27 octubre 2014

Oración a San Agustín

Pablo VI

Bien cierto es, Agustín,
que tú nos convocas a la vida interior;
 a esa vida que nuestra educación moderna, totalmente proyectada hacia el mundo exterior, deja languidecer, por producirnos hastío. Nosotros ya no sabemos recogernos; no sabemos meditar; no sabemos orar. 
Si conseguimos entrar en nuestro espíritu, 
nos enclaustramos dentro
y perdemos el sentido de la realidad exterior. 
Y, si salimos afuera, 
perdemos el sentido y el gusto de la realidad interior
y de la verdad
que sólo nos descubre la ventana de la vida interior. 
Ya no sabemos mantener
la justa relación entre inmanencia y transcendencia; 
no sabemos encontrar
el sendero de la verdad y de la realidad, 
porque hemos olvidado su punto de partida, 
que es la vida interior, 
y su punto de llegada, que es Dios. 

Agustín: 
espoléanos hacia nosotros mismos; 
enséñanos el valor y la inmensidad del reino interior; 
recuérdanos aquellas palabras tuyas: 
"Subiré por medio del alma.";
implanta, en fin, en nuestras almas
tu mismo apasionamiento: 
"¡Oh verdad, oh verdad, 
qué suspiros tan profundos subían a ti
de lo más íntimo de mi alma!". 

Agustín: 
sé nuestro maestro de vida interior; 
haz que, recuperándola, 
nos recuperemos a nosotros mismos; 
que, de nuevo en posesión de nuestra alma, 
podamos descubrir dentro de ella
el reflejo, la presencia y la acción de Dios, 
y que, dóciles a la invitación de nuestra verdadera naturaleza
y más dóciles aún al misterio de su gracia, 
podamos alcanzar la sabiduría: 
con el pensamiento, la Verdad; 
con la Verdad, el Amor; 
con el Amor, la plenitud de la Vida que es Dios.


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