Nolasco Msemwa
Una vez Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos; ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; que uno de los profetas (Mc 8,27-28; cf Mt 16,13-14; Lc 9,18-19).
Esta pregunta que hizo Jesús a sus discípulos hace tiempo ya ha estado, está y sin duda continuará estando vigente. Y la respuesta a la pregunta por los propios discípulos no fue unánime. Tampoco a la lo largo de la historia se ha conseguido obtener una respuesta homogénea acerca de su figura. Cada época, desde su contexto y cultura ha aportado su específica comprensión e interpretación de la figura de Cristo. La respuesta en el ámbito Judío ha sido y es distinta de la dada desde la cultura helenística; una sociedad feudal no ha tenido la misma visión de una sociedad democrática. Igualmente, en un ambiente mítico Jesús no es comprendido de la misma manera que en una sociedad técnica y secularizada. Dígase lo mismo en la cultura semita, asiática o en las en las culturas africanas. Todas estas variaciones acerca de Jesús el Cristo, reflejan la inagotable riqueza que se encierra en esta misma realidad tan antigua y tan nueva como admirablemente manifiesta el santo Obispo de Hipona.
Desde este trasfondo, el artículo pretende presentar un tema cristológico, abordándolo desde un contexto y una cultura concreta: la Cristología africana. Se trata, pues, de una aportación contextual de respuesta a la misma pregunta de Jesús. Esta respuesta es la que brota desde la experiencia de fe tanto personal como comunitaria vivida en el contexto africano. De modo parecido a los que en tiempo de Jesús lo comprendieron de diferente manera como nos atestiguan los apóstoles, los africanos desde su contexto cultural atribuyen a Jesús unos títulos Cristológicos como Maestro de la iniciación, Proto-Antepasado, Cristo como Médico-Sanador (libertador). Quiero centrarme en este último título de Cristo como Médico-Sanador.
Antes de nada hay que tomar en cuenta que a partir de los años 50 África ha experimentado un gran desarrollo y sistematización de la teología. Han emergido diferentes ramas de la teología africana: Teología de la inculturación y Teología de la liberación son las dos tendencias más notables y palpables. Mientras aquella se ocupa de la exploración teológica de las culturas indígenas africanas como intento de integrar la herencia religiosa precolonial con la fe cristiana a fin de asegurar la integridad de la identidad cristiana africana y su autonomía, la Teología de la liberación tiene como intención de integrar el problema de la liberación en el trasfondo de la cultura africana. Es decir la liberación no se limita a lo socio-económico o se reduce a niveles políticos, sino que incluye la emancipación de otras formas de opresión como enfermedad, hambre, ignorancia y subyugación de la mujer; factores que afectan a la dignidad de la persona. Y para subsanar todo ello, Cristo aparece como el Mganga por excelencia.
Este título Cristológico es al que hace referencia el encabezamiento de este articulo (Cristo; el Mganga por excelencia). Mganga es un término de la lengua swahili, sustantivo del verbo ganga que significa sanar, curar, restaurar vida. Mganga entonces es el sujeto que sana, el que cura, el que restaura vida, el que da sentido a la vida, el que exalta la dignidad humana. ¿Caben razones para justificar por qué Jesús es considerado en África como el Mganga por excelencia?
Para comprender bien la figura de Jesús como El Mganga por excelencia, hay que tener en cuenta, en primer lugar, la importancia de la vida en las culturas africanas. La vida es muy importante hasta el punto de considerarse sagrada y Dios es considerado como fuente de toda la vida, y es el único que posee vida en plenitud. Diría Benezet Bujo uno de los grandes teólogos africanos que Dios es el creador y el que sustenta toda la vida. Por tanto la vida es una participación en Dios, pero siempre mediada por uno que está encima del receptor en el modo jerárquico. Esta vida que lógicamente es un don de Dios tiene adversarios que la amenazan tales como las enfermedades, el hambre, las injusticias, corrupciones, etc. Todo aquello que debilita al hombre es considerado como una enfermedad que es preciso curar.
Ela otro teólogo africano en su obra titulada My faith as an African dice que generalmente en las culturas africanas, la enfermedad no es considerada como una realidad objetiva, sino que se trata de un escándalo que pertenece al antropológico mundo del mal y de la desgracia. La enfermedad es vista como una calamidad que no solamente afecta al individuo, sino también indica la disrupción de la relación socia; así se convierte en una preocupación para la familia y la comunidad entera. En el mismo sentido la salud no se limita a lo puramente biológico, sinio que lo abarca todo: lo físico, lo mental, lo espiritual, lo social, el bienestar y el ambiente. Por lo tanto, la enfermedad implica desgracia, disrupción de la armonía de todos estos factores.
Frente a esta situación de la enfermedad (desgracia) muchos buscan y acuden al Mganga tradicional para su curación. Es aquí donde muchos africanos cristianos, partiendo de su experiencia cultural sobre el concepto tradicional de la relación que existe entre salud y enfermedad, han podido considerar la figura de Jesús. Por ejemplo Marie Gambi religiosa y profesora de la universidad de África oriental opina que para cualquier africano, la imagen de sanación es muy importante. Sanación es un ministerio dentro de la cultura africana, porque nuestra concepción es que la persona es total y siempre intentamos alejar todo lo que puede interferir en esta totalidad de la vida. Entonces, cuando nos referimos a Jesús como el sanador, evocamos una imagen que toca directamente a la persona de esta cultura. Y concluye Gambi diciendo que Jesús como el Mganga por excelencia es una imagen recurrente entre los africanos. No resulta, pues, extraño que muchos africanos cristianos consideren a Jesús como el gran médico, el sanador, el Mganga por excelencia sobre los poderes del maligno mundano porque Jesús vino para darnos vida y para que esta la tengamos en abundancia.
