06 mayo 2013

Entrar por el camino abierto por Jesús

José Antonio Pagola

Los cristianos tenemos imágenes bastante diferentes de Jesús. No todas coinciden con las que tenían de su Maestro querido los primeros hombres y mujeres que lo conocieron de cerca y lo siguieron. Cada uno nos hacemos nuestra idea de Jesús. Esta imagen interiorizada desde niños a lo largo de los años condiciona nuestra forma de vivir la fe. Desde esta imagen escuchamos lo que nos predican, celebramos los sacramentos y configuramos nuestra vida cristiana. Si nuestra imagen de Jesús es pobre y parcial, nuestra fe será pobre y parcial: si está distorsionada, viviremos la experiencia cristiana de manera distorsionada.
No basta con decir que aceptamos todas las verdades que la Iglesia propone acerca de Cristo. La fe viva y operante solo nace en el corazón de quien vive como discípulo y seguidor de Jesús. Es esencial e irrenunciable confesar a Cristo como "Hijo de Dios", "Salvador del mundo" o "Redentor de la humanidad", pero sin reducir nuestra fe  a una "sublime abstracción". No es posible seguir a un Jesús sin carne. No es posible alimentar la fe solo de doctrina. Necesitamos un contacto vivo con su persona: conocer mejor su vida concreta y sintonizar vitalmente con él. Necesitamos captar bien el núcleo de su mensaje, entender mejor su proyecto del reino de Dios, dejarnos atraer por su estilo de vida, contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano. ¿Qué podemos hacer?.....Por desgracia, tal como es vivida hoy por muchos, la fe cristiana no suscita "seguidores" de Jesús, sino solo adeptos a una religión. No genera "discípulos"que, identificados con su proyecto, se entregan a abrir caminos al reino de Dios, sino miembros de una institución que cumplen mejor o peor sus obligaciones religiosas. Muchos de ellos corren el riesgo de no conocer nunca la experiencia más originaria y apasionante: el encuentro personal con Jesús.Nunca han tomado la decisión de seguirle. Sin embargo, como ha dicho Benedicto XVI, "no se comienza a ser cristiano por una decisión éticao una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a lavida y, con ello, una orientación decisiva".

ALEIXANDRE, D., MARTÍN VELASCO, J., PAGOLA, J.A.  Fijos los ojos en Jesús. En los umbrales de la fe. PPC, Madrid, 2012, p 142-144.

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