Cuando
los musulmanes conquistaron el reino visigodo permitieron que los cristianos,
al igual que los judíos, mantuvieran su religión, si bien en la condición de dimmíes, esto es de minoría protegida
sujeta al pago de un impuesto especial. En Al-Andalus, en los primeros tiempos
constituyeron la mayoría de la población, aunque pronto se iniciaron las
conversiones al islam. De esta manera, los hispanorromanos e hispanovisigodos
se dividieron rápidamente en dos grupos: los muladíes, que adoptaron la
religión de los conquistadores, y los mozárabes, fieles al cristianismo.
Andando el tiempo, al endurecerse el trato que recibían fueron muchos los
mozárabes que emigraron a los reinos y condados cristianos del norte. Llevaban
consigo una cultura peculiar que en lo religioso se manifestaba en la
pervivencia de la liturgia visigótica y en lo político en el anhelo de
recuperar las tierras ocupadas por los musulmanes.
Su
influencia declinó a partir del reinado de Alfonso VI de León y de Castilla,
cuando los monarcas decidieron estrechar los lazos con los reinos europeos y
con el papado, para lo cual favorecieron el asentamiento de monjes cluniacenses
y cistercienses y la adopción de la liturgia romana.
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