Francisco Javier Bernad Morales
De Consolatione Philosophiae es la obra más leída de Anicio
Manlio Severino Boecio. Había nacido este en Roma hacia el año 480, es decir,
muy poco después de que Odoacro depusiera a Rómulo Augústulo y, al enviar a
Bizancio las insignias imperiales, terminara con Imperio Romano de Occidente. Pertenecía
a una familia distinguida, algunos de cuyos miembros habían alcanzado el
consulado y, aunque muy joven quedó huérfano de padre, recibió una esmerada
educación gracias al senador Aurelio Símaco a cuyo cuidado quedó encomendado y
con cuya hija Rusticiana contrajo matrimonio. Para entonces, el ostrogodo
Teodorico, en calidad de federado del Imperio de Oriente había ocupado Italia,
de la que se había proclamado rey, con el beneplácito del emperador Anastasio, a
quien debía una teórica sumisión que jamás fue efectiva.
Bajo el
nuevo poder se inició un período de relativa calma en que el Senado pudo
mantener una apariencia de dignidad. Teodorico, establecido en Rávena,
gobernaba sobre los ostrogodos de religión arriana, que constituían una
aristocracia militar, y sobre los romanos católicos, que mantenían sus
instituciones, ahora sometidas al nuevo poder. Ambos pueblos, sujetos a
diferentes leyes, quedaban por completo separados. En este ambiente en que un reducido grupo de
conquistadores distintos en lengua y religión convive sin mezclarse con una
mayoría de población romana, se desarrolla la vida de Boecio. Orientado en un
principio hacia el estudio, tradujo al latín obras de Platón, Aristóteles y
Porfirio, así como, según Casiodoro, de Euclides, Pitágoras, Tolomeo y
Arquímedes. Además escribió de su propia cosecha tratados teológicos, de los
que se conservan varios, entre ellos uno sobre la Trinidad, y obras sobre
música y matemáticas. Compaginó además estas tareas con una activa intervención
en la vida pública, que le llevó a ser cónsul en 510 y magister officiorum, uno de los puestos de mayor responsabilidad
muy próximo al rey, hacia 522. Sin embargo, muy poco después fue encarcelado
bajo las acusaciones de conspiración y de sacrilegio y, tras un tiempo en
prisión en el que escribió De
Consolatione Philosophiae, condenado a muerte y ejecutado (525).
Es muy
posible que en la caída de Boecio fuera determinante el empeoramiento de las
relaciones entre ostrogodos y bizantinos, después de que el emperador Justino
comenzará a perseguir a los arrianos. Teodorico comenzó a sospechar que una
parte del Senado estaba en tratos con los bizantinos para expulsar a los
ostrogodos y, aunque no parece probable que Boecio participara activamente en ninguna conspiración, sí es cierto que intervino
en defensa de uno de los supuestos implicados, el excónsul Albino. Las aprensiones
de Teodorico, por más que en este caso le llevaran a actuar de manera injusta,
no carecían de fundamento. El anciano Justino gobernaba auxiliado por su
sobrino Justiniano, quien le sucedería en el trono (527). Aspiraba este a
recuperar los territorios occidentales del Imperio y finalmente alcanzaría a
ocupar el reino el reino ostrogodo tras una larga guerra (535-554). En 533-534
había conquistado también el reino vándalo del norte de África y en 552 había
intervenido en el reino visigodo de Hispania, en apoyo Atanagildo sublevado
contra el rey Agila. Como recompensa por su ayuda, el usurpador victorioso
entregó a los bizantinos un amplio territorio en el sureste con centro en Cartagena.
Aunque
no parece que los motivos religiosos fueran causa de su condena, Boecio
fue desde muy pronto venerado como mártir en Pavía, donde había permanecido
encarcelado y se le había dado muerte. Este culto obtuvo en 1883 la aprobación
del papa León XIII.
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