Manolo Berjón
Miguel Ángel Cadenas
Para Teresa Fasabi, Leoncio Prado, con admiración hacia su vida y
trabajo
Estamos en Leoncio Prado,
distrito de Parinari, provincia de Loreto (Perú), a más de 150 km . de Cuninico (lugar
de un pernicioso derrame de petróleo crudo), y hemos terminado el bautismo. Preguntamos
si ha habido algunos enfermos este tiempo. Comienza la gente a hablar, van
dando nombres, edades y describiendo los síntomas. Lo habitual en estos casos,
como en otras comunidades que hemos visitado. De repente, escuchamos: “mi nieta
está bajando de peso. La diarrea y la fiebre le ha durado una semana y le está
arruinando”. Estas fueron las palabras de Teresa Fasabi. Desliza la frase sin
darle importancia, como quien no pretende focalizar la conversación pero con
este trallazo se produce un profundo y respetuoso silencio que nos golpea el
corazón.
Teresa es una mujer de cincuenta
y siete años. Habla poco y en muchas ocasiones permanece en segundo plano. Pero
cuando tiene que trabajar es la primera que se apunta. Lleva más de veinte años
colaborando con su comunidad como Movilizadora (atención de niños de cero a
tres años en crecimiento y desarrollo temprano). Teresa sabe lo que dice, es
movilizadora desde 1992, cuando se inició este programa en la Parroquia. Desde
entonces ha pesado y medido, cada mes, a los niños de su comunidad cuyas madres
han aceptado este programa. Con su actuación, y el de sus compañeras, los
niveles de desnutrición en el territorio de la parroquia son todavía altísimos,
pero más bajos que la media regional. Nos falta mucho por hacer.
Unos datos: la encuesta ENDES
2012 (Encuesta Demográfica y de Salud Familiar) señala, para la región Loreto,
un 32,3 % de desnutrición crónica y para el 2013 la misma encuesta apunta un
27,7 %. Los datos de la
Parroquia en el proyecto de Crecimiento y Desarrollo Temprano,
en colaboración con UNICEF, indican un 19 %. Es decir, tenemos una
significativa reducción en el territorio de la Parroquia gracias al
trabajo gratuito y desinteresado de personas como Teresa. Sin embargo, es un
índice muy alto todavía, demasiado alto y excesivo sufrimiento. Falta mucho por
trabajar.
La nieta de Teresa todavía no
cumple tres años. Su cerebro está en formación y la desnutrición le afectará
irremediablemente. El término “arruinar” es muy gráfico y fuerte. Ella sabe lo
que dice. Ha visto a muchos niños desnutridos y ha hecho todo lo humanamente
posible para remediar esta situación: charlas educativas, peso y talla mensual
por más de veinte años, consejos a los padres de los niños y visitas
domiciliarias, relleno de documentos para anotar la evolución de los niños,
asistencia a los talleres, conversación con las autoridades varones de su
comunidad para que entiendan la importancia del tema, y desvelos varios. La
nieta de Teresa no es la única en arruinarse. Combatir la desnutrición debería
ser una prioridad del gobierno y de cualquier persona bien nacida. Sin embargo,
encapsular y minimizar las consecuencias de los derrames no permite visualizar
un tema colateral, pero central, como la desnutrición. Si se nos permite, en
palabras cristianas, “la carne de Cristo sufriente”, los humildes, son
prioritarios. Por encima de cualquier apreciación económica, por importante que
sea, está la gente de carne y hueso, especialmente aquellos que tienen que
sufrir las consecuencias de estos desastres.
Nos gustaría que alguno de esos
grises funcionarios mirase a su hijo y lo encontrara desnutrido para ver su
reacción. No deseamos que sus hijos estén desnutridos, sólo es un ejercicio de
ponerse “en los zapatos del otro” (o en las humildes y dignas chinelas de la
señora Teresa). Qué sentiría si escuchara a algún funcionario minimizar las
causas que producen estas situaciones. No somos tan ingenuos para pensar que
los derrames son la única causa de la desnutrición, pero ayuda. ¿Qué pasa con
el pescado? No será momentáneo como dicen algunos inescrupulosos. Después de un
derrame de estas proporciones el Marañón se enferma por veinte o treinta años
para recuperar la situación anterior al derrame. En palabras sencillas: han
robado las proteínas del plato de los humildes. Y eso provoca desnutrición.
MÁS ENFERMOS EN LEONCIO PRADO
Los datos están recogidos el 10
de julio 2014. Insistimos que nosotros no tenemos competencia en salud, pero
los dolores contraen el rostro y las diarreas huelen…
- joven mujer de quince años con fiebre y vómito, le
dolía el estómago (3 julio). Ha permanecido así dos semanas;
- niña de dos años con fiebre y dolor de estómago (3
julio);
- adolescente mujer de trece años con dolor de
estómago y cabeza (3 julio);
- mujer de cuarenta años con color de vejiga,
cintura, y estómago y como quemado en la nalga ( 3 julio);
- niña de dos años y once meses con dolor de
estómago, diarrea y fiebre, está bajando de peso; dos semanas que está
así;
- mujer de treinta y siete años con dolor de estómago,
diarrea, nauseas, pero no arrojaba;
- mujer de veinte años le salen manchas en la piel en
forma de caracha;
- niña de tres años con manchas y comezón en todo su
cuerpo, desde hace dos semanas;
- varón de cuarenta y cinco años con comezón en todo
su cuerpo;
- mujer de treinta años con dolor de estómago (1 o 2
julio). Ha visto el agua brillosa cuando ha ido a recoger agua para
acarrear a su casa; también ha visto como unas bolitas de arena de color
blanco, marroncito y negras que rebalsaban. Ha recogido agua del río
Samiria;
- varón de treinta y cuatro años con diarrea;
- adolescente mujer de trece años con dolor de
estómago y diarrea;
- niña de dos años y once meses con comezón en todo
su cuerpo;
- mujer de veinticuatro años con dolor de estómago
desde el 7 de julio;
- mujer de sesenta y dos años con diarrea, nauseas,
comezón en todo su cuerpo y fiebre;
- niña de tres años está bajando de peso con diarrea
y fiebre;
- mujer de cincuenta y siete años con manchas en la
piel y comezón.
