fueron a poner
una denuncia a la policía. Entre la policía y la fiscalía salieron a las 9:30
p.m. ¿Se imaginan?: once años, niña, indígena, recién llegada a la ciudad. Le
han metido el miedo en el cuerpo. Más de ocho horas entre policía y fiscalía.
¿Hay derecho? ¡Quién se va a atrever así a denunciar! Al día siguiente sus
familiares han venido a buscar consuelo. Rezar no sirve de nada: no da dinero,
ni prestigio, ni inteligencia. Por eso es necesario rezar: para limpiar el
corazón, para escuchar a Dios. Algunas llamadas de teléfono, abogadas amigas,
para que vean el caso. Hemos perdido una meditación…, pero “consuelen a mi
pueblo, dice el Señor, consuelen a mi pueblo”.
Nota 2: Este artículo señala algunas líneas de las
que nos motivan para ser quienes somos y hacer lo que hacemos.
P. Miguel
Angel Cadenas
P. Manolo
Berjón
Parroquia
Santa Rita de Castilla
Río Marañón
Que maravilla, el poder estar al lado de quien nos necesita, y el poder tener esos momentos de paz y esperimentar esa brisa suave, en el que Dios se nos hace presentes.Y tambien como no ese desayuno que nos da fuerzas materiales para poder movernos.¡Qué importante es la oración,Saludos.
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