30 julio 2014

Las mujeres de Cuninico

P. Manolo Berjón
P. Miguel Ángel Fuertes

Del 15 al 18 de julio 2014 visitamos la comunidad nativa kukama de Cuninico. Algo de lo visto y escuchado ha salido en Panorama el domingo 20 de julio. Pero hay más. Nos avisan que una mujer ha llegado recién de Iquitos, le han practicado una cesárea. Vamos a visitarla. Llegamos a una casa sin pared hacia la calle. Hay dos varones sentados conversando, con sus piernas colgando hacia la vereda. Nuestro guía se dirige a uno de ellos y pregunta por X. Nos da la impresión que el varón es su marido. Nos dirigimos al varón y le indicamos nuestro propósito [construcción del género en pueblos indígenas]. Cuando terminamos de hablar nos indica que ahí está. Cierto, está sentada en una banca. Nos dirigimos a ella. El otro varón se levanta, se despide, y sale. Nos dirigimos a la señora y comenzamos a exponer las razones de nuestra visita. Nos interrumpe el varón: “es mi prima”. Nos disculpamos. Habíamos pensado que era su mujer. Nuestro guía se adelanta: “disculpen más bien, no les he presentado”. Hace las presentaciones. Luego aparece otra señora y una anciana más. Les explicamos nuestro propósito.

“Te has salvado de milagro”, le dijo el doctor. Había sido evacuada al Centro de Salud de Maypuco, sede del distrito. De ahí rápido al hospital regional de Iquitos. Llegó inconsciente. No recuerda nada. Hacía pocos días que había llegado de la ciudad. Su hablar era pausado. Tiene 4 meses de estadía en Cuninico, en casa de su primo. Antes vivía por el Nucuray, territorio murato/candoshi. Mientras conversaba con nosotros atendía a sus hijos que pasaban por la vereda con sus amigos. Tiene cuatro hijos, todos bien cuidados. Uno de ellos ha venido a Cuninico para estudiar la Secundaria, en su comunidad del Nucuray no cuentan con este servicio del Estado. Los otros tres están todavía en Primaria, pero este año no estudian. No preguntamos más, para qué. Seguro que no les ha podido matricular. Y no queremos hablar hoy de educación, que en selva baja es de pésima calidad. Se trata de hacer ciudadanos de quinta categoría.

Su hablar es pausado. Es una mujer en la treintena de su vida. Su marido está trabajando limpiando el desastre, por tanto quedamos en que primero conversaría con su marido y al día siguiente vendríamos a visitarla para una entrevista, si su marido está de acuerdo. Pero no pudimos cumplir, no fuimos a visitarla de nuevo, queda pendiente, al menos esa es nuestra intención. Durante el transcurso de la conversación quiso enseñarnos su operación. Levantó su polo y se vio el tajo practicado, pero desistimos y la mujer bajó su polo y cambiamos de conversación. Guardamos un rato silencio. Le miramos a los ojos y su limpieza nos impresionó. Antes de despedirnos un comunero desliza: “ahorita hay en la comunidad otra embarazada de tres meses que está queriendo caer su feto, parece que le quiere dar su regla”. De nuevo silencio. Después de un tiempo nos despedimos. Caía la tarde y nos fuimos a bañar.

Al salir nuestro guía comenta: “en el Centro de Salud de Maypuco no quieren atender a las mujeres de Cuninico, dicen que provocan abortos. Incluso quieren inculpar a X que les da algo para que caigan sus fetos”. Este injusto y terrible comentario nos lo dice alguien de toda confianza. Nos invade la cólera. Caminamos en silencio hasta llegar a nuestro destino. Caminar nos tranquiliza. Más calmados comentamos a nuestro guía: la contaminación aumenta el riesgo de abortos espontáneos. Ahora es él quien se sorprende. Explicamos lo injusto del comentario de los sanitarios de Maypuco. Al día siguiente lo exponemos en una reunión de autoridades con las comunidades vecinas. Todos, de nuevo, guardan silencio. El día que regresamos de Cuninico la mujer seguía teniendo “dolor de vejiga” y continuaba queriendo caer su feto. A la hora de escribir esta nota (21 julio 2014) una autoridad de Cuninico nos dice que esta mujer sigue con problemas de que su feto caiga.

Nos indican que hay más mujeres en Cuninico que han tenido abortos espontáneos en el último año. Hace falta ser mujer, vivir en Cuninico, acudir al Centro de Salud por una emergencia y enfrentarse con el terrible y duro estigma: “Cuninico, aborto provocado”. Y, no, no es cierto. Pero los galenos o desconocen lo que sucede o miran para otro lado.

Cuninico no parece ser el mejor lugar del mundo para vivir. Si está pensando en comprar una casa,  parece que no es el lugar apropiado, menos si tiene niños. Pero si la vida se conjuga en femenino parece tener estigmas añadidos. Este matiz de la contaminación y el género debe ser más explorado.

Nota: si Cuninico está así, ¿qué está pasando en las demás comunidades?

  
P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón                                         
Parroquia Santa Rita de Castilla                                                                 

Río Marañón

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