Así, el Espíritu Santo se
dice Espíritu del Padre y del Hijo, que lo dieron, y también nuestro, pues
lo recibimos. El que da la salud se llama salud del Señor, y es también
nuestra salud, porque la recibimos. El Espíritu es Espíritu de Dios,
porque lo otorga, y nuestro, porque lo recibimos... Señor y Dios mío, en
ti creo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No diría la Verdad: 'Id, bautizad a
todas las gentes en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo?
Si no fueras Trinidad... Fija mi atención en esta regla de fe, te he buscado
según mis fuerzas y en la medida que tú me hiciste poder, y anhelé ver con
mi inteligencia lo que creía mi fe, y disputé y me afané en demasía. Señor
y Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y
deje de buscarte: ansíe siempre tu rostro con ardor. Dame fuerzas para la
búsqueda, tú que hiciste te encontrara y me has dado esperanzas de un
conocimiento más perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad; sana ésta, conserva
aquélla. Ante ti está mi ciencia y mi ignorancia; si me abres, recibe al
que entra; si me cierras, abre al que llama. Haz que me acuerde de Ti, te
comprenda y te ame. Acrecienta en mí estos dones hasta mi reforma
completa... Señor, Dios uno y Dios Trinidad, cuando con tu auxilio queda
dicho en estos mis libros conózcanlo los tuyos; si algo hay en ellos de mi
cosecha, perdóname tú, Señor, y perdónenme los tuyos. Así sea.
S. Agustín, De la Santísima Trinidad; V,14,15; XV,18,51
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