Ahora bien, no es suficiente quedarnos con la imagen de Jesús como sanador sin proporcionar las razones etiológicas de porqué los cristianos africanos consideran o perciben a Jesús como el Mganga por excelencia. Las razones principales de atribuir a Jesús este título cristológico son de base bíblica, teológica y de experiencia contemporánea. Las presentaré brevemente a continuación.
Los textos bíblicos, especialmente los Evangelios, son testimonios evidentes que llevan a los cristianos africanos a considerar a Jesús como sanador. Los Evangelios muestran la preocupación de Jesús por los que sufren; Jesús claramente dice que no necesitan médicos los que están sanos sino que los que están mal (Lc 5, 31). Y por eso gran parte de su actuación y predicación sobre el Reino Dios se centra en las curaciones. Jesús cura a los endemoniados, los leprosos, los paralíticos, los ciegos, los mudos, y todos los maginados, e incluso resucita a los muertos, recuperando así la vida de muchos. Y este poder de luchar contra el mal no se limita a las personas sino también a todo lo que rodea al hombre. Esta situación problemática y de crisis que aparece en los relatos evangélicos es una realidad parecida que sufre el pueblo africano: por eso ellos ven a Jesús como su salvador, su Mganga por excelencia, el quje remediará el sufrimiento que padecen. Ndingi Mwana Nzeki, arzobispo emérito de la Iglesia Católica de Nairobi ( Kenia), con convencimiento, desde su experiencia pastoral, reconoce el papel de Jesús como Mganga tal como testimonian los Evangelios y llama al pueblo africano a acudir a Jesús, en lugar de ser engañados por los hechiceros diciendo: no hay ni una instancia en la Biblia en que Jesús niegue ayuda a alguien que esté necesitado de curación. Os invito, dice Ndingi, a venir a Jesús con actitud de fe porque Él sigue curándonos aún hoy, lo único que nos pide es tener fe en Él.
Aparte de la base bíblica y teológica como argumentos fundamentales, existen también bastantes testimonios que parten de la experiencia personal para definir a Jesús como sanador. Hay muchos que dan testimonio de haber sido personalmente sanados por Cristo o de haber visto como otros han sido sanados por Él. También la proliferación de centros de curaciones en las culturas africanas en el nombre de Jesús es otra razón por la cual Jesús es considerado como el Mganga por excelencia debido a los resultados de los milagros curativos realizados en estos centros.
En resumen, la interpretación de los cristianos africanos acerca de la imagen de Jesús como el Mganga se corresponde con Jesús como dador de vida. Jesús es considerado como el que restablece la vida en quien está disminuido, el que recupera la vida en quien ha sido quebrantado. Por tanto hay una estrecha relación entre sanación y vida. Benezet dice que las sanaciones realizadas por Jesús no deben ser vistas solo como revelación de su divinidad sino también de su papel como Mesías, que viene a dar la totalidad de la vida en todos los niveles. En otras palabras, las sanaciones realizadas por Jesús son la recreación de la totalidad en todos los aspectos de la vida. Las sanaciones también llevan la dimensión comunitaria (the holistic dimensión of healing).
A pesar de todo el énfasis puesto en Jesús como sanador por los cristianos africanos, aún no han podido superar las críticas expuestas por el mismo pueblo africano a la hora de considerar a Jesús como el Mganga por excelencia. Muchos se cuestionan si verdaderamente Jesús es el Mganga por excelencia, ¿por qué sigue padeciendo África enfermedades, hambre, injusticias, y matanzas? ¿Dónde está la abundancia de vida en el África contemporánea? ¿Por qué muchos cristianos africanos siguen teniendo fe en los curanderos, hechiceros, brujos y acuden a ellos aunque proclaman a Cristo como su Salvador? Son cuestiones abiertas que requieren respuestas para que este título cristológico tenga coherencia en el contexto.
De todos modos, Jesús en su misión hizo todo lo posible para romper las ataduras dolorosas que afectan a la humanidad. Lo hizo desde la libertad que brota de su amor a la humanidad. Por eso llegó hasta sacrificar su vida para que aquellos a los que les amó al extremo tengan vida en abundancia. Hoy, invitados todos a centrarnos en la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana es imprescindible fijar nuestra mirada en el rostro compasivo de Cristo. Y así, quienes constituimos la Iglesia que somos todos los que creemos y confesamos a Cristo como Dios y Señor de la vida, y seguimos sus huellas, tenemos la misión de dar testimonio con palabras y hechos de los valores que Él nos transmitió, especialmente de la dignidad de la vida humana, eliminando los dolores del pueblo sufriente. Son muchos los dolores del hombre de hoy. ¿Acaso Cristo puede ser la solución? Los cristianos africanos han visto a Jesús como el Mganga por excelencia.
Por eso, no olvidemos la segunda parte de la pregunta de Jesús a sus discípulos, que sin duda nos implica a todos nosotros hoy en el camino hacia la nueva evangelización:
Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Para profundizar más Cfr.
DIANE B. STINTON, Jesus of Africa: Voices of Contemporary African Christology, Paulines Publications Africa, 2004.
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