Canta, lengua, el misterio del
cuerpo glorioso y de la sangre preciosa que el Rey de las naciones, fruto de un
vientre generoso, derramó como rescate del mundo.
Nos fue dado, nos nació de una
Virgen sin mancilla; y después de pasar su vida en el mundo, una vez esparcida
la semilla de su palabra, terminó el tiempo de su destierro dando una admirable
disposición.
En la noche de la última cena,
recostado a la mesa con los hermanos, después de observar plenamente la ley
sobre la comida legal, se da con sus propias manos como alimento para los Doce.
El Verbo hecho carne convierte con su palabra el pan verdadero con su carne, y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo. Y aunque fallan los sentidos, basta la sola fe para confirmar al corazón recto en esa verdad.
El Verbo hecho carne convierte con su palabra el pan verdadero con su carne, y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo. Y aunque fallan los sentidos, basta la sola fe para confirmar al corazón recto en esa verdad.
Veneremos, pues, inclinados tan
gran Sacramento; y la antigua figura ceda el puesto al nuevo rito; la fe supla
la incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo sean dadas
alabanza y júbilo, salud, honor, poder y bendición; una gloria igual sea dada
al que de uno y de otro procede. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario