Hermas
El
Pastor de Hermas es una de las obras más antiguas de la literatura cristiana.
No hay acuerdo sobre la fecha de su composición, que bien pudiera haber sido
fruto de elaboraciones y adiciones sucesivas. Según Juan José Ayán Calvo,
responsable de la edición bilingüe griego-castellano de la que hemos tomado el
párrafo reproducido más abajo, su redacción se habría iniciado a finales del
siglo I y estaría concluida hacia el año 140[1].
Además, mientras que algunos estudiosos opinan que refleja las ideas de una comunidad
cristiana de origen judío, para otros, sus autores procederían de la
gentilidad. Sea de esto lo que fuere, todo
el libro constituye una invitación a la penitencia.
En las
palabras que siguen parece presente, aunque no se mencione, el recuerdo de Eli
y de sus hijos Hofní y Pinhas (I Samuel,
2). Es también visible la evocación de libros sapienciales (Sirácida, 30).
Pero Dios no está airado contra ti a causa de
esto [se
refiere al deseo que Hermas había experimentado al ver a su ama bañarse en el
Tíber], sino para que conviertas a tus
hijos que han pecado contra el Señor y contra vosotros sus padres. Pero tanto
amabas a tus hijos que no los reprendías, sino que los dejabas corromperse
terriblemente. Por ello el Señor está airado contra ti. Pero Él curará todas
las maldades que se han dado en tu familia, pues por los pecados e injusticias
de aquellos te has arruinado en los negocios temporales. Sin embargo, la gran
misericordia del Señor se ha apiadado de ti y de tu familia, te fortalecerá y
te asentará en su gloria con tal de que no seas negligente, tengas buen ánimo y
fortalezcas a tu familia. Pero como el herrero, a fuerza de martillear su obra,
consigue lo que quiere, así también la palabra justa repetida a diario vence
toda maldad. Por tanto, no dejes de reprender a tus hijos, pues sé que, si se
arrepienten de todo corazón serán inscritos en los libros de la vida junto con
los santos.
HERMAS,
El pastor, Madrid, Ciudad Nueva, 1995, Visión I, III, 1-2.
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