27 septiembre 2012

Isangos para Pluspetrol

P. Manuel Berjón
P. Miguel Ángel Cadenas

Érase una vez un río Marañón donde la gente habitaba sin más preocupación que tener su casa, ir a cazar, pescar, hacer fiestas y cuidarse de los enemigos, tanto internos como externos, que no era poca cosa. Con el tiempo se fueron organizando fundos en torno a los cuales se agrupaban algunas familias. El lugar se denominaba Saramuro. Allá por los años 70 del siglo pasado llegó la fiebre del petróleo.

 Interludio 1

"Esta es la danza del petrolero, 
del hombre rey, del oro negro”. 

La danza del petrolero, 
Los Wemblers, Iquitos.

Pareció bien a las autoridades nacionales que justo en ese fundo, por ser más alto y menos propenso a la inundación, se construyeran los tanques de almacenamiento de petróleo del oleoducto nor-peruano. La decisión estaba tomada (en aquella época no se vislumbraba el reclamar el derecho a consulta) y se hace lo posible para desalojar (esa es la palabra) a la población. Evidentemente, interés nacional. Se compraron los terrenos a las familias lugareñas, incluso a los que no quisieron vender, y se les desplazó. Hay formas sutiles de desalojo. La gente que se fue aguas arriba fundó lo que hoy denominamos la comunidad nativa kukama de San José de Saramuro, los que quedaron tuvieron que desplazarse abajo donde fundaron otra comunidad a la que llamaron Nuevo Lima, pero que en trámites burocráticos con el Ministerio de Educación terminó imponiéndoles el nombre Saramurillo, formando la actual comunidad nativa kukama.

Una vez realizada la separación la parte de abajo seguía perteneciendo a la comunidad de San José de Saramuro: una misma comunidad con dos sedes. Las autoridades moraban en San José de Saramuro. Allí asistían los niños al colegio y allí acudían los varones a las obras comunales. Llegó un momento en que pensaron formar una comunidad aparte: suponía mucho esfuerzo que los niños acudieran todos los días a la escuela y tener que colaborar en las obras comunales en Saramuro. Los funcionarios de la PNP (Policía Nacional del Perú) y Petroperú destacados en San José de Saramuro, en aquella época, aprobaban la idea de la separación de comunidades.

Presenciamos un pueblo dividido en dos por la actividad petrolera. San José de Saramuro siempre gozó de “un acuerdo” por el cual la comunidad se compromete a cultivar las instalaciones petroleras a cambio de luz y agua potable. Poco a poco San José de Saramuro ha ido creciendo y las dificultades con las petroleras también han aumentado. Son los comerciantes quienes más energía consumen. Una situación delicada que es manejada con cautela por los petroleros para dividir a la población. Es un juego de intereses donde lo más importante es restar y dividir (nunca sumar y menos multiplicar). No se hablan de derechos indígenas, ni de derechos de servidumbre…, ni nada que tenga que ver con la justicia indígena. Existen otros episodios, prolijos de narrar, que siempre tienen como perdedor a la comunidad nativa, fuertemente cuestionada por el “juez de paz” local. Situación delicada que aprovechan las petroleras en su servicio.

Saramurillo nunca se ha beneficiado de estos acuerdos de la comunidad de San José de Saramuro con las petroleras, pese a que en la banda de la comunidad de Saramurillo está el oleoducto que lleva a los pozos del Yananacu y cuyo territorio necesitan para hacer chacra, pescar, cazar y otras actividades de subsistencia. Y pese a que las chatas acoderan a escasos metros de la comunidad, con la incomodidad que ocasiona, a la que están tan acostumbrados los comuneros que ni lo perciben: siempre ha sido así.

fFotoFoto: © Parroquia Santa Rita de Castilla


En los últimos años se ha producido un mayor reclamo, todavía pequeño, de la comunidad hacia las petroleras (los funcionarios del Estado continúan izando la bandera, sin saber dónde están las comunidades). Pluspetrol llegó a la zona con el cambio de milenio y heredó ya una situación injusta que no pretende remediar, sino perpetuar. Ni que decir tiene que las petroleras juegan con “si se portan bien les damos un trabajito” (de vez en cuando contratan a alguna persona). Saramurillo ha aprendido que para conseguir algo hay que protestar. Así han logrado hace pocos años tener agua potable de la base (petrolera). En 2011, hartos de una situación de dependencia y no ser escuchados, pensaron en solicitar a la Pluspetrol apoyo en forma de combustible para su generador de luz y algunas cosas más. Un día las autoridades de la comunidad fueron a la base para entrevistarse con el “ingeniero”. Pero el tal “ingeniero” no les recibió.

Interludio 2

“…y qué decir del manager, audaz y decidido, 
que no me recibió, 
que siempre estaba reunido. 
Hoy moviendo la cola, se acercó como un perro, 
a pedir que le diéramos vela en este entierro, 
y yo le dije: no. No, no, no, no, no. 
Ya está marchita, la margarita, 
que en el pasado he desojado yo…” 

El joven aprendiz de pintor, Joaquín Sabina.

