Discurso de Juan Pablo II a los campesinos e indígenas (Temuco)
Juan Pablo II
…El mensaje del
Papa se dirige a todos, porque todos, por encima de cualquier diferencia étnica
o cultural, sois hijos de Dios, porque como nos dice San Pablo: todos habéis
sido igualmente "elegidos de Dios" (Col. 3, 15) llamados a formar un
solo Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col. 3, 15). Como afirma el mismo Apóstol,
refiriéndose a los pueblos y categorías de su tiempo, en Cristo "no hay
griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre,
sino que Cristo es todos y en todos" (Col. 3, 1 l).
La fe, queridos
hermanos y hermanas, supera las diferencias entre los hombres. La fe da vida a
un nuevo pueblo: el pueblo de los hijos de Dios. Sin embargo, aun superando las
diferencias, la fe no las destruye sino que las respeta. La unidad de todos nosotros
en Cristo no significa, desde el punto de vista humano, uniformidad. Al
contrario, la Iglesia, la familia de Dios, de la que todos nosotros formamos
parte, se siente enriquecida al acoger la múltiple diversidad y variedad de
todos sus miembros.
Por eso, el Papa,
hoy desde Temuco, alienta a los mapuches a que conserven con sano orgullo la
cultura de su pueblo: las tradiciones y costumbres, el idioma y los valores
propios. El hombre es imagen y semejanza de Dios; por esto mismo, el amor de
Cristo a los hombres alcanza también a todas las múltiples formas en las que el
hombre se expresa conforme a esa imagen y semejanza. Al defender vuestra
identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el
deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras,
enriqueciendo, de este modo, a toda la nación chilena, con vuestros valores
bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad
de vuestras familias.
Sed conscientes de
las ancestrales riquezas de vuestro pueblo y hacedlas fructificar. Sed
conscientes, sobre todo, del gran tesoro que, por la gracia de Dios, habéis
recibido: vuestra fe católica.
A la luz de la fe
en Cristo, lograréis que vuestro pueblo, fiel a sus legítimas tradiciones
crezca y progrese tanto en lo material como en lo espiritual, difundiendo así
los dones que Dios le ha otorgado. Iluminados siempre por la fe en Cristo,
veréis en los demás hombres, por encima de cualquier diferencia de raza o
cultura, a hermanos vuestros, y los sabréis comprender y querer. La fe
agrandará vuestro corazón para que quepan en él todos los hombres,
especialmente quienes forman parte con vosotros de la nación chilena; a su lado
y en unión con ellos habéis de trabajar sólidamente en favor de la patria y el
bien común. Y esa misma fe llevará a todos los chilenos a amaros, a respetar
vuestra idiosincrasia y a unirse con vosotros en la construcción de un futuro
en el que todos sean parte activa y responsable, como corresponde a la dignidad
humana y cristiana…
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