Los cristianos que
toman parte activa en el movimiento económico-social de nuestro tiempo y luchan
por la justicia y caridad, convénzanse de que pueden contribuir mucho al
bienestar de la humanidad y a la paz del mundo. Individual y colectivamente den
ejemplo en este campo. Adquirida la competencia profesional y la experiencia,
que son absolutamente necesarias, respeten en la acción temporal la justa
jerarquía de valores, con fidelidad a Cristo y a su Evangelio, a fin de que
toda su vida, así la individual como la social, quede saturada con el espíritu
de las bienaventuranzas, y particularmente con el espíritu de la pobreza.
Quien con
obediencia a Cristo busca ante todo el reino de Dios, encuentra en éste un amor
más fuerte y más puro para ayudar a todos sus hermanos y para realizar la obra
de la justicia bajo la inspiración de la caridad.
Constitución Gaudium et spes, Cap. III, Sec. I, 72. Vaticano II
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