10 julio 2013

Los primeros gnósticos. Saturnino

Francisco Javier Bernad Morales

Denominamos gnosticismo a un conjunto de sistemas filosófico-religiosos que se desarrollaron en los primeros siglos de nuestra era en lo que pudiéramos denominar los límites del cristianismo, es decir, en la frontera, no tan nítida como pudiera parecer a primera vista, entre este y el paganismo. Aunque no constituyen una doctrina única, estos sistemas tienen algunos rasgos en común. Así, oponen con distinto grado de radicalidad espíritu y materia, cargando a esta con una fuerte connotación negativa. Debido a esta concepción, el Dios supremo se diferencia del autor de la Creación, que no es considerada, en abierta oposición a lo manifestado en el Génesis, como algo bueno. Tienen, por otra parte, un carácter iniciático, ya que la verdad auténtica constituye un saber esotérico que no debe ser comunicado más que a un grupo escogido de seguidores. Es, por último, el conocimiento de esa verdad y no el sacrificio de la Cruz, lo que produce la salvación.

Nuestras fuentes para el conocimiento del gnosticismo son variadas. En primer lugar, los escritos críticos cristianos, como, entre otros, los de Ireneo de Lyon, Tertuliano y Orígenes, que recogen las posiciones de la Gnosis con la finalidad de refutarlas. Son escritos polémicos, por lo cabe razonablemente la duda de si no exageran o malinterpretan aquello que atacan. Afortunadamente, disponemos de textos gnósticos originales, gracias sobre todo a descubrimientos efectuados durante el siglo XX. Entre ellos cabe destacar el conjunto de papiros conocido como biblioteca de Nag Hammadi, encontrado por unos campesinos egipcios en 1945. Están escritos en lengua copta[1] y comprenden cincuenta y dos tratados, algunos de los cuales llevan el nombre de evangelios: Evangelio según Tomás, Evangelio según Felipe, Evangelio de la Verdad, Evangelio de los Egipcios, etc.

En ulteriores artículos me ocuparé de los diversos sistemas gnósticos. Ahora comenzaré por una breve mención de Saturnino, uno de los primeros autores a los que se refiere con ese calificativo San Ireneo de Lyon.

Al parecer desarrolló su obra en tiempos del emperador Adriano (117-138) y era originario de Antioquía (Siria). En su sistema, el mundo habría sido creado por siete ángeles, que, a su vez, habrían recibido la existencia del dios supremo. Estos ángeles habrían creado también al hombre, pero de manera tan torpe y con un resultado tan imperfecto, que el dios supremo, apiadado, le envió una chispa de vida. Entre esos ángeles, se contarían el Dios de los judíos y Satanás. Saturnino concibe también la idea de un salvador, llamado Cristo, que habría venido al mundo para combatir a los poderes angélicos opuestos a Dios y solo en apariencia habría tomado cuerpo humano. En cuanto a su forma de vida, los seguidores de Saturnino observarían una castidad rigurosa y se abstendrían del consumo de carne.





[1] El copto es la última fase en el desarrollo de la lengua egipcia. En la actualidad solo tiene uso litúrgico.

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