Miguel Ángel Orcasitas
Nacido en Oropesa, Toledo
(España). Cursó los primeros estudios en Talavera y actuó como “niño cantor” en
la catedral de Toledo, donde estudió música, disciplina que después amó con
pasión.
Enviado a la Universidad de Salamanca,
se sintió atraído por el ambiente de santidad del convento de San Agustín y
entró en la Orden, emitiendo su profesión en manos de Sto. Tomás de Villanueva
(1523). Como revela en sus Confesiones,
durante el período de formación se sintió tentado a abandonar la vida
religiosa, por los atractivos de libertad, el amor natural y la soledad, la
práctica de la obediencia y, en general, las asperezas de la vida en religión.
Ordenado sacerdote, ocupó
diversos cargos, pero no obstante su austeridad de vida, en el modo de gobernar
se mostró comprensivo. En 1547 intentó
ir de misionero a México, pero un ataque de artritis le obligó a volver desde
las Islas Canarias donde había llegado camino de la Nueva España. En 1554,
siendo superior del convento de Valladolid, fue nombrado predicador real por el
emperador Carlos V _ lo será también del rey Felipe II _ Al trasladarse la
corte a Madrid en 1560, pasó al convento agustino de aquella ciudad, conocido
con el nombre de San Felipe el Real.
Grandes personajes de la sociedad
y de la cultura testificaron en su proceso de canonización, tales como la
infanta Isabel Clara Eugenia, los duques de Alba y de Lerma, los escritores
Lope de Vega, Quevedo y González Dávila. Su epistolario refleja sus muchas
relaciones. Pero el trato con los poderosos no le desvió de su sencillo estilo
de vida. El pueblo le amó por su cercanía, sin distinción, y por su
sensibilidad en socorrer a los pobres, los enfermos y los encarcelados.
Compuso numerosas obras tanto en
latín como en lengua vulgar, como Vergel
de oración y monte de contemplación (1544), Desposorio espiritual (1551), Bonum
certamen (1562), Arte de amar a Dios
y al prójimo (1568), De la corona de
Nuestra Señora (1588). Sus escritos nacen de su espíritu contemplativo y de
la lectura de la Sagrada Escritura. Devoto de María, decía escribir por mandato
suyo.
Cultivó también un ferviente amor
a la Orden y se interesó por su historia y su espiritualidad. Escribió una Instrucción de religiosos, un Comentario a la Regla y una Crónica del glorioso padre y doctor de la
Iglesia San Agustín, y de los santos y beatos, y de los doctores de la Orden,
con el fin de promover su ejemplo. Pudiendo sustraerse como predicador real a
la jurisdicción de los superiores, renunció a sus privilegios y se comportó
como un religioso más.
“El santo de S. Felipe”,
apelativo con el que era conocido, murió en 1591 en el Colegio de la
Encarnación, o de Dña. María de Aragón. Hoy palacio del Senado español. Sus
restos se conservan en el monasterio madrileño de las agustinas por él fundado,
que lleva su nombre. Beatificado en 1882, fue canonizado por Juan Pablo II en
2003.
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