Llama la atención que
abrumadoramente la mayoría de las personas registradas son mujeres y niños. Los
varones esconden estos padecimientos, son enfermedades consideradas “leves” y
prefieren no reconocer en público estas “debilidades”. Repasando los datos no
aparecen niños menores entre seis y veinticuatro
meses, lo cual, casi toda seguridad, implica un sesgo. En otras palabras:
sospechamos que hay muchos más enfermos, pero no todos lo quieren reconocer en
público. “¡Para qué, si no nos van a dar nada!”.
Una visita a la Posta Médica de Leoncio Prado,
para conversar con sus responsables, nos afianza en nuestra impresión. Su
percepción indica que ha habido un aumento de diarreas, vómitos y problemas de
piel desde el 28 de junio a la fecha de nuestra visita (10 de julio 2014). A
pesar de que la mayoría de la gente continua sin ir a la Posta por estas
enfermedades, insistimos, consideradas “leves”.
¿Recuerdan que el Estado ha
declarado en emergencia sanitaria el Marañón? (5 mayo 2014). En aquella ocasión
secuestraron la palabra contaminación, que no se nombra en dicha declaratoria
de emergencia. Por tanto, las consecuencias de la contaminación no aparecen. En
aquel entonces, estaban muy preocupados por las diarreas (insistimos que
sustrayendo las posibles enfermedades derivadas de la contaminación). Pues
bien, ahora que hay diarreas el Ministerio de Salud no dice nada. Y necesitamos
que se pronuncie la ministra. No seamos ingenuos y remarcamos: la mayoría de la
población no ha ido a los Centros y Postas de Salud, lo cual implica que si
algún inescrupuloso funcionario dice que no hay datos registrados, las causas
no son que no haya enfermedades, sino la desconfianza en el Ministerio de Salud
y cuestiones aledañas que no vienen ahora al caso.
La ubicación de Leoncio Prado es
interesante porque está situada en una isla. Por un lado le bañan las aguas del
río Marañón, por el otro, las del río Samiria en su tramo final que se mezclan,
por un caño, con las aguas del Marañón. Y sin embargo, los funcionarios ocultan
la verdad. Cualquier persona sabe que los ecosistemas se interrelacionan y lo
que sucede en un punto afecta a otro –“efecto mariposa”–, más cuando es en la
misma cuenca fluvial. Teresa no posee ningún título académico: ni ingeniera, ni
socióloga, ni comunicadora, ni… No le hace falta para saber que los
funcionarios inescrupulosos que debieran defenderla se sienten ajenos a estos
impactos. Ha visto lo que sucede en su comunidad y eso le basta. Otra cosa
diferente son los intereses que defiendan esos grises funcionarios.
Encapsular el derrame en
Cuninico, como pretende el Estado, puede ser muy interesante para el capital,
pero pernicioso para la población local. Las personas están por encima del
dinero de unos pocos. Esto, que debiera ser una máxima fácilmente comprensible,
está, en el mejor de los casos, en discusión, cuando no es prácticamente
silenciado por la práctica miope, barata, de aquellos que tienen la encomienda
de trabajar por todos, especialmente por los más humildes.
Apéndice: No nos olvidamos del
pescado. Este año, por de pronto, no ha surcado el mijano. Y muchos piensan que
no lo hará. La actividad económica más importante se ha resentido enormemente.
¿Alguien compensará esta perniciosa lacra? Haría bien el Estado en pedir perdón
e implementar una política acorde con su población. ¿Cuándo se van a reconocer
los derechos de los pueblos indígenas sobre su territorio? Comunidades indígenas
son atravesadas por el Oleoducto Nor-peruano en pésimas condiciones y no son
reconocidos sus derechos de compensación, servidumbre… Las leyes indican que el
oleoducto no debe estar en tierra ni en agua, y lo está, vaya si lo está.
Pésimas prácticas.
Nota: el 14 de julio de 2014
llegó Basilio al puerto de Santa Rita de Castilla con unas huamas (plantas
acuáticas) recogidas en la muyuna (remolino del agua) abajo del pueblo de Santa
Rita de Castilla. Nos fuimos a verlo. Cada frase que pronunciaba iba elevando
el tono y nosotros guardamos silencio: “¡hasta cuándo!”, “¡qué van a decir
ahora!”, “que vengan esos petroleros a decirme a mi que no hay contaminación!”,
“no he encontrado nada [de pescado]”. El tono se eleva cada vez más y la
tensión llega a su máxima expresión. Guardamos silencio. Basilio sale de su
canoa, hace gestos con sus manos y sube al puerto, menea la cabeza y dice: “que
vengan acá y yo les hago comer esa huama”. Todos nos reímos y se distiende la
tensión.
©
Parroquia Santa Rita de Castilla, 10 julio 2014
Foto: con una foto es suficiente.
No hemos querido colocar fotos de niños desnutridos, para qué. Un poco de
dignidad. El pie pertenece a Teresa. No se quejaba, no reclamaba, no…, pero a
nosotros nos interpela. Es un asunto de salud pública. Posee más dignidad esta
humilde chinela de Teresa que los zapatos bien lustrados de esos funcionarios
inescrupulosos.
P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón
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