Cansados de esperar regresaron al pueblo y en asamblea los que estaban en la comunidad decidieron tomar acciones. Fueron, con toda la población que estaba en ese momento en la comunidad, incluidos los niños del colegio, y se presentaron en la base. Desplazaron un bote de la base a la comunidad y una embarcación de la banda a la comunidad. No hubo violencia, se cuidaron mucho de evitar toda violencia. Cuando el operador de la embarcación se percató que querían llevarla a la comunidad terminó sus tareas, a lo que amablemente accedió la comunidad, y él mismo, por mandato de la comunidad nativa de Saramurillo, trasladó la embarcación (chimbar el río que se dice, vamos).

A últimas horas de la tarde llegó un “ingeniero” de la Pluspetrol (empresa que no les había recibido) y “negociaron” una salida a la situación. El “ingeniero” quería terminar pronto porque se avecinaba la noche. El acuerdo consistió en pactar la entrega de dos cilindros de petróleo mensuales y hacer mantenimiento del generador de luz de la comunidad a cuenta de la Pluspetrol. Acuerdo que se está cumpliendo de forma satisfactoria para la comunidad. Observado desde la ciudad pudiera parecer una reivindicación pequeña, hasta irrisoria. Percibido desde Saramurillo era la primera vez que negociaban y salían ganando. El valor de un cilindro de petróleo no es únicamente su valor económico, es la posibilidad de tener luz cuando la comunidad lo considere oportuno, y eso en plena selva excede con mucho su valor monetario. Lo dicho, la comunidad se sintió vencedora en esta desigual batalla pacífica.

Pasó el tiempo, todos se habían olvidado del tema y disfrutaban del petróleo conseguido hasta que llegó una citación de la PNP de Maypuco a más de 20 comuneros. Maypuco está a unas 3 horas en peque peque. Y ser citados en la PNP no es ninguna broma. “Nosotros no somos delincuentes, sólo llevamos a cabo la decisión que tomamos en la comunidad y evitamos toda violencia”. En resumen, a la tercera citación todos habían ido a declarar a la PNP de Maypuco (gasto de tiempo, gasolina, alimentación… no es poca cosa en la selva).

Pero no quedó todo ahí. Pluspetrol había interpuesto una denuncia por hurto agravado y coacción en contra de más de esta veintena de comuneros. Por eso la PNP de Maypuco les había citado. A través de una petición del presidente comunal de la comunidad indígena de Saramurillo a esta Parroquia nos contactamos con el CAAAP y la Comisión de Derechos Humanos del Vicariato de Iquitos para ver su situación legal. Una vez comprobada la denuncia visitamos la comunidad de Saramurillo con un abogado para recoger la información oportuna y agilizar su defensa.

Foto: © Parroquia Santa Rita de Castilla

Siguiendo los pasos procesales adecuados el Fiscal de Nauta desestima la denuncia por infundada. Desestimación que la Pluspetrol apeló y estamos a la espera de dictamen. Felicitamos al fiscal de Nauta por esta primera decisión que ha tomado y confiamos en que la Fiscalía la mantendrá, por ser de justicia.

Tal vez estarán pensando que trasladar una embarcación a otro lugar por orden de una comunidad es violencia, en eso estamos de acuerdo. Pero no entendemos cómo la Fiscalía es la única interviniente por parte del Estado. Sí les corresponde; pero, antes que a ellos, les corresponde a otros organismos del Estado que parecen mudos y sordos. Parecen, porque sentimos que se han inclinado hacia las petroleras, y por eso guardan silencio hacia la población. ¿No tiene derecho una población desplazada a una compensación económica? ¿No tienen derecho de servidumbre por utilización de su territorio? ¿No tienen derecho las comunidades nativas a que se apliquen las leyes indígenas internacionales vigentes en Perú? ¿No tienen los pueblos indígenas derechos inalienables sobre sus territorios?

Interludio 3

“Los animales hacen su fiesta. Están todos invitados. No quieren invitar al sapo y al lagarto porque son bocones. Y tampoco al tigre porque es mal borracho. El sapo consigue introducirse, porque es metido. Comienza la fiesta. El sapo hace chiquita su boquita. Pobrecito, lagartito, su boquita chiquita. Pasa el sapo, pero no puede pasar el lagarto. El tigre toma sus tragos y está volviendo borracho, gritando, queriendo pelear. El isango [ácaro] se hace otra persona y empieza a cantar. Dice el tigre: ‘hoy le atrapo a este borracho y le como’. Pero el tigre no ve a nadie. Otra vez le canta. Al final sube el isango por su pata y está en su oreja. Le grita al tigre y el tigre se asusta. Y no le ha visto al isango”. 

Narración kukama.

Foto: © Parroquia Santa Rita de Castilla

Érase una vez… la Pluspetrol que hostiliza a la comunidad nativa kukama de Saramurillo. Érase una vez, como en los cuentos, solo que en esta oportunidad el príncipe prefiere continuar presentándose de sapo. Y el isango…

P. Miguel Ángel Cadenas 
Parroquia Santa Rita de Castilla 
Río Marañón

P. Manuel Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla 
Río Marañón

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