07 mayo 2014

No debemos juzgar al prójimo

San Doroteo de Gaza

Hermanos, si recordamos bien los dichos de los santos Ancianos y los meditamos sin cesar, nos ser difícil pecar, nos ser difícil descuidarnos. Si como ellos nos dicen, no menospreciamos lo pequeño, aquello que juzgamos insignificante, no caeremos en faltas graves. Se lo repetiré siempre, por las cosas pequeñas, el preguntarse por ejemplo: ¿Qué es esto? ¿Qué es aquello?, nacer en el alma un hábito nocivo y nos pondremos a subestimar incluso las cosas importantes. ¿Se dan cuenta de qué pecado tan grande cometemos cuando juzgamos al prójimo? En efecto, ¿qué puede haber más grave? ¿Existe algo que Dios deteste más y ante lo cual se aparte con más horror? Los Padres han dicho: "No existe nada peor que el juzgar”  Y sin embargo, es por aquellas cosas que llamamos de poca importancia por lo que llegamos a un mal tan grande. Si aceptamos cualquier leve sospecha sobre nuestro prójimo, comenzamos a pensar: " ¿Qué importancia tiene el escuchar lo que dice tal hermano? ¿Y si yo lo dijera también? ¿Qué importa si observo lo que este hermano o este extraño va a hacer? ". Y el espíritu comienza a olvidarse de sus propios pecados y a ocuparse del prójimo. De ahí vienen los juicios, maledicencias y desprecios y finalmente caemos nosotros mismos en las faltas que condenamos. Cuando descuidamos nuestras propias miserias, cuando no lloramos nuestro propio muerto, según la expresión de los Padres, no podemos corregirnos en absoluto sino más bien nos ocupamos constantemente del prójimo.

VI Conferencia, 69

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