Francisco Javier Bernad Morales
Al igual
que de Basílides, se conservan algunos escritos de Valentín y de sus
discípulos, por lo que, contrastándolos con la obra de Ireneo de Lyon y de
otros apologistas cristianos, podemos reconstruir su doctrina con cierta
aproximación. Por el contrario apenas podemos afirmar nada acerca de su vida. Tan
solo que hacia el año 140 parece haberse establecido en Roma procedente de
Alejandría y que a su alrededor se forjó un numeroso grupo de discípulos. También
que, al igual que muchos otros maestros gnósticos, llevó una vida sumamente austera.
En
cuanto a sus ideas, presentan grandes similitudes con las de Basílides. Al igual
que este, sostenía que el Dios supremo, al que denomina Bythos, término griego
emparentado con abismo y profundidad, es absolutamente trascendente y, por
tanto, incognoscible. De este Dios habrían emanado diferentes eones
(eternidades) en número de treinta, que no son sino aspectos parciales de la divinidad
inasible. El último de estos, Sophia (Sabiduría) es víctima de una pasión
desordenada al desear conocer a Bythos, cuya contemplación solo es asequible al
primero de los eones (Mente). Por este motivo, cae fuera del pléroma (plenitud)
divino y queda expuesto a la tristeza, el temor, la desesperación y la
ignorancia. De Sophia proceden las pasiones, que dan origen a la materia, y el
demiurgo, que organiza el mundo